lunes, 28 de febrero de 2011

La imagen negativa de la Mesa de Enlace es del 70% en las ciudades

Tiempo Argentino
28 de febrero de 2011

Por Randy Stagnaro

El martes 22, durante el último cónclave de los ruralistas, un consultor privado acercó unas encuestas que muestran el fuerte descenso de la adhesión de la opinión pública a los postulados del organismo, golpeado por su beligerancia.


La última reunión de la Mesa de Enlace, el martes 22, tuvo condimentos diferentes a los de anteriores cónclaves del comando supremo ruralista. Los máximos representantes de las cuatro entidades históricas de la actividad agropecuaria nacional venían de semanas de enfrentamientos internos expuestos desembozadamente ante la prensa (en un nivel de exposición que supera con mucho a la interna de la Unión Industrial Argentina), con consecuencias imprevisibles.

Los ruralistas, hombres prácticos al fin, invitaron el martes pasado a César Mansilla, responsable de la consultora Nueva Comunicación, especializada en campañas políticas, temas de imagen y publicidad, para que les diera algún tipo de orientación acerca de qué rumbo tomar de cara a un futuro político complejo por el ingreso de la camapaña electoral.

Cuando le tocó su turno, Mansilla, según las diferentes fuentes consultadas, fue directo al grano: la imagen negativa de la Mesa de Enlace había subido a niveles insospechados, al 70% en algunas zonas de la Capital y el Gran Buenos Aires. Del mismo modo, la imagen positiva estaba por el piso y no superaba el 30% en ningún centro urbano importante del país.

Mansilla completó su presentación con una frase que sonó lapidaria a los oídos de los hombres del campo: la presidenta Cristina Fernández mide mucho mejor que la Mesa en cualquier punto urbano del país en el que se los compare.

Entre los razones que dio Mansilla para explicar por qué la opinión pública le está dando la espalda a los ruralistas, dos sonaron con fuerza: las constantes peleas internas y la fuerte imagen de confrontación con el gobierno. Lo cierto es que como consecuencia inmediata de la pelea de los ruralistas contra el gobierno, en 2008 emergieron dos referentes políticos con una imagen positiva del 80% o parecida: el vicepresidente Julio Cobos y la propia Mesa de Enlace. Al mismo tiempo, la imagen positiva del gobierno de Cristina se encontraba por el suelo.

Hoy Cobos ha perdido buena parte de esa construcción favorable y la Mesa de Enlace se encamina hacia un destino similar. Por el contrario, diversas encuestas le dan al gobierno un afianzamiento de su posición política.

El desmadre de la Mesa de Enlace se dio en diversos contextos. De los altos precios de 2007, se pasó a la debacle económica de 2008, la sequía y el parate de 2009. A pesar de todos esos paisajes, que podrían haber servido a la Mesa de Enlace para presentarse como víctima de procesos políticos, económicos y hasta naturales adversos, la corporación rural no logró remontar una opinión pública cada vez más contraria a sus intereses.

Para algunos analistas, la Mesa va hacia una política mucho más “amigable” con el gobierno. El comunicado del martes 22, después del golpe de realidad que recibió, marca ese nuevo derrotero.

“Su posición terminó agotando a la opinión pública”

Tiempo Argentino
28 de febrero de 2011

Por Ricardo Rouvier
Presidente de Rouvier & Asociados.


La Mesa de Enlace tuvo buena imagen hasta un tiempo después de la Resolución 125. Pero ocurrió un fenómeno que pocos señalan y que nosotros hemos estudiado: el agotamiento de la sociedad, que consideró que el tema ya estaba superado. Pero la continuidad del conflicto por parte de la Mesa de Enlace, el hecho de que se mantuviera en una posición beligerante, no le agregó valor a su posición, sino que le restó.

Hay que tener en cuenta que ante la opinión pública la Mesa de Enlace aparecía como la que más claramente exponía su posición confrontativa y que se manifestó en los últimos tiempos en una serie de medidas de fuerza diversas justificadas en variados motivos. Para la opinión pública, el voto no positivo de Julio Cobos fue la conclusión del problema agrario. En la lógica con que funciona la opinión pública, la continuidad del conflicto había perdido sentido, por lo que a medida que la Mesa de Enlace ensayaba nuevas posturas de diferenciación, más se alejaba de esa opinión pública a la que quería convencer.

Si en la última reunión de la Mesa primó una comunicación al público más amistosa con el gobierno, tiene que ver no sólo con saberse en retroceso sino también con los conflictos internos que sacuden a esa organización. La Mesa de Enlace ha perdido homogeneidad de pensamiento y de acción. La 125 hoy es prehistoria, los precios agrícolas internacionales se encuentran cerca del récord. Ellos ganan mucho dinero y saben que todos lo sabemos.

“Cada nieto recuperado es la prueba de la magnitud de este crimen”

Tiempo Argentino
28 de febrero de 2011

Por Alan Iud
Coord. Equipo jurídico de Abuelas de Plaza de Mayo.


Hace más de 14 años, cuando las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, así como los indultos de Menem, mantenían sus efectos y garantizaban la impunidad de los genocidas, las Abuelas de Plaza de Mayo provocaron un hito en su larga lucha, junto a gran parte de la sociedad y otros organismos de Derechos Humanos, para alcanzar un poco de verdad y justicia. Denunciaron entonces a los principales responsables del terrorismo de Estado por la apropiación de sus nietos, crimen atroz que había quedado por fuera de aquellas leyes de impunidad y de los nefastos indultos.

La causa que se iniciaba no sería sencilla: ya en el Juicio a la Juntas Militares se había imputado a algunos de los comandantes seis hechos de apropiación de niños, pero la Cámara Federal había entendido que el delito de apropiación de niños sólo había ocurrido “ocasionalmente”, considerando probado sólo uno de esos seis casos y absolvió a los dictadores por estos crímenes.

Pero el propio trabajo diario de las Abuelas desmintió esa afirmación de la Cámara (que hay analizar en el acotado número de casos a los que se avocó en aquel histórico juicio), ya en el momento que efectuaron la denuncia más de 40 nietos habían recuperado su identidad. No hay mejor prueba de la magnitud de estos crímenes y de su sistematicidad que cada uno de los nietos restituidos.

Así fue posible que Videla, Massera y compañía fueran detenidos y tuvieran que brindar una explicación a la justicia por estos hechos. Sin embargo, a diferencia de la actitud que adoptaron respecto de los secuestros, torturas y asesinatos de los militantes populares, crímenes respecto de los cuales “reconocieron” genéricamente su responsabilidad y pretendieron justificar bajo el argumento de la “lucha contra la subversión” y la “guerra civil”. Jamás aceptaron haber establecido distintos mecanismos para cortar los vínculos entre aquellos militantes desaparecidos y sus hijos más pequeños, en una suerte de eugenesia social.

Con la anulación de las leyes de impunidad y de los indultos, este proceso pasó a tener otra relevancia: dejar establecido para la historia, con la fuerza simbólica y social de una sentencia judicial, que aquellas apropiaciones de niños no fueron “ocasionales” ni decisiones individuales de algunos oficiales o suboficionales, sino que respondieron a una definición de sus máximas autoridades, algunas de las cuales estarán en el banquillo de los acusados desde hoy.

En el camino desde aquella denuncia hasta este juicio histórico, otros represores murieron impunes. Pero también muchos otros jóvenes recuperaron su identidad, llegando al día de hoy a 102.

Será entonces la última oportunidad para que los genocidas les digan a las Abuelas donde están sus nietos, los 398 que seguimos buscando.

Fuerte amenaza a un grupo de voluntarios K

Tiempo Argentino
28 de febrero de 2011

Trabajaban en un Jardín de Infantes en El Palomar. “Van a terminar como Jorge Julio López”, les dijeron cuatro hombres armados. La Policía Bonaerense no intervino. En esa escuela retirarán un placa en homenaje al represor Agosti.


Florecen mil flores, pintamos mil escuelas” fue la consigna lanzada por el gobierno nacional y agrupaciones juveniles afines a la que se plegaron más de 20 mil jóvenes de todo el país. La iniciativa renovó 600 establecimientos escolares bonaerenses de todos los niveles y 400 de las provincias de Chaco, Tucumán, Entre Ríos, Córdoba, Salta, Santa Cruz, San Juan, Santiago del Estero, La Rioja, Misiones, Formosa, Jujuy y Mendoza. Sin embargo, para un grupo de voluntarios de la Juventud Sindical de Morón, perteneciente a la corriente Nacional del Sindicalismo Peronista, la experiencia no pudo ser tan gratificante como esperaban.

Ariel Alberto Franzese era el delegado a cuyo cargo había quedado el grupo de jóvenes al que se le asignaron los trabajos de renovación del Jardín de Infantes Nº 911 ubicado en El Palomar. Mientras pintaban el edificio, un grupo de cuatro personas armadas llegó abordo de un Fiat Palio gris y los amenazó de muerte instándolos a dejar los trabajos.

En diálogo con Tiempo Argentino Franzese explicó: “Estábamos por terminar el trabajo y vinieron cuatro personas que nos amenazaron de muerte para que dejemos de pintar el colegio, nos dijeron que íbamos a terminar en el Riachuelo, que nos iba a pasar lo mismo que a Jorge Julio López y que nos iban a pegar cuatro balazos a cada uno.”

Una vez que los agresores se fueron, los jóvenes llamaron al 911. Recién al cuarto llamado un móvil de la Policía Bonaerense llegó a la escuela. Minutos después de enterarse de lo ocurrido, los oficiales volvieron a la escuela acompañados del cabecilla del grupo de agresores que caminaba junto a ellos. “Venían caminando como si nada”, contó Franzese, quien los escuchó hablar. El agresor dijo que eran “unos negros de mierda que no podían estar pintando ahí” porque ellos eran los que mandaban en el barrio. El agresor se limitó a prometerle a los policías que no les iba a hacer nada adentro de la escuela pero aclaró: “Ahora cuando estén afuera no les prometo nada.” A pesar de esta nueva amenaza la policía lo dejó ir.

Frente a esa situación Franzese aseguró a este diario: “Le tuve que pedir disculpas a las maestras pero les dije que así no podíamos seguir, y aunque ya casi estaba terminado el trabajo, lo tuvimos que dejar así. No podía arriesgar la vida de mis compañeros.”

El delegado de la Juventud Sindical explicó además que esa escuela fue inaugurada por el ex brigadier general Orlando Ramón Agosti, miembro de la Junta Militar que lideró el golpe de Estado que dio inicio a la más cruenta dictadura militar de la historia argentina. La placa será removida en los próximas días en un acto porque, según le indicaron las maestras “es una vergüenza que esté ahí”.

Para Franzese la presencia de los jóvenes, sumada a la situación en torno a la remoción de la placa, puede explicar lo sucedido. “Quizás creían que nosotros teníamos algo que ver con lo de la placa y en este barrio viven muchas personas que vienen de familias de militares. No sé que pensar, quizás todavía tienen la misma mentalidad que los dictadores, se quedaron en el tiempo, en la época de la dictadura.”

Pedraza y alrededores

Página 12
28 de febrero de 2011


Así es: por los alrededores de la detención de José Pedraza (y en simultáneo de su número dos, lo cual es un hecho inédito) hay un par de aspectos que, llamativamente, pasan más bien inadvertidos.

