martes, 30 de noviembre de 2010

El mito viviente

Por Ricardo Rouvier
Sociólogo.

Simultáneamente con la muerte de Néstor Kirchner emergió el mito. El mito como relato sobre la realidad que comprende las soledades del sur, la crisis de 2001 y la recuperación, los trabajos y los afanes que se prolongarán en un tiempo indeterminado. Ese relato que encarna el ex presidente pone en relieve su protagonismo y su intervención por la evolución del país. Dicha historia tiene ya una continuidad, que a la fatalidad de la desaparición física le incorpora la articulación de la memoria como sobrevida. Hay presente en donde hubo pasado, y ese presente es la evocación y la entereza de Cristina. La muerte es impiadosa con quien elige, porque nos coloca en “ese lugar, del cual ningún caminante torna”, como dice Hamlet, pero es piadosa con su vida. Se vuelve como utopía cuando alguien se ha volcado, generosamente, sobre el colectivo social, con el fin de atacar sus inequidades. Ese relato, finalmente, se derrama como una lección y una semilla.
“Es el mejor de todos nosotros”, dijo su esposa en el espacio público, conjugando a todo un colectivo en el afán por concretar los sueños. La fatalidad lo encontró como vivió: a alta velocidad, organizando, instruyendo, masticando la realidad argentina; y acumulando gestos que pasarán a la historia.
Es notable lo que ocurrió inmediatamente después, porque gran parte de la opinión pública que lo cuestionaba, empezó a comprenderlo y sintió que debía acompañar a Cristina; que se muestra como es: sin imposturas. Cuando llora, llora; cuando pelea, pelea.
Paradoja mediática que ha servido para esmerilar el poder constituido. Y ahora ha servido para que el pueblo se vea en un espejo de multitudes acongojadas. La pantalla ha contribuido a la transformación de aquellos que no sabían o se equivocaban cuando juzgaban al gobierno.
El giro que hizo la opinión pública fue limpio; no encontró en su camino ningún obstáculo para evitarlo. No había liderazgos opositores que pudieran impedirlo, retener o desviar la atención pública.
El mito transita: “Lo veo caminar entre ustedes”, y deja el halo de lo que representa: lucha contra las corporaciones, dignidad nacional, compromiso por la unidad latinoamericana, justicia social. Hoy, Néstor está instalado en la sociedad y le señala a Cristina un camino que ella ya conoce. Hay que seguir, diría él en vida. Y hoy el mito lo repite. Los jóvenes se aprestan a una participación fervorosa, y cientos de organizaciones políticas, sociales y culturales han tomado su bandera. Ellos caminan con él.
Es curioso que desde la asociación clásica de la muerte con las tinieblas emerja tanta claridad sobre lo realizado. Esto se ve reflejado en el incremento de la popularidad post morten de Kirchner, y de la presidenta, que comenzó hace varios meses, pero que hace un mes tuvo un salto significativo. La intención de votos acompaña este fenómeno de imagen y pone a Cristina Fernández de Kirchner en inmejorable situación respecto a las elecciones venideras. Es posible que él sonría como siempre, desbordadamente.
Fuente: Tiempo Argentino

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