Un primer reflejo fue constatar que, al revés por completo de lo sucedido hacía muy poco con el apresamiento de otro jerarca sindical, la caída en desgracia de Pedraza no le movió un pelo corporativo a nadie. Es cierto: el Momo Venegas tiene detrás el apoyo explícito de Duhalde –o a la inversa, en realidad– y sus contactos y amistades en el núcleo duro de la burocracia cegetista son mucho más profundos que los del cabecilla de la Unión Ferroviaria. Además, las andanzas de quien dirige a los trabajadores rurales son investigadas por un juez como Oyarbide, del que siempre rigen sospechas en cuanto a su independencia de accionar, sumado a la propensión que tiene por los impactos mediáticos. Muy por el contrario, Susana López, la jueza de Instrucción que lleva la causa del otro adefesio, es considerada en forma unánime como una magistrada de trayectoria intachable y excelencia profesional. Pero nada de todo eso fue lo esgrimido, centralmente, para interpretar que al Momo salieran a defenderlo ipso pucho, mientras Pedraza ya manya cómo se prueban las pilchas que dejará. No. La centralidad analítica fue que en un caso hay “la mafia de los medicamentos”, y chau. Y que en el segundo rige un asesinado, provocando entonces que los códigos de solidaridad mafiosa tengan, aunque sea, la prevención de convocarse a silencio. De ahí se saltó a revolver –sin necesidades de mayor esfuerzo investigativo, por supuesto– en el descomunal nivel de vida del “sindicalista” Pedraza. Su vivienda en Puerto Madero, su declaración de que gana apenas 25 mil pesos por mes, su reloj o sus mersas apliques de oro. No importa. Es un tema que debería conducir a la pregunta de si acaso es casualidad que estos descubrimientos vean la luz sólo cuando hay un avatar judicial de por medio (verbigracia por el porqué de que nunca se revisa el origen de la fortuna de empresarios varios, definidos formalmente como tales). Y que, por lo tanto, redirecciona a interrogantes complementarios. ¿Se trata de destruirlo a Pedraza porque se lo merece, y claro que se lo merece? ¿O de asentar la construcción de discurso contra cualquier cosa que simbolice actividad gremial, sindicatos, sindicalistas, corrupción anclada únicamente ahí? Como dice Daniel Santoro, el artista, si el negro Hugo Moyano, ya sea por negro o por Moyano, viste alguna vez un Armani (que tampoco, encima), todos se preguntan de dónde sacó la plata para comprárselo. Pero a cualquiera de los que visten 150 trajes de ésos, y a quienes solamente dedican notas sobre sus internas y miradas institucionales, nadie les pregunta nada. En un punto, es lo que se llama derrota cultural. Sindicalista, sospechoso a priori. Empresario, dispensado a priori.

Tómese el párrafo precedente como paréntesis ad hoc, porque estábamos en aquello de que la diferencia de circunstancias entre Venegas y Pedraza; o entre Zanola y Pedraza, ya que estamos, es un muerto. Un asesinado. Mariano Ferreyra. ¿O sea que “la mafia de los medicamentos” es un episodio secundario porque no hay un muerto comprobado? ¿Si le dieron una droga vencida o falsa a un enfermo de cáncer es un dato aleatorio, porque lo válido es compararlo con un asesinato político? Alguna gente del PO fue casi la única que habló de eso. Y no interesa si lo dijeron porque su posicionamiento jurásico les impide soportar que la justicia burguesa mande presos a quienes denunciaron como los asesinos de su militante. Los trotskistas, o estos troscos, podrán equivocarse y vivir afuera de la realidad, compulsivamente, en torno de las recetas para los males que denuncian. Podrán ser o semejar a una secta. Podrán confundir al enemigo. Podrán ser funcionales a la derecha. Podrán laborar para continuar siendo el cero coma cero de los votos, durante toda la vida. Pero son útiles para alertar sobre variados diagnósticos, sin los cuales el escudriño de las contradicciones en los procesos históricos, como éste, que requieren acumulación de fuerzas populares, sería más pobre, más aguachento, más cínico.

El segundo elemento desatendido tras la detención de Pedraza es ante qué se está, o podría estarse, a propósito del modelo gremial dominante desde el fondo de los tiempos. Y si se habla de eso, se lo hace también de las oportunidades que ofrece el presente político. No habrá quien crea, es de imaginar, que la sucesión de problemas afrontados por tamaños caciques sindicales es ajena a un clima capaz de habilitarlos. Una temperatura apta para animárseles. Basta con sacar cuentas de cotejo. Años y años de intocabilidad. De protección absoluta. De enfrentarse como mucho a las denuncias de minoritarios opositores internos. De alianza fácil con el empresariado, con sus prebendas repugnantes a cambio de conformar a las bases. De complicidad de los emporios periodísticos, no fuera cuestión de que se creara un ánimo agitador. Años y años. ¿Y qué? ¿Resulta que de golpe y porrazo tienen que dedicarse a buscar pullovers para taparse las esposas delante de las cámaras? ¿No será que, tan de a poco como sin pausa, se les corta el carretel por la persistencia de un sistema demoliberal pero al fin y al cabo un tanto más atento en los pudores “republicanos”? ¿No será que hay un modelo, una voluntad, o como quiera llamársele, que franquicia tocarles el trasero? Es paradójicamente atractivo, aleccionador, que los medios de comunicación preponderantes anden regodeándose, casi, con las desventuras de los Venegas y los Pedraza. Justo ellos, los medios, que a la par de la connivencia con los amos gremiales vivieron cuestionando a sus patotas en forma innominada, deben dedicarse ahora a recabar en sus lujos asiáticos y su defecar en los derechos de los trabajadores. Lo vertebran, ellos, los medios, a través de señalar la confabulación general y particular del oficialismo con ellos, los oligarcas sindicales. Disponen objetivamente de parte de la razón. Pero la parte de la razón faltante es que, por carácter transitivo, el oficialismo no es el violador institucional declarado por ellos, los medios, porque si lo fuera no se explica cómo pueden ir presos los socios del kirchnerismo.

Los problemas de la corporación sindical-empresarial exceden al ámbito de la Justicia, aunque sea veraz que es ahí donde sufren las complicaciones mayores. Ya hay la lucha de agrupaciones venidas de abajo que se hacen lugar entre bandas despóticas, como en el subte, y con reconocimiento jurídico más allá de que algunos métodos sean ampliamente discutibles. Ya hay la exigencia internacional de que se admita a la CTA como un actor de pleno derecho, más allá del papelón que pasó ese órgano en su proceso electoral. Ya hay, en síntesis, que el modelo de sindicalismo meramente estatalista, conservador, violento, corrupto, entró en disputa. Una disputa poco menos que neonata, todavía imperceptible. Pero tampoco se creía que habría forma de enfrentar a Clarín, si es por eso. O de que pudieran casarse los homosexuales o de reestatizarse las jubilaciones.

No hay más destino que el que se quiera construir, pero para eso es imprescindible acertarle a la caracterización del momento histórico. Si se piensa que las desdichas de tanto pandillero son casualidad, estamos fritos. Si se juzga que responden a que cambiar algo para mejor es posible, estamos para adelante.

La oportunidad del territorio

Página 12
28 de febrero de 2011

Por Alicia Kirchner *

Trabajamos en nuestro país, a lo largo y a lo ancho de su territorio, en los pueblos, parajes y ciudades, espacios de menor y mayor distribución poblacional. En ellos el barrio, el sindicato, la escuela, los clubes, las plazas, las organizaciones sociales, los partidos políticos expresan desde el “territorio geográfico” las diversas maneras donde se construyen las relaciones sociales y los proyectos de vida. En sociedades menos complejas la comunicación era posible sin que hubiera intermediarios. Hoy en las sociedades modernas la complejidad de las relaciones sociales se canaliza en la democracia representativa.

Vemos cómo crecen día a día los niveles de participación popular tangibles e intangibles. Esa participación también se observa en la utilización de herramientas informáticas, de lenguajes y códigos que provienen de esas nuevas tecnologías. “Ciberparticipación”, “cibermilitancia”, redes, son algunas de estas expresiones. Un ejemplo, diariamente más de 6000 millones de mensajes de texto se envían por celular en el mundo. Por eso la necesidad de interactuar se da no sólo en el territorio geográfico, se extiende a los “territorios digitales”, como nuevos instrumentos. Estos también intervienen en la construcción de la realidad y esas nuevas formas de participación son tan comprometidas y tan “físicas” como las de las geografías más “reales”.

También somos conscientes de la existencia de franjas de la población que no acceden a ninguna de estas tecnologías y aún debemos seguir trabajando, más allá de la responsabilidad directa de cada jurisdicción, para superar la pobreza estructural. La Asignación Universal por Hijo, la extensión de las jubilaciones y pensiones contributivas y no contributivas, el monotributo social, son medidas concretas de generación de ingresos para mejorar la calidad de vida. El programa del gobierno nacional Conectar Igualdad, avanza también desarrollando una política de inclusión social y digital en todos los “territorios geográficos” de nuestro país. Consiste en la distribución de más de 3 millones de netbooks a cada alumno y docente de educación secundaria.

El desafío es lograr que estos nuevos instrumentos sirvan al ejercicio de la libertad y el respeto de los derechos humanos y sociales. Es decir, servir al conocimiento logrando una mejor educación y sobre todo una participación democrática activa y solidaria. Deben ser un medio para romper con las barreras culturales que nos propone el neoliberalismo indicándonos lo que debemos consumir e imponiéndonos patrones estéticos que intentaron modelarnos en los ‘90 y que pretenden seguir haciéndolo. Quebrando esa coacción, las nuevas tecnologías permiten además romper con los monopolios informativos.

Hace poco decíamos que la política como instrumento permite abrir o cerrar caminos de desarrollo humano. Puede transformar las realidades territoriales y mejorar la calidad de vida o violentar seriamente esos derechos humanos y sociales. En Argentina estamos haciendo un gran esfuerzo para conectar igualdad y superar la brecha digital.

Digitalizados extremos, iletrados digitales, “chicos globales” coexisten en nuestra sociedad y en esa tensión también se aplican las políticas públicas. Los municipios urbanos y rurales pertenecen a “territorios geográficos” y a ello se va sumando el “territorio digital”. Ambos son espacios comunes en algunos casos, espacios disímiles en otros. “Paralelas que se cortan en el infinito” en algunas situaciones, lugares comunes en otras.

Veamos un ejemplo: en la Argentina estábamos frente a una sociedad fuertemente impactada por medios de comunicación y digitales concentrados. Ellos no son vehículos de intermediación neutros, asépticos entre información y ciudadanos, sino verdaderos protagonistas que seleccionan, editorializan y organizan los temas.

La ampliación democrática de la información por la Ley de Servicios Audiovisuales está permitiendo la participación activa de las personas en los territorios en tanto sujetos de derechos explorando al máximo las posibilidades comunicativas y de interacción.

El “territorio digital” nos permite explorar nuevas formas de relación entre los ciudadanos y nuevas formas de intervención.

Por ello se ha dicho que el “territorio digital, si fuera un país, sería el más grande del planeta, siendo su construcción la más rápida de la historia. No hay fronteras y sus límites empiezan donde no hay Internet”.

Este será, sin duda, el siglo del saber.

Obras públicas, de infraestructura, viviendas, caminos, autopistas, puentes, escuelas, centros integradores comunitarios, hospitales, promoción y organización de cooperativas, generación de polos productivos de bienes y servicios, apoyo a la industria nacional, centros de nuevas tecnologías, desarrollo tecnológico, cultural, son políticas que se implementan en espacios geográficos donde se cruzan con un universo digital. La comunicación “aleatoria” o no cartesiana, es así muy rápida, no lineal, puede crear cohesión social o crear exclusión social.

“Territorio geográfico y territorial digital” son, por último, un desafío y una oportunidad. Hay que abordarlos desde la política pública integralmente, sin perder de vista al hombre y mujer argentinos, sujetos de carne y hueso que como personas deben realizarse en un proyecto colectivo, nacional y popular.

* Ministra de Desarrollo Social.

domingo, 27 de febrero de 2011

Mauricio Macri, candidato de la muerte

Tiempo Argentino
27 de febrero de 2011

Por Norberto Galasso

Resulta natural su acercamiento al dirigente político que debió anticipar la entrega del poder por los infames asesinatos de los jóvenes militantes Kosteki y Santillán, en 2002. Se comprende tanto Macri como Duhalde, según nos informamos últimamente, cultivan estrechas relaciones con la embajada estadounidense para despotricar contra el gobierno de Cristina.


Lo que podría ocurrir, en el caso inverosímil en que Macri lograse llegar a la Presidencia de la Nación, está anticipado en su gestión como jefe de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Son muchas ya la pruebas de que dicho señor no auspicia la Vida sino la Muerte
Y ello se comprueba en un vistazo a vuelo de pájaro.
Si empezamos por el barrio –pues como decían nuestras abuelas “para muestra basta un botón”– resulta decisivo lo que ocurre con el Parque Chacabuco (y que parece repetirse en otros parques). Ya en los últimos años ha ganado terreno la manía de encarcelar a los parques y a las estatuas, remplazando lo que debe ser un ámbito de libertad con un perfil carcelario. Pero ahora Macri –probablemente urgido por alguna empresa constructora y seamos disculpados si en esta afirmación supone alguna mala intención– decidió en enero y febrero alambrar gran parte del Parque Chacabuco, ya duramente castigado en la época de la dictadura genocida por la autopista y un enorme local que se le cedió a la empresa Disco.
De manera tal que ha cerrado el paso a más de la mitad del parque con alambre tejido, tal cual se usaba en los viejos gallineros, cortando el paso justamente cuando los pibes están de vacaciones, y muchachas y muchachos salen a correr alrededor del mismo en busca de una vida sana. Seguramente, las refacciones (?) estarán listas en invierno, cuando la escuela y el clima les quita interés a los espacios verdes. Este inteligente plan de refacciones ha provocado la repulsa del barrio y los pocos lugares donde han quedado puertas o paredes se hallan hoy cubiertas con inscripciones tales como: “Macri ladrón”, “¿esto es un parque o un basural?”. Y en especial, una muy contundente: “Macri, devolvenos el parque.”
Efectivamente, el jefe de gobierno de la Ciudad le ha quitado aire, sol y verde a los chicos, al mismo tiempo que ha secado las fuentes, que años atrás refrescaban el paisaje y hoy están resecas. Le ha quitado a los aerobistas la visión alegre y descansada de los viejos árboles y el césped, para remplazarlos por algo así como una recorrida alrededor de un gallinero, un basural. Es decir, les ha quitado Vida.
Alguien dirá que sacamos conclusiones exageradas de un pequeño suceso municipal. Pero no es así, porque es el mismo Macri quien ha vetado la ley de fabricación de medicamentos por la Ciudad, que, según nos comenta el sanitarista José Carlos Escudero, significaría reducir a un tercio el precio de los medicamentos. Lo que permite enganchar un hecho con el anterior: primero, que no reciban aquello que mejora su vida, segundo, que resulte muy caro comprar aquello que combate la enfermedad. Según sus propias declaraciones, Mauricio no sabe por qué razón aplicó 71 vetos en su gestión pero, sin ser mal pensado, puede suponerse que así como detrás de la cerrazón de parques están las constructoras, así también detrás de este veto a la producción de medicamentos están los grandes laboratorios.
Si a ello se agrega su política de orden basada en los desalojos compulsivos a través de la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP) y su idea solidaria de aplicar pistolas paralizantes, se comprende la coherencia del jefe de gobierno. En este sentido también se ha pronunciado su secretario de Educación, al señalar que ha llegado el momento de la muerte de la escuela pública, debiendo ser todas privadas, un nuevo golpe a la niñez y la adolescencia, ofreciendo así un futuro de argentinos desnutridos, con problemas respiratorios, pálidos e ignorantes que resumirían la concepción del hombre nuevo que tienen las clases dominantes.
De aquí resulta natural su acercamiento al dirigente político que debió anticipar la entrega del poder por los infames asesinatos de los jóvenes militantes Kosteki y Santillán, en 2002. Se comprende tanto Macri como Duhalde, según nos informamos últimamente, cultivan estrechas relaciones con la embajada estadounidense para despotricar contra el gobierno de Cristina, siendo que aquí tampoco, por supuesto, hay mala intención sino continuidad histórica, pues esa diplomacia tiene larga historia de destrucción y muerte. No es casualidad tampoco que escribamos esta nota en el mes de febrero, siendo que el día 21 se cumplió un nuevo aniversario del asesinato del líder popular nicaragüense Augusto César Sandino, que se convirtió en guerrillero para defender a su patria invadida por los marines, audacia que pagó con su vida en 1934, a manos de un servidor del imperialismo yanqui, como lo fue Anastasio Somoza durante muchos años. (Digresión: hace dos años, al culminar un seminario sobre América Latina en una facultad de esta ciudad, se me acercó un estudiante para agradecer a los oradores que le habíamos revelado quién era Sandino, porque en los planes de estudio no figuraba preocupación alguna para recuperar su lucha de varios años frente al invasor imperial.)
Tampoco es casualidad que en estos días se cumpla un nuevo aniversario de la muerte del Mariscal Francisco Solano López, en Cerro Corá, en 1870, también después de 5 años de lucha heroica contra la Triple Infamia, financiada por el imperialismo británico. También aquí la muerte –de la mayor parte de la población masculina de 12 años en adelante– vino a enfrentar a la Vida que significaba el progreso de Paraguay como el país más adelantado de América Latina, en esa época.
Pero la Muerte no puede contra la Vida, esa que enarbolan siempre las Madres de Plaza de Mayo y también, en este caso, quienes, como Alberdi y Felipe Varela y otros muchos condenaron la política de muerte bregando tozudamente por la liberación y la unidad de nuestros países.
En relación con todo esto, podemos afirmar con entusiasmo que hoy, tanto Sandino como Solano López, tienen el merecido reconocimiento de los pueblos de la Patria Grande Latinoamericana. Son el futuro y son la Vida. Por eso también cabe sacar la conclusión de que Macri, candidato de la Muerte, ya está derrotado en estos tiempos de una Patria Grande de “las mil flores” que renace día a día.

La revolución política y social en Brasil

Tiempo Argentino
27 de febrero de 2011

Por Alberto Ferrari Etcheberry
Director del Instituto de Estudios Brasileños de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.

Con ‘Lula’ nace la democracia de masas, abriendo un proceso de inclusión social de sorprendente alcance, expresado en los 36 millones de pobres que han ingresado a la clase media.


La renovación presidencial en Brasil ha fortalecido las políticas fundamentales iniciadas en 2003. Por un lado, el cambio drástico de rumbo e instrumentos anteriores, especialmente la adopción del llamado neoliberalismo normado en el Consenso de Washington que comenzó Collor de Melo y continuó Fernando Henrique Cardoso con la dependencia del capital financiero global. Por otro, el eje puesto en el consumo y el acceso al trabajo de los más pobres, localizado en el postergado nordeste. Todo apuntalado por ese nuevo sujeto político y social, al que la Constitución de 1988 abrió el camino de la ciudadanía, y que por primera vez estableció el voto universal. Ya queda claro para todo el que quiera y sepa ver que en Brasil ha ocurrido una verdadera revolución política, pacífica y democrática en métodos y contenido, de sorprendente alcance social expresado en los 36 millones de pobres que han ingresado a la clase media. Hace unos pocos días la línea aérea GOL justificaba su pedido de nuevos permisos para llegar a Buenos Aires en la demanda de esos nuevos consumidores que quieren conocer la Argentina.
Esta es, a mi juicio, la clave: con “Lula” nace en Brasil la democracia de masas, abriendo un proceso de inclusión social. Por cierto que mucho quedó sin hacerse. Estos ocho años de construcción de ciudadanía son nada más que el comienzo de una transformación que deberá continuar con Dilma, cuyo liderazgo cuenta con la fuerza y el optimismo de esos incluidos y con el PT, primer partido político “en serio” de Brasil.
En la Argentina es útil subrayar que el Partido de los Trabajadores (PT), Lula y Dilma no fueron espectadores pasivos de la dictadura militar. También vale recordar que fueron duros adversarios del gobierno de Fernando Henrique Cardoso, bastante mejor que nuestro menemismo. No hay en el PT ni en ellos, pues, nada que se parezca a oportunismo coyuntural, por lo que no hay razón para temer en este nuevo gobierno por la continuidad del programa iniciado por Lula.
No pretendo resumir sino sólo pergeñar el cuadro en el que se inserta esta nueva etapa de la alianza argentino-brasileña iniciada en 1985 bajo un común mandato: “crecer juntos”; que entre marchas y contramarchas, sigue siendo el norte estratégico de nuestro desarrollo como nación, ahora apuntando al plano del estado regional y tal vez pronto al del eje que va apareciendo: el mundo de las ciudades.
Que el primer viaje al exterior de la presidente Dilma (Silva) Rousseff haya sido a nuestro país más que promisorio es, felizmente, un hecho natural. Fue muy distinto en 2003, cuando aún competidor en una segunda vuelta que terminó ganando por abandono, Néstor Kirchner viajó a Brasil, definiendo una prioridad oscurecida por la crisis de la que el país comenzaba a salir.
Brasil es indiscutido miembro del BRIC, por una parte, y nadie se atreve a calificarlo como la “potencia chiquita, inestable, atrasada”, poco menos que autárquica que describía Jorge Ávila y pregonaba la necesidad del hoy extinguido y olvidado ALCA. Por la otra, la crisis de 2008 ha descubierto la debilidad del mundo desarrollado asentada en la vaporosidad de los flujos financieros. China es la segunda economía mundial. Lula, Evo Morales y el propio Obama simbolizan la presencia activa e inesperada de quienes hasta ayer no existían siquiera como consumidores. En los Estados Unidos 300 mil estadounidenses se quedan con un ingreso igual al de 180 millones, esto es uno por 600, por decisiones electorales de menos del 40 por 100 de los ciudadanos y de la cuarta parte de la población. En Europa frente a la crisis se propicia la disciplina germánica para ajustar hacia abajo, sin mencionar que Alemania es el país probablemente ejemplar en los términos del pretendido difunto “estado de bienestar” y de participación obrera en la dirección de las empresas. El paraíso soviético convertido en la caricatura democrática rusa no esconde el renacido zarismo-stalinista petrolero. Los ricos no consiguen cerrar sus puertas a los vecinos pobres y los hasta ayer modélicos muestran en sus sistemas políticos la debilidad de instituciones pensadas y nacidas en el siglo XIX, que no parecen adecuadas para un mundo en el que la trasnacionalidad ha alcanzado a la producción, independizando o alejando así, al menos aparentemente, a sus actores de la cuna y eje nacional protector y determinante en base al cual crecieron como empresas fuera de sus fronteras.
Tal vez estas pinceladas no sean nuevas pero no dudo de que las iluminan Internet y sus derivados, creaciones juveniles para actores juveniles, que permiten ver el contraste entre el mundo geronte desarrollado y el mundo joven de lo que hasta no hace mucho se calificaba de tercero y que nos ha permitido ir más allá del fútbol y ser privilegiados testigos del inesperado despertar ocurrido en Túnez y Egipto, que repica en sus vecinos, que avergüenza a los mandantes externos, y que agrega un nuevo actor, el pueblo árabe, cuya conducta colectiva, enclaustrada por el doble cerrojo del petróleo y del conflicto palestino-israelí, aparecía como eternamente estática, y que ahora se abre con un vital interrogante.
En este mundo apasionante y acelerado debe crecer y profundizarse con coraje y audacia la relación que las presidentes han ratificado en Buenos Aires.

La Cucarda del Tilingo Nacional

Tiempo Argentino
27 de febrero de 2011

Por Hernán Brienza

No contento con insultar el sistema público de Educación, el funcionario Carlos Pirovano comete la estupidez de admitir que él usufructuó los beneficios de la universidad gratuita. Se despacha mordiendo la mano que le dio de comer.


I la Gran Cucarda del Tilingo Nacional Argentino esta semana es para Carlos Pirovano, subsecretario de Inversiones del Ministerio de Desarrollo Económico del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Pero no sólo por sus hallazgos literarios en Twitter, como por ejemplo: “¿Y si asumimos que la educación pública está muerta y con esa plata le pagamos a los chicos una escuela privada?” o “Le regalamos las escuelas públicas a los maestros que dejarían de ser empleados públicos y podrían ser empresarios… (Así, los docentes) dejarían de discutir por el salario y se preocuparían por brindar una buena educación y recibir el cheque del gobierno”. En su genial defensa de sus posturas se pone al desnudo la totalidad de su tilinguería.
Si Pirovano hubiera estudiado en una universidad extranjera de esas a las que van los hijos de las familias acomodadas de la Argentina, si hubiera estudiado en la San Andrés, en la Di Tella, en la Católica, en cualquier centro universitario privado de nuestro país, sus dichos no estarían justificados, pero al menos podría comprenderse que su desprecio por lo público es el resultado de una formación académica de corte liberal conservador. Pero no. ¡El tipo estudió en la UBA! ¡Y encima lo proclama! Es decir, no contento con insultar el sistema público de Educación –algo que ni el liberal más libérrimo se animaría ya que uno de los pocos roles que hasta el libertario Robert Nozick pone a resguardo del Estado es justamente la Educación–, comete la estupidez de admitir que él usufructuó los beneficios de la universidad gratuita. Es decir, luego de estudiar durante años a costa de todos los argentinos que con sus impuestos pagaron la instrucción de Pirovano –desde Paolo Rocca, del Grupo Techint, hasta la abuelita que con su magra jubilación paga un 21% de IVA– el personaje en cuestión se despacha mordiendo la mano que le dio de comer.
En síntesis, se trata de uno más de los tantos beneficiados por la Educación pública que una vez usados sus recursos, se pone al servicio del gran negocio privado de la enseñanza. No sería grave si fuera sólo una persona. Pero el funcionario representa una gran corriente de la tilinguería de clase media. Y lo que es peor: representa el pensamiento de Mauricio Macri –no así de su hermana, espero, que también estudió en la universidad pública, tras una interesante decisión propia–. Porque si hubiera sido de otro modo, el jefe de gobierno porteño ya le habría pedido inmediatamente su renuncia. Es más, la subejecución del presupuesto educativo para las escuelas del Estado y el mantenimiento de la política de subsidios para las privadas es una clara demostración de que Macri piensa igual que Pirovano.
Es preocupante porque significa que las nuevas camadas de la élite liberal conservadora de este país ya ni siquiera creen en el beneficio democrático de la educación pública gratuita y universal que instituyeron sus padres fundadores como Domingo Sarmiento o Julio Argentino Roca.
Por lo demás, sólo pedirle a Pirovano que tenga la gentileza de devolverle al pueblo lo que es del pueblo: la inversión que hizo en la educación de un hombre que, evidentemente, no merece, porque desprecia esa solidaridad colectiva.

II. Los pensadores del liberalismo –conservador o progresista–, aquellos que escriben con mayor o menor lucidez en los diarios Clarín y La Nación, que “son la Argentina”, como sostiene Elisa Carrió, sostienen que es la razón el arma ideal para encausar el desborde “barbárico”, en términos de Rodolfo Kusch, que sospechan detrás del sentimentalismo popular que despiertan los hechos históricos cargados de simbolismos y de condimentos afectivos. Recelan y sienten repugnancia, por ejemplo, por los personalismos –siempre y cuando no sean ellos los destinatarios de los homenajes, claro– y por las demostraciones de cariño y devoción del pueblo hacia sus líderes y representantes. Durante la masiva despedida de Néstor Kirchner, los intelectuales racionalistas no entendieron qué le pasaba a esa muchachada que se agolpaba detrás de las rejas para despedir al ex presidente. Y ahora tampoco entienden el profundo simbolismo que significa la imagen de la presidenta Cristina Fernández vestida de riguroso luto, sola, allí en las tribunas relacionándose afectivamente con el pueblo. Basta ver las miradas de los hombres y las mujeres que la escuchan en los actos o en la televisión para darse cuenta de que en esos ojos ocurre algo más, un encantamiento, un dejo de magia.
Esta semana, la presidenta se presentó en Catamarca –una de las provincias que renueva autoridades dentro de muy pocos días– en un acto que tuvo mucho ruido a campana de largada. Habló de fortalezas propias, pero también pidió acompañamiento para los tiempos duros que se avecinan. Y en ese momento la política otra vez quedó atravesada por la dimensión humana. La presidenta también es un ser humano, también es una mujer, una persona. Parece una estupidez esta sentencia –de hecho no es ninguna genialidad– pero teniendo en cuenta con el salvajismo y la brutalidad con que los intelectuales y los voceros del liberalismo conservador se ensañan con Cristina Fernández parece necesario una vez más recordar su dimensión estrictamente humana.
Para la oposición y la derecha, la presidenta es una Otra. Es ajena. No han logrado –como si pudo hacerlo un gran sector popular– ponerse un instante en los zapatos de esa mujer vestida de negro que desde la altura de sus convicciones pide que la acompañen.
Los sectores populares sí se identificaron. Por eso, además del apoyo político a la gestión y al modelo, la imagen personal de la presidenta trepó en casi todas las encuestas serias al 60% de positividad. Se sabe que cierto camino de la cursilería –no entendida como berretismo sino como sensiblería– es la forma que tienen los pueblos para transitar su felicidad. El peronismo –el movimiento más noblemente kitsch de la Argentina– comprendió esto hace mucho tiempo y por eso es el movimiento que mejor representa los deseos, los sueños, las miserias y las contradicciones de los argentinos. La intelectualidad racionalista, en cambio, no tolera esas exageradas manifestaciones de afectividad popular. No soportan la capacidad simbólica y su rol constructor de mitos.
Los racionalistas argentinos miran con develado desdén las manifestaciones pasionales a las que acusan de “peligrosa irracionalización”. Pero hay algo que no comprenden: Si en algún momento la vida de un ser humano y la historia de un pueblo alcanza a vislumbrar lo maravilloso y recuperar algún sentido es justamente durante sus desbordes políticos, estéticos, vitales. Además, conviene recordar que los argentinos fuimos testigos de que el juego de la elección racional, la lógica del mercado, el egoísmo noventista nos condujo a la balaustrada de la disolución nacional.
Para que un hombre sea generoso hay que obligarlo o persuadirlo de que hay un bien superior a su propio interés. ¿Por qué la presidenta, envuelta en una soledad extrema tras la muerte de su compañero de toda la vida, con la tentación de poder retirarse del poder en su mejor momento y transcurrir una vida tranquila, decide en cambio continuar al frente de la Nación? El cinismo noventista podría responder que se trata de la ambición ciega por el poder. No parece una respuesta sensata. Me inclino por pensar que hay en ella una vocación superior que trasciende la conveniencia. La llamaría un acto de generosidad realista. No es una utopía, no es un salto al vacío: es simplemente un cierto desprendimiento, un mínimo de renuncia de lo particular ante lo colectivo. Juan Domingo Perón decía que el pescado se pudre por la cabeza. También ocurre lo contrario con los buenos ejemplos.
Hay allí una buena noticia: la posibilidad de que los argentinos –sobre todo las clases dirigentes– nos movamos bajo el influjo de una lógica marcada por una generosidad realista: un humanismo que reconozca nuestras limitaciones y miserias pero que nos permita –ya que es imposible ser “hombres y mujeres nuevos”– cierto acuerdo de justicia social que nos guíe en la moderación de la propia ambición y también en la generosidad de lo posible. No es una invitación a un sacrificio egolátrico. Se trata al menos de estar atento a no despreciar los esfuerzos colectivos. A no andar por la vida con la Gran Cucarda del Tilingo Nacional Argentino colgada en el pecho.

Precarización, olvidos y por-venir

Tiempo Argentino
27 de febrero de 2011

Por Jorge Muracciole

La decisión política del gobierno de Cristina Fernández, de llegar hasta las últimas consecuencias en la investigación judicial y el castigo a los culpables –tanto materiales como intelectuales– ante el asesinato del joven militante obrerista, en esta última semana ha dado sus frutos. La detención del secretario general de la Unión Ferroviaria José Pedraza es una clara muestra de la mencionada voluntad gubernamental.


Con el asesinato de Mariano Ferreyra se instalaron en la opinión pública varios temas de larga data, que fueron invisibilizados, o en el caso de la prensa conservadora naturalizados por años. La precarización en el mundo del trabajo, fue difundida por décadas por los medios tradicionales con el neologismo “flexibilización laboral”, como el paradigma de época, como realidad incontrastable del mercado de trabajo, esa particular forma de contratación vigente en el mundo globalizado. La llamada precarización laboral, expresada en el caso específico de los tercerizados del Ferrocarril Roca, es la punta de un iceberg, que se oculta detrás del patrón de acumulación propio del modelo neoliberal impuesto en los ’90.
Estas formas de gestión de la mano de obra están tan expandidas en el universo laboral, que resulta sorprendente que fuera necesaria la trágica muerte de un joven militante para que se instalaran en la agenda de los medios y se produjera un profundo revulsivo en la sensibilidad social, pasando abruptamente de la naturalización mediática a la denuncia pública de los casos de tercerización, en un proceso abierto que ha dado un salto impensado en la instalación del sentido común de la opinión pública de consecuencias progresivas aún hoy impredecibles.
El otro tema que volvió a ocupar titulares fue la violencia organizada por las cúpulas sindicales en defensa de sus negocios. En esta compleja trama de asociaciones históricas entre intereses empresariales y la cooptación de jerarcas corruptos, la prensa sólo destaca el rol de los dirigentes burocráticos enriquecidos, pero nada dicen del arraigado mecanismo de cooptación empresarial, ni de los móviles de los delitos y entuertos de los más diversos, amparados por gobiernos en décadas que hicieron posible una suerte de casta de sindicalismo-gerencial, que desnaturalizó una larga tradición de combate por las necesidades de los asalariados. Tampoco destacan el enriquecimiento desmedido de ciertas cúpulas gremiales, ligadas al proyecto neoliberal que tomaron parte del festín privatista en el desguace de las empresas del Estado, durante la década de 1990.
La decisión política del gobierno de Cristina Fernández, de llegar hasta las últimas consecuencias en la investigación judicial y el castigo a los culpables –tanto materiales como intelectuales– ante el asesinato del joven militante obrerista, en esta última semana ha dado sus frutos. La detención del secretario general de la Unión Ferroviaria José Pedraza es una clara muestra de la mencionada voluntad gubernamental.
Lo que aún queda por desentrañar es si dicha asociación de voluntades de la cúpula sindical y los empresarios del sector ferroviario, no es más que un contubernio que fue gestándose en una añeja metamorfosis que se instaló como dispositivo de acumulación de ganancias de una determinada élite empresarial y sus socios menores, una casta de dirigentes, corrompidos por el sistemático accionar empresarial en búsqueda de tender puentes de plata entre sus negocios y determinada dirigencia sindical, que tuvo sus años de esplendor con el festival de privatizaciones del menemato en su alianza con lo más concentrado del capital, en una suerte de ingeniería social a lo largo del experimento neoliberal de los ’90.
Ante el asesinato de Mariano Ferreyra, cuando la prensa conservadora se lanzó a ejercitar su deporte predilecto “hacer leña del árbol caído”,de sus antiguos aliados, y bosquejar blanco sobre negro la contradictoria trayectoria, tanto ideológica como material del sindicalista acusado, lo que se olvidan de recordar los medios hegemónicos es el amplio despliegue periodístico que durante dos décadas –y principalmente en plena fiebre privatista–, le concedió a los principales jerarcas gremiales del llamado sindicalismo-empresarial, los Cavalieri, Lescano, Linguieri, Barrionuevo, y el mismísimo Pedraza, de quien hoy se encargan en difundir su particular periplo de combatividad antiburocrática en la CGT de los Argentinos de fines de los ’60, la lucha antidictatorial y su posterior debacle y cooptación al ideario neoliberal en pleno menemato, que de alguna manera expresa un devenir común en el tan denostado quehacer gremial, tan vituperado y tan poco analizado en la prensa neoliberal. Para poder abordar con algún grado de seriedad la metamorfosis de la dirigencia sindical en la Argentina y en muchos otros puntos de la geografía globalizada de las relaciones laborales contemporáneas, lo primero que se deberá hacer es contextualizar dicha institución –la sindical–, en el actual escenario capitalista. Sin olvidar que uno de los síntomas más característicos de nuestras democracias inconclusas es la crisis de representación del conjunto de los dispositivos institucionales, y del exponencial crecimiento y concentración de las corporaciones empresariales. Que ya no sólo conducen sus negocios, sino que en su lógica de acumulación desmedida, atraviesan instituciones, cooptan voluntades, desestabilizan economías y destituyen gobiernos. Querer analizar los llamados desmanejos de las conducciones sindicales y sus consecuencias haciendo abstracción de este cuadro de situación, puede hacer pensar a un profano en la materia –que los hay y muchos– que la mejor manera de sanear el cuerpo social de las llamadas democracias de la escasez del capitalismo periférico es comenzar por sus efectos mediáticamente más ponderados, la tan escrachada dirigencia sindical en términos genéricos.
Democratizar la sociedad contemporánea significaría una profunda transformación en las prácticas institucionales desde las empresariales, las educativas, las político partidarias,las administrativas y por supuesto las sindicales. Para dicho desafío se deberá crear las condiciones necesarias para que la mencionada democratización, no sea distorsionada por las profundas asimetrías existentes en materia económica y la incidencia del poder real en su resolución (léase coorporaciones empresarias). Con ese objetivo, para poder iniciar una democratización real en el ámbito de las relaciones laborales, se deberá conseguir que los empresarios habiliten la posibilidad de ejercitar los derechos hoy denegados por el autoritarismo empresarial en cada lugar de trabajo sin representación. Se calcula que hoy el 85% de los trabajadores de empresas privadas son impedidos de hecho, por sus patronales, del constitucional derecho de elegir a su representación de base en su lugar de trabajo. Sin duda esta profunda medida democratizadora tendrá sus efectos en el actual statu quo sindical. Lo que tendríamos que preguntarnos es si, en realidad, no ocurre porque la principal interesada en esta falta de práctica de democracia sindical, no es la misma corporación empresarial –para cualquier patronal la mejor comisión interna es la que no existe–.
A no engañarnos, en la actual Argentina, son muchas las cosas a profundizar, para hacer posible una verdadera democracia social. En primer lugar la inequitativa torta distributiva, de la cual son víctimas las grandes mayorías laboriosas, en segundo lugar los indignos niveles de inequidad entre los que más tienen y los excluidos del mundo del trabajo formal. Para lograr esos objetivos se deberá profundizar en los niveles de participación de la multitud aún hoy atomizada. En ese tan mentado camino democratizador, todas las instituciones sin excepciones tendrán que transformarse para ponerse a tono con los nuevos tiempos y las urgentes necesidades aún morosas. Los sindicatos no son la excepción. El desafío está en nuestras manos, la democratización de la sociedad toda y de las relaciones laborales en particular, son parte de la batalla cultural de la emancipación pendiente.

El revisionismo histórico

Tiempo Argentino
27 de febrero de 2011

Por Pacho O’Donnell

Alguien que tiene una clara idea de la historia verdadera, como la doctora. Cristina Fernández de Kirchner, ha avanzado en la senda del revisionismo: la reivindicación de la gesta de la Vuelta de Obligado, el ascenso a Generala de Juana Azurduy, la puesta en relieve de Manuel Dorrego, también el guión historiográfico de la celebración del Bicentenario que tanto escozor provocó en sectores del liberalismo conservador.

Los vencedores de las guerras civiles del siglo XIX escribieron la historia oficial, la que siempre nos contaron y nos enseñaron, y su espíritu no pudo sino reproducir la ideología oligárquica, porteñista, liberal en lo económico y autoritaria en lo político, antiprovincial y anticriolla de aquellos cuyo proyecto de país estaba resumido en el dilema sarmientino entre “civilización”, lo europeísta-porteño, y “barbarie”, lo criollo-provincial.
Estaban convencidos del país que querían y lo llevaron adelante sin reparar en medios. Guiados por un abstracto “progreso”, diseñaron una sociedad a la imagen y semejanza de las naciones poderosas de la época y copiaron sus instituciones y sus cartas magnas sin importar que ellas respondiesen a circunstancias e idiosincrasias ajenas a las raigalmente nuestras. Para ellos, civilizar fue desnacionalizar. De allí nuestras costumbres, nuestros gustos, nuestra arquitectura, nuestros deportes, nuestros vicios. Nuestra historia.
Para llevar a buen puerto ese proyecto de organización nacional consideraron imprescindible renunciar a lo criollo y a lo popular que constituían la identidad medular de lo argentino. Comenzar de cero, imaginando haber nacido del otro lado del océano. O en el hemisferio norte. Sus ideólogos, en especial Sarmiento y Alberdi (este antes de su conversión y de su conflicto con el sanjuanino), bregaron por la transformación de la Argentina en lo que no era, pero que ellos consideraron que debía ser.
Debieron entonces enfrentar una dificultad supina: sus mayorías, la plebe, “no servían” para el proyecto “civilizador”. No olvidaban que era contra ellos que habían combatido a lo largo de los años de guerras civiles, pues los criollos, los indios, los gauchos, los mulatos, los orilleros habían sido leales, en su inmensa mayoría, a quienes representaron sus intereses ante el extranjerizante despotismo porteño: Artigas, Dorrego, San Martín (sí, San Martín) , Rosas, Ramírez, López, Peñaloza, Felipe Varela. Todos ellos, vale apuntar, de finales trágicos.
Porque no se trataba de hacer un país confortable para las grandes mayorías, sino de acomodarlo a las necesidades de los poderosos: “Hemos de componer la población para el sistema de gobierno, no el sistema de gobierno para la población (...) Necesitamos cambiar nuestras gentes incapaces para la libertad” (Sarmiento).
Luego del asesinato de Dorrego se desencadenó un genocidio de gauchos federales, matanza que se repitió, amplificada, luego de que Urquiza entregase a Mitre el triunfo en Pavón. Los porteños organizaron entonces el Ejército Nacional, que fue lanzado a las provincias para ocuparlas y desalojar a sus gobernantes federales. En los años posteriores a Pavón murieron la mitad de los gauchos de la campaña.
La propuesta fue más allá del aniquilamiento físico y apuntó a la extirpación cultural, también psicológica, de todo aquello que oliera a plebeyo y nacional, identificado con barbarie, y lo hispánico, homologado a decadencia. Se estableció así una condición esencial de la dependencia argentina de intereses ajenos a los patrióticos en complicidad con su dirigencia política y económica. Mecanismo automático que funciona a nivel colectivo, en cada argentina y argentino, y se activa sin que se tenga conciencia de ello, pues está muy arraigada en nuestra cultura −más aun: en nuestro psiquismo− la idea de que lo culto, lo civilizado, lo deseable es lo exógeno. Ese diseño es el que se prolonga hasta nuestros días, con las variaciones impuestas por épocas y circunstancias, y a su calor se desarrolló la historiografía que le era funcional, sustentada por ceremonias escolares, marchas patrióticas, libros de texto, cátedras universitarias, academias y el dominio de los mecanismos de prestigio y de financiación.
Contra esa versión tendenciosa surgió en el pasado el “revisionismo histórico”, cuyo primer antecedente puede encontrarse en el Juan B. Alberdi que había regresado del elitismo: “En nombre de la libertad y con pretensiones de servirla, nuestros liberales Mitre, Sarmiento o Cía. han establecido un despotismo turco en la historia, en la política abstracta, en la leyenda, en la biografía de los argentinos. Sobre la Revolución de Mayo, sobre la guerra de la independencia, sobre sus batallas, sobre sus guerras, ellos tienen un alcorán que es de ley aceptar, creer, profesar, so pena de excomunión por el crimen de barbarie y caudillaje” (Escritos póstumos).
Desde sus inicios pueden detectarse un “revisionismo de derecha” y un “revisionismo progresista”. El primero pondrá el énfasis, por ejemplo, en el Rosas amante del orden, defensor de la soberanía nacional, aferrado al catolicismo en contra de la difundida masonería de su época. El segundo es representado por quienes compartían la opinión de la columna vertebral del revisionismo progresista, José María Rosa: “El gobierno de Rosas puede llamarse socialista. La Confederación Argentina con su sufragio universal, igualdad de clases, fuerte nacionalismo y equitativa distribución de la riqueza era tenida como una verdadera y sólida república “socialista” adelantada al tiempo y nacida lejos de Europa.”
La historia oficial se recicló rebautizándose como “historia social”, dominante en las universidades argentinas, que incorporó criterios y tecnologías actualizadas en un cambio cosmético sincerado por uno de sus principal ideólogos, Halperín Donghi (Ensayos de historiografía): “Nos proponemos ilustrar y enriquecer, pero cuidando de no ponerla en crisis, a la línea tradicional.” Es decir que se trata de una historia oficial modernizada.
Cabe aclarar que ningún prejuicio existe contra las serias y honestas investigaciones historiográficas llevadas a cabo por quienes no se identifican con el revisionismo; lo que cava la diferencia entre las corrientes en disputa es la interpretación que de ellas se hace.
Algunas acciones del gobierno nacional presidido por alguien que tiene una clara idea de la historia verdadera, como la doctora. Cristina Fernández de Kirchner, han avanzado en la senda del revisionismo: la reivindicación de la gesta de la Vuelta de Obligado, el ascenso a Generala de Juana Azurduy, la puesta en relieve de Manuel Dorrego, también el guión historiográfico de la celebración del Bicentenario que tanto escozor provocó en sectores del liberalismo conservador.
Araceli Bellota, Hernán Brienza, Eduardo Rosa, Pancho Pestanha, Luis Launay, Víctor Ramos, Leticia Manauta, Leonardo Castagnino, Eduardo Luis Duhalde, Hugo Chumbita, González Arzac, Oscar Denovi, Enrique Manson, Vergara Bertiche, Pablo Hernández, Roberto Surra, Marcelo Gullo, Muñoz Azpiri, García Pérez, Caro Figueroa, los recientemente fallecidos Ernesto Ríos y Enrique Oliva, son algunos de los declarados revisionistas actuales del campo nacional y popular, mayoritariamente peronistas, a los que vale agregar también a Felipe Pigna, Jorge Lanata, Daniel Balmaceda y a aquellos que se han ocupado de reescribir la historia más reciente como Ceferino Reato, Roberto Caballero, Marcelo Larraquy, Vicente Muleiro, María Seoane, Eduardo Anguita y otros. También cabe consignar a los revisionistas marxistas como Norberto Galasso.
Lo que unía y une a los revisionistas es lo que expresó Arturo Jauretche: “Véase entonces la importancia política del conocimiento de una historia auténtica; sin ella no es posible el conocimiento del presente y el desconocimiento del presente lleva implícita la imposibilidad de calcular el futuro, porque el hecho cotidiano es un complejo amasado con el barro de lo que fue y el fluido de lo que será, que no por difuso es inaccesible e inaprensible.”
Es que no puede construirse un futuro venturoso sobre la base de un pasado falsificado.

La prensa canalla

Tiempo Argentino
27 de febrero de 2011

Editorial Atlántida fue parte del aparato de propaganda de la última dictadura militar. Los herederos del “fundador” (Constancio Vigil) no dudaron en ponerse al servicio de los represores que entre 1976 y 1983 gobernaron la Argentina a sangre, fuego y neoliberalismo. El 10 de septiembre de 1979, la revista Para Ti publicó una entrevista a Thelma Jara de Cabezas mientras permanecía detenida-desaparecida. En el artículo, la mujer renegaba de su lucha por la búsqueda de los de-saparecidos. Sin embargo, su hijo denunció durante el megajuicio por los crímenes cometidos en la ESMA que el supuesto reportaje fue realizado en un bar bajo el intimidante control de un grupo de tareas. Pero no es el único caso: entre 1977 y 1978, Gente, Somos y Para Ti presentaron a Alejandrina Barry como una niña abandonada por sus padres “subversivos”. La acusación contra la editorial fundada en 1918 está en el Juzgado Federal Nº 12 a cargo de Sergio Torres.
“Los hijos del terror”, tituló Somos el 30 de diciembre de 1977. La foto de Alejandrina graficaba la nota. Pocos días después, el 5 de enero de 1978, la revista Gente –dirigida entonces por Samuel “Chiche” Gelblung– publicó la misma historia. “Esto también es terrorismo. Alejandra está sola”, indicaba la edición del semanario que años después alentaría la delirante Guerra de Malvinas con el famoso “Estamos ganando”. Para Ti no se quedó atrás: el 16 de enero de 1978 interpelaba a los padres de la pequeña: “A ellos no los importaba Alejandra”. Los padres de la niña –Alejandro y Susana Beatriz Mata– eran militantes de Montoneros y fueron secuestrados y asesinados en el marco del Plan Cóndor que articulaba la represión de las dictaduras del cono sur.
La denuncia judicial busca que la justicia establezca que Editorial Atlántida acordó con el grupo de tareas 3.3.2 de la ESMA un operativo de propaganda. “La idea era usar su imagen y fraguar su historia cuando ella tenía tres años de edad”, explicó a Tiempo Argentino el abogado de Alejandrina Barry cuando presentó la querella. En la causa, ya declaró el periodista Miguel Bonasso como testigo. “Vengo a ratificar y profundizar lo que dije en el libro Recuerdo de la muerte, de la complicidad de una prensa canalla”, afirmó el diputado de Diálogo por Buenos Aires.

El kirchnerismo y sus fortalezas

Tiempo Argentino
27 de febrero de 2011

Por Felipe Yapur

Cristina Fernández inaugurará el martes por última vez, al menos en este período presidencial, un nuevo año parlamentario. Enfrente suyo estarán no sólo sus diputados y senadores, sino también la escucharán aquellos legisladores que insisten en reinstalar el neoliberalismo de los ’90, los que presagian el peor destino del país luego del paso de las siete plagas de Egipto, y uno que otro jinete del Apocalipsis e incluso los que con raíces ideológicas similares al del partido de gobierno, votan con los bloques que están en las antípodas de su pensamiento. Entre estos, habrá varios con los que competirá, en caso de buscar la reelección, en los comicios de octubre próximo. Hasta allí llegará la presidenta, hasta el edificio que fue el campo de batalla política del año que pasó. El lugar donde la oposición había soñado sesiones desbordantes de éxito, festejadas por sus seguidores y lloradas por el oficialismo. Sin embargo, jamás soñó e imaginó hasta dónde podía hundirse y fracasar. Nada queda hoy de aquel Grupo A que parecía invencible y que el Frente para la Victoria (FPV) aprendió a doblegar desde la inferioridad numérica, a fuerza de discusión política, a escuchar y sumar aliados y sobre todo, gracias a los logros de la gestión del gobierno nacional que derivó en el respaldo popular que hoy muestran las encuestas de opinión. Igual, el año parlamentario se prevé complicado. No porque los bloques opositores amenacen con una agenda de temas con los que harán tambalear al gobierno de Cristina Fernández. Nada más alejado de la realidad. Se prevé complejo porque las elecciones escalonadas en las provincias hacen peligrar la posibilidad de sesionar todas las semanas. Por caso, luego de la sesión de este martes, habrá que esperar que transcurran los comicios de Catarmarca del 13 de marzo y de Chubut, una semana más tarde, para que puedan volver a sesionar. Al oficialismo lo afecta este complejo calendario electoral pero mucho menos que a sus opositores. El FPV tiene a su favor dos elementos favorables que son fundamentales. Mientras sus legisladores esperan que se devele el misterio de si Cristina Fernández irá por la reelección, se mantienen unidos porque cuentan con una conducción que los representa y a la que responden. Por otra parte, y sobre todo, trabajan y militan en el marco de un proyecto político que se desarrolla desde el gobierno nacional, que influye y determina a gobiernos provinciales, municipales y comunales. Los frutos positivos de la gestión presidencial les permite a los legisladores afrontar con mejores perspectivas las vicisitudes de la tarea parlamentaria, donde son la primera minoría. Las fuerzas de la oposición, en cambio, son las más afectadas. La cantidad de elecciones en provincias conspira no sólo con el número ideal de sesiones, sino con la posibilidad de alcanzar consensos. Es que esas coincidencias parlamentarias suelen estar atadas a los acuerdos que consigan o no los ingenieros electorales. Si bien la ley prevé un régimen de elecciones internas abiertas y obligatorias para agosto, algunos partidos como la Unión Cívica Radial decidieron sumarle una complicación al convocar comicios internos. Estos, como reconocen sus integrantes, no sólo alborotan la vida partidaria sino que exacerba las diferencias que terminan incluso estallando en el seno del bloque. Si a todo esto, se le suma el hecho de que muchos de los precandidatos, ya sea presidencial, gobernador, jefe de gobierno porteño o intendente, son actualmente diputados o senadores, las probabilidades de que se profundicen las diferencias internas y por ende no haya sesiones, crecen exponencialmente. En síntesis, el problema de la oposición en el Congreso no pasa sólo por el cronograma electoral, sino más bien por la ausencia de un proyecto político que los unifique más allá del antikirchnerismo. El año pasado, por caso, cuando el Grupo A era mayoría no lograron siquiera acordar un proyecto sobre las retenciones. En la Comisión de Agricultura, casi corre sangre entre los diputados que provenían de las organizaciones patronales del campo.

Analizan intervenir la obra social de la Federal por casos de corrupción

Tiempo Argentino
27 de febrero de 2011

Por Franco Mizrahi

El Ministerio de Seguridad estudia el expediente por el que el juez Federal Sergio Torres elevó a juicio oral a un ex jefe de la Fuerza y a otras nueve personas. La medida forma parte del proceso de normalización iniciado por Garré.


En un nuevo paso para erradicar todo vestigio de corrupción dentro de la Policía Federal Argentina (PFA), desde el Ministerio de Seguridad están analizando intervenir la obra social de la Fuerza en los próximos días. La decisión se está barajando desde que el 15 de febrero pasado, el juez Federal Sergio Torres elevará a juicio oral a Roberto Giacomino, ex jefe de la Fuerza, por irregularidades en la contratación de empresas para la provisión de servicios de salud.
Al solicitar la elevación a juicio, la fiscalía sostuvo que el imputado realizó “diversas maniobras dirigidas a obtener un beneficio indebido de la administración pública (en el caso de la Obra Social y la Superintendencia de Bienestar), mediante múltiples conductas engañosas y fraudulentas”.
Circunstancia que Torres corroboró durante su investigación, por lo que decidió remitir el expediente a un Tribunal Oral: “Está suficientemente acreditado que por lo menos durante el período comprendido entre junio de 2002 hasta octubre de 2003, existió un acuerdo de voluntades entre entonces funcionarios públicos, que desempeñaban distintas funciones en la Policía Federal Argentina y un grupo de personas que, a través de sociedades y empresas, eran contratadas en forma ilegal para la realización de obras, prestación de distintos servicios y compra de bienes.” Estas ilegalidades estaban vinculadas a la provisión de servicios en el Hospital Churruca y la obra social de la PFA.
Los hechos que se le imputan al ex jefe de la PFA sucedieron durante el gobierno del ex presidente Eduardo Duhalde. Giacomino había arribado a la cúspide de la Fuerza tras los sucesos del 19 y 20 de diciembre de 2001 que derivaron en la caída del gobierno de Fernando de la Rúa. Fue recomendado para el cargo por el entonces gobernador bonaerense, Carlos Ruckauf, quien lo conocía desde su paso por la vicepresidencia de la Nación, cuando el agente se desempeñó como su custodio.
El magistrado también elevó a juicio a otros nueve acusados a quienes atribuye la misma imputación que al ex jefe de la PFA.
Este hecho se suma a la serie de delitos que se le adjudican a la Federal para hacer “caja”. Sin embargo, desde que Nilda Garré como ministra de Seguridad, se propuso terminar con los desmanejos que caracterizaron a la policía en las últimas décadas.
Por estos motivos, la Federal no goza de la confianza de Garré. Un ejemplo de esto es que la custodia del edificio gubernamental en el que la ministra desempeña diariamente sus tareas está a cargo de la Gendarmería y no de la PFA como el resto de las reparticiones del gobierno nacional. A esto se suma la reciente disposición del Ejecutivo de quitarle la potestad de realizar las cédulas y los pasaportes.
La decisión de actuar sobre el funcionamiento de la Federal comenzó a tomar fuerza durante la investigación del asesinato del militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra, ocurrido el 20 de octubre del 2010. La fiscal del caso era entonces Cristina Caamaño, quien apartó de la pesquisa a la policía porque desconfió de su accionar durante el homicidio. Hoy Caamaño se desempeña como secretaria del ministerio.
Otro hecho que puso la mira sobre la Federal fue su rol durante la toma del Parque Indoamericano. Justamente, la creación del ministerio coincidió con el momento más álgido de este conflicto social, a comienzos de diciembre pasado. Entonces, la conducción de la Fuerza pasó a manos de Garré, quien relevó a toda la cúpula policial.
La próxima intervención de la obra social de la Fuerza se enmarca en esta secuencia.

“La televisión vampiriza los éxitos”

Tiempo Argentino
27 de febrero de 2011

Por Tomás Forster

El periodista, autor de varios libros sobre medios de comunicación, cuestiona los mecanismos que convirtieron a la TV argentina en un “depresor social”. También analiza la subordinación de la radio a los canales de noticias, la Ley de Medios de la Democracia, el formato 6,7,8 y la responsabilidad profesional de los hombres de prensa. Cómo lo convirtió el exilio en un verdadero “argenmex”.


La escritura o su ausencia adoptan, muchas veces, la forma de un estado de ánimo. El escritor se queda sin palabras, sin ganas de buscar nuevas historias que lo atrapen, frente a la sensación de desolación y vacío que le puede generar enfrentarse a un mundo extraño y distante de aquel que siempre fue su fuente de inspiración. Como le paso a Osvaldo Soriano. El recordado “Gordo” sobrellevó varios años de exilio europeo sin poder escribir una nueva novela después de Cuarteles de invierno. Lejos del barrio, de los pueblos perdidos en el llano, de sus personajes profundamente argentinos, mínimos y entrañables, Soriano carecía de su mundo literario. Hasta que pegó la vuelta y encontró, en nuevos antihéroes, el rastro del cantor de tangos orgulloso y solidario, del boxeador frustrado y lleno de dignidad, del loco del pueblo y, claro, del peronismo y la vida popular. Huellas de lo poco que quedaba en pie luego de la noche dictatorial.
Pero, en otros casos, esa sensación de vacío insondable, esa pérdida de lo conocido, ese resquebrajamiento del ser, se transformó en una experiencia enriquecedora y un vínculo estimulante. Y, lo que al principio apareció como totalmente desconocido, devino, poco a poco, en nuevas costumbres y hábitos culturales que introdujeron sustanciosos e inesperados elementos en esas identidades.
Algo de eso le ocurrió a Carlos Ulanovsky. Un “argenmex” visible y confeso. Quizás por la menor distancia cultural y la activa vida social que reinaba entre los argentinos exiliados en tierras aztecas, Ulanovsky siempre tuvo un recuerdo muy intenso de aquellos años. Tal fue la importancia de aquella experiencia que se decidió a escribir sobre sus vivencias y las de su familia. Con la Guerra de Malvinas como telón de fondo y con un porvenir que, en ese entonces, parecía más cercano al bosque de Chapultepec que a la calle Lavalle, fue elaborando una serie de escritos que le dieron forma a Seamos felices mientras estamos aquí. Crónicas del exilio.
Agotado en las dos ediciones anteriores, el libro acaba de ser reeditado, en formato de bolsillo, por Sudamericana. Además de contar con una prosa dinámica y entretenida, el principal acierto del escrito radica en que logra fundir el clima de época con las peripecias personales. Para la ocasión, el autor incorporó una dedicatoria especial a sus hijas y un prólogo en el que actualiza los motivos de la obra. Ulanovsky charló en profundidad con Tiempo Argentino sobre su libro más querido y otros temas que lo desvelan.

–¿Cuáles fueron los motivos que te llevaron a escribir sobre la experiencia del exilio?
–Tengo 17 libros editados pero ninguno de ficción. Soy evidentemente un tipo, por el trabajo periodístico que siempre hice, muy apegado a la realidad. Y el origen de este libro fue un hecho de la realidad que me conmovió lo suficiente como para comenzar a escribir. Vivía en México con mi familia y estaba de vacaciones, en una playa. Era un lugar difícil para conseguir un cuaderno, pero me puse a escribir. Ahí nos enteramos de que la Argentina le había declarado la guerra a Inglaterra. Y sentí una inevitable necesidad de participar de alguna manera, porque necesitaba entender. Aun a la distancia.
–¿La sensación, en ese momento, era que el exilio iba a durar varios años más?
–La verdad es que, apenas nos enteramos, el futuro era más dudoso que otra cosa. La sensación de que todo se iba a prolongar se notó, realmente, cuando volvimos de nuestras vacaciones al día a día en el Distrito Federal. Ahí tuvimos tiempo para tener ese tipo de discusiones y de contradicciones. La colonia argentina se sensibilizó y movilizó por todo el episodio. Hubo posibilidades de discutir entre todos: los que estaban de acuerdo y los que estaban en completo desacuerdo. A mí me parecía que era una locura y entendí que era imposible, por las situaciones del país, afrontar esa guerra. Sin embargo, como me gusta hablar de contradicciones, recuerdo dos movilizaciones que hizo la colonia de exiliados: una frente al Consulado argentino y otra frente a la Embajada de Inglaterra.
–¿Y a partir de ese momento decidiste comenzar a escribir, pasar a ser un cronista intimista de la experiencia del exilio?
–Así es, y vuelvo a otros momentos que nos marcaron a todos los argentinos que vivíamos allá. Como lo que pasó en el Mundial ’78, que fue otro episodio de sentidas contradicciones. En esa ciudad, la más extendida del mundo era medio patético ver a 20 o 30 autos de argentinos tocando la bocina y festejando. En ambos casos se debatió y nos preguntamos: “¿Qué estamos haciendo? No estamos apoyando la posibilidad de que los milicos permanezcan en el poder?”
–¿Cuál es el lugar de este libro en toda tu obra?
–Es el libro que más quiero de todos. Significó muchas cosas. La posibilidad de reflexionar sobre ese paso fundamental, en mi vida, que fue el exilio. Cuando pude desarrollar mis elecciones más profundas y adultas. Además porque hablo de mi familia y mis amigos. Cada uno de los capítulos está dedicado a la gente que conocí allá y con la que generamos una especie de familias sustitutas.
–¿Cuáles fueron las sensaciones al releerlo últimamente?
–Me impresionó que, entre los dedicados de cada capítulo, había muchas personas que ya no estaban, o porque se habían muerto o porque la mayor parte de las dedicatorias eran a parejas, muchas de las cuales se habían divorciado. La vida había intervenido sobre el libro. Había que asumirlo y lo asumí con un nuevo prólogo. Era inevitable que sucediera esto porque es un libro con una larga vida, se termina de escribir y se edita en el ’83. En 2001, en la segunda edición, lo agarré porque era necesario hacerle una serie de lecturas, una interpelación por la cantidad de personas que se estaban yendo del país por motivos económicos y porque habían pasado 18 años desde la primera publicación.
–¿Y cómo se vincula este presente, tan distinto al de 2001 y al de la década del 1970, con este tercer momento del libro?
–La verdad que no pensé demasiado esa relación como sí lo hice en 2001. Sí es evidente que ahora no hay una corriente tan definida y clara de gente que se quiera ir. Incluso, por las informaciones que se manejan está volviendo gente. Hace poco leí un artículo de Adrián Paenza en el que contaba que muchos científicos retornaban, algo fantástico realmente.
–¿Cuál es el recuerdo del momento en el que optaste por el camino del desarraigo?
–En mi caso me fui por miedo. Soy un exiliado del miedo. Me fui dos veces, la primera desde el ’74 hasta enero del ’76. A contramano de lo que todos nos aconsejaban volvimos hasta el ’77. En ese año nos fuimos de nuevo a México y nos quedamos hasta el ’83. Antes del primer exilio, era uno de los dos secretarios de redacción de Satiricón junto a Mario Mactas. Y nos empezaron a atacar las revistas de ultraderecha. Tuve la sensación de que el piso se me movía y me resultó insoportable. Decidí irme, y con la perspicacia política que siempre me caracterizó, pensé que en dos meses todo pasaba, conseguí un laburo en México y finalmente nos fuimos quedando. El primer edificio donde vivimos era uno de esos lugares donde te podías quedar sin necesidad de papeles y había muchos argentinos ahí, entre ellos Héctor Cámpora. Nosotros vivíamos en el cuarto piso y, en el tercero, Cámpora estaba con toda su familia. Antes de volver por segunda vez a México, me fui a trabajar a publicidad y, a la par, volvió a salir Satiricón. Los milicos me buscaron otra vez y nos volvimos a ir. Curiosamente, sin el miedo de la primera vez. En esa segunda estadía los que eran nuestros amigos y la gente más cercana habían tomado una actitud más de permanencia frente al exilio.
–Jugando con el título del libro, ¿fueron felices mientras estuvieron en el exilio?
–El título se me ocurrió luego de comprar, a la salida de mi trabajo en México, una artesanía con un mirasol que tenía ese mensaje. Sobrevivió al container del retorno y a cinco mudanzas. Siempre lo pensé como una clave de supervivencia y de amor. Recuerdo que cuando llevé la artesanía a mi casa, mi mujer lo apreció de la misma manera. El día a día fue muy grato, mis hijas crecieron muy bien. Lo mismo me trasmitieron muchos lectores. En cuanto a tu pregunta no voy a ser hipócrita. Por un lado se podía vivir y se vivió muy bien. Pero no es un dato menor que, casi todos los que estuvimos exiliados, regresamos. Aun en condiciones inciertas.
–¿En qué rasgos se mexicanizaron vos y tu familia?
–Cuando voy al DF es como si estuviera en Buenos Aires, conozco para qué lado van todas las avenidas. La comida me es totalmente común, luego de haber tenido primeras e inevitables experiencias tremendas con el picante. En lo que hace a la personalidad me cambió la agenda de la cabeza. Fue muy grato descubrir que la informalidad mexicana me enseñó a no desesperarme tanto por tener una agenda súper aguerrida.
–¿Cómo influyó en tus hijas la estadía en México?
–Mis hijas son muy “argenmex”, que me parece un concepto interesantísimo y muy claro de lo que fue nuestra experiencia como exiliados. La mayor, dedicándose al diseño gráfico, tuvo varios grupos mexicanos de corridos y rancheras con varias amigas, y ahora, con otro amigo, tienen una banda que se llama La musical mexicana. La menor, que cuando nos fuimos tenía pocos meses pero al volver contaba 6 años, hizo un corto que se llamaba Pasaportes, basado en la experiencia que le significó la adaptación a la Argentina luego de pasar sus primeros años de infancia en México.

Con las mismas cualidades que lo llevan en su narración del exilio mexicano a ubicarse, a la vez, como observador y protagonista de aquella experiencia, Carlos Ulanovsky se convirtió en un avezado historiador y especialista sobre medios de comunicación, a la vez que desarrolló una extensa y variada trayectoria como periodista, comunicador y redactor publicitario. Con más de una decena de libros sobre la historia de la radio, la televisión y la prensa gráfica, algunos de sus textos son Paren las rotativas: una historia de grandes diarios, revistas y periodistas argentinos, Cómo somos. Trapitos argentinos al sol y el reciente Tato, biografía sobre el célebre humorista. A continuación, Ulanovsky desmenuza, sin guardarse nada, la realidad que atraviesan los medios y apoya, con algunos reparos, la Ley de Medios de la Democracia porque “los medios los hacen las personas”.
–¿Cómo ves el momento actual que atraviesa la radio?
–El año pasado me agarró un plantón en Aeroparque. Era de noche y por suerte estaba con mi radio portátil. Empecé a hacer zapping de radio y se me pasó el tiempo fantásticamente. Pensé: “¿Qué escuché?” Bueno, hasta que empezó Dolina, escuché boludeces, pero como dice Fernando Bravo: “la radio son boludeces que suman”. Y entonces llegué a la conclusión de que tenemos una radio variada, pero banal y entretenida. Es variada porque tiene de todo, pese a que el género predominante es el magazine, en el que cabe absolutamente todo. Hay magazines de la mañana a la noche.
–¿Cuál es el secreto de la radio para mantener su importancia en la vida cotidiana de los argentinos?
–La radio le da a la gente, al oyente, la posibilidad de tener la fantasía de participación, de intervención sobre todo tipo de temas, de las cuestiones personales a las problemáticas colectivas y políticas más urgentes. Ese es un rasgo muy actual de la radio que no hay que desdeñar.
–¿La radio perdió agenda propia y se alimenta de otros medios de comunicación?
–Lamentablemente, desde hace algunos años, en los estudios de radio empezaron a existir los monitores de televisión que suelen estar sintonizados en señales de noticias, no en History Channel. Y eso inevitablemente le marca la agenda al tipo que está haciendo el programa.
–¿La radio se subordina a la televisión?
–Sí, la palabra subordinación define tal cual lo que ocurre. Porque no hay reciprocidad en esa relación, es muy raro que la televisión se ocupe de la radio. Sólo cuando hay un exabrupto o cuando son personajes con trascendencia mediática. También se fueron perdiendo géneros en la radio. No hay ficción, cuando la radio es un lugar ideal para ese género.
–¿La televisión es, al igual que la radio, entretenida y banal?
–¡No!, la televisión es muchísimo peor. Agarra un programa de éxito y lo vampiriza, todo es utilización de ese programa. El año pasado llegaron a haber 16 programas que explotaban el éxito de Tinelli. La televisión no es un estimulante social, es más bien un depresor social.
–¿La nueva Ley de Medios, además de ponerle freno a los monopolios y lograr una distribución equitativa del mapa comunicacional, puede influir positivamente en la calidad de los contenidos?
–Este año la televisión cumple seis décadas, es mucho tiempo de costumbres, de maneras muy arraigadas de hacer, entender y ver televisión que no se cambian por una nueva legislación. Está perfecto que haya leyes porque los ciudadanos careceríamos de un marco de referencia, esta nueva ley está llena de elementos saludables, pero los medios los hacen las personas.
–¿Coincidís con los que dicen que los medios concentrados son la principal oposición al gobierno?
–Es una parte, ¿no? No creo que sea la principal. No hay dudas de que es una oposición dura. Ciertas notas de Clarín y La Nación que afirman que desde el gobierno se construyeron medios favorables, hablan desde una hipocresía notable, porque no hay punto de comparación todavía. Los medios estatales ocupan un lugar muy minoritario con respecto al de esos medios.
–¿Considera que la práctica periodística está mutando en algo totalmente nuevo o va a mantener sus lineamientos tradicionales?
–Acá y en muchas partes del mundo, el periodismo está preocupado por el avance de otras tecnologías y me parecen bien. A mí me gusta leer el diario en papel y nunca lo voy a poder cambiar. Pero los jóvenes ya no leen los diarios en el formato tradicional y primero que nada se meten en Internet. Habría que agradecerles a los bares que todavía tengan los diarios al alcance. En ese punto, también aparece otra función muy importante que tiene la radio. En la debacle de 2001, mucha gente tuvo que apartar al diario de su vida y se apoyó en la radio que, con muy poco, le permite a la gente estar al tanto de lo que ocurre acá y en el mundo.
–¿Cuál es tu postura en relación a la figura del periodista “independiente y profesional” que levantan los medios de la derecha?
–El periodismo es el ejercicio de la mirada. El que tenga mirada más sofisticada, el que haya leído más libros, consultado más fuentes, te va a traer la mirada más veraz. También hay que agregarle otra cuestión. Yo trabajé en Clarín, en La Nación, en Página 12 y me llevo un dicho de todas esas experiencias: el periodismo es lo que te deja en blanco la publicidad. Primero que nada se arma la pauta publicitaria y en función de eso se piensa cuánto hay para llenar y, además, tres o cuatro personas deciden cuál va a ser el contenido.
–¿Qué opina de formatos televisivos como el de 6,7,8?
- Creo que 6,7,8 fue muy útil para mostrar una cantidad de cosas, en la aclaración de ciertos temas, en la manera de revelar cómo funcionan los grandes medios, para contarle cosas a la gente que no tenía posibilidad de enterarse. Las convocatorias que hicieron tuvieron éxito y lo que más me gustó fue escuchar a gente sintiendo que la compañía que tenían los confirmaba en sentimientos que antes creían vergonzantes. Podían manifestarse libremente, junto con otros a favor del gobierno.

Mitos y verdades sobre las heridas que sufrió el cadáver de Eva Perón

Tiempo Argentino
27 de febrero de 2011

Por Mónica López Ocón

En 1974, casi de manera secreta, restañó las huellas y lesiones provocadas al cadáver-botín político, en el largo periplo realizado desde que fuera robado de la CGT por los sicarios de la autoproclamada Revolución Libertadora.


Las canciones patrias que se aprenden en la infancia se recuerdan toda la vida. Algunas, incluso, se transforman en mandato. A Domingo Tellechea, por ejemplo, no le bastó con intentar que fueran eternos los laureles, sino que, además, procuró contribuir a la eternidad del cuerpo de Eva Perón. En 1974, luego del largo periplo del cuerpo robado, desaparecido y convertido en botín de guerra, y poco antes de que la desaparición de cuerpos vivos se convirtiera en la Argentina en política de Estado, restauró el cadáver mítico que había sido embalsamado por Pedro Ara. Acostumbrado a la tarea que lo llevó no sólo a trajinar por morgues y museos policiales para reproducir piezas, sino también por iglesias y palacios para conservar obras de arte, Tellechea admite que no tomó plena conciencia de la trascendencia política e histórica que esa vez tenía su trabajo. Ni siquiera el asesinato –ocurrido ese mismo año– de su amigo Julio Troxler, que había sobrevivido al fusilamiento de los basurales de José León Suárez, pero que no logró sobrevivir a la Triple A, lo ayudó a pensar que la tarea de un restaurador, en la que él había volcado todo su talento de investigador y experimentador, puede ser también una forma de militancia y resistencia.
Como empeñado en contradecir a Heráclito que sentenció que no podemos bañarnos dos veces en el mismo río, Tellechea se dedicó toda la vida a arrebatarle al tiempo las cosas que se lleva de manera inexorable, a borrar sus huellas, a devolver lozanías perdidas. El empeño puesto en esta tarea lo llevó a proyectar la restauración a nivel internacional. Fue el Fundador del Primer Centro de Restauradores de Sudamérica, del Instituto Técnico de Restauración de Buenos Aires y del Instituto Técnico de Restauro de San Pablo, ciudad en la que vive desde que se fue del país luego del golpe militar de 1976. Fundó, además, el Museo Histórico de Cera de la Boca. Fue docente, publicó numerosos trabajos y obtuvo diversas distinciones en Brasil por su contribución a la conservación de parte de su patrimonio histórico.
Viaja periódicamente a la Argentina para visitar a su hija y a sus amigos. Esta vez, la razón fue la restauración de unos cuadros del doctor Chama, un cirujano plástico al que lo une una amistad de 40 años y al que le pregunta detalles de su propia vida como si hubiera delegado en él la tarea de conservar su historia. Es en la casa de Chama que recibe a Tiempo Argentino haciendo un alto en la tarea de la restauración. Tellechea ni siquiera cuando está de viaje, deja de codearse con la eternidad. A su manera, es un proustiano práctico que anda siempre a la búsqueda del tiempo perdido.
–¿Por qué fue usted el encargado de restaurar el cadáver de Eva Perón? ¿Tiene algo que ver con el hecho de que su padre hubiera sido amigo de Perón?
–Mi padre fue amigo de Perón, pero eso no tuvo nada que ver.
–¿Y usted lo conoció a Perón?
–Sí, lo conocí. Pero quien me pidió que hiciera la restauración fue Ivanessevich, que era muy amigo mío junto con Garrido.
–¿Perón ya había muerto en el momento de la restauración?
–Sí, ya había muerto y a algunos les hubiera gustado que fuera embalsamado, pero la presidente no lo permitió y él tampoco lo quería.
–¿De qué forma le comunicaron que usted sería el encargado de restaurar el cuerpo?
–Estaba en el bar La Fragata, cerca de donde había trabajado en otro tiempo en el Museo Policial. De pronto entran unos hombres que empujan la puerta vaivén y rápidamente se ponen a mi lado. Estaban vestidos de negro y me dijeron “Nos va a tener que acompañar.” Pensé que era mi final. Les pregunté a dónde. Y entonces me dijeron que íbamos a una reunión con Ivanissevich que me estaba esperando. Se ve que había hablado con la señora sobre el tema y que ella había aceptado. Me pegué un gran susto porque era una época para asustarse. Fui a su encuentro y de allí me llevaron a la Escribanía Mayor de Gobierno donde está Garrido. Ahí me explicaron la necesidad de restaurar ese cadáver que había sido embalsamado para permanecer incluso si fuera enterrado.
–¿Fue expuesto el cadáver luego de la restauración?
–Sí, fue expuesto una vez en la cripta de la quinta presidencial. –¿Con qué se encontró cuando se enfrentó al cuerpo de Eva Perón?
–Era un desastre. El cuerpo corría el riesgo de entrar en proceso de pudrición, y se sabe que cuando en cualquier cadáver comienza la descomposición pútrida ese proceso no se revierte. De modo que el panorama era muy difícil. Ese era el miedo que tenía Ivanissevich que me acompañó durante todo el proceso de restauración. Además, el cadáver tenía insectos. –¿Tenía signos de violencia como el tabique nasal quebrado?
–No se sabe si fue efecto de la violencia. Tenía, por ejemplo, los pies deteriorados y eso habla de que el cuerpo estuvo de pie.
–Pero no en la tumba de Italia...
–No, el cadáver estuvo de pie en parte del recorrido que hizo, del que también hablo en mi libro aún no editado (ver recuadro).
–¿Usted diría que eso fue intencional?
–Fue intencional en la medida en que quien roba un cadáver lo hace con una determinada intención. Incluso el Vaticano estuvo en este asunto, no es una cosa simple, es una gran trenza. Sus heridas eran múltiples, su cuerpo estaba maltrecho. Estuvo en un cine, también en el despacho de algunos militares donde el féretro fue abierto. Tenía heridas, pero no puedo afirmar que hayan sido hechas con un arma cortante. Sí puedo asegurarle que no estaba degollada y que no tenía hundimiento en ciertas partes del cuerpo porque le hubieranpegado con armas largas, como se dijo. Tenía un gran deterioro, pero esas cosas no existieron. No era justo dejar eso así, había que restaurar el cadáver. Yo era el director del Museo de la Casa de Gobierno y era mi obligación hacerlo. No lo hice para ocultar algo, para que no se vieran los golpes.
–Lo hizo para evitar la descomposición.
–Sí, no llegó a la descomposición pútrida. Lo que pasa es que los humores de un cadáver no necesariamente tienen que estar podridos para que el proceso sea irreversible.
–¿Un cadáver embalsamado tiene humores?
–Sí, por más tiempo que pase siempre hay humores, hay líquidos.
–¿El proceso de embalsamamiento no supone la eliminación de las vísceras y su remplazo por materiales no corruptibles?-
–No. A Eva Perón no se le practicó taxidermia, está embalsamada por un proceso de momificación.
–¿Y un proceso de momificación no supone la deshidratación?
–De alguna manera sí, en el fondo es una deshidratación. Pero con la deshidratación el cuerpo no debe perder volumen o debe perder lo menos posible. Algunas momias antiguas, por ejemplo momias peruanas, sí han perdido volumen, pero no es el caso de la momificación moderna.
–Pero un cuerpo no deja por eso de ser algo orgánico, no se transforma en una piedra
–Exacto. Hay un solo cadáver que lo hicieron piedra los franceses en el Louvre por error y, si no recuerdo mal, fue la momia de Ramsés II. Le pusieron una resina interna y la catalizaron con rayos Gama. Fue una tremenda equivocación. –¿Y cuál es el peligro de la petrificación?
–Que la momia no sirva más como momia, que no se la pueda estudiar. La restauración es minimalista, cuanto menos se interviene, mejor. Una taxidermia es otra cosa. Por eso, las colecciones más importantes se conservan en formol con alcohol. En la morgue judicial hay muchas y eso permite estudiarlas.
–Tejer conjeturas es casi un deporte. ¿Qué rumores corrían respecto del cuerpo de Eva mientras usted lo estuvo restaurando?
–Había gente de muchos gremios que no creía que el cadáver estuviera dentro del féretro. Como el cuerpo fue robado de la CGT, ellos se sentían responsables, querían saber. Eso era algo que nos apuraba y creo que también eso pesó a la hora de tomar la decisión de realizar el trabajo de restauración. Pesó tanto en la presidenta, como en Ivanissevich y en Garrido.
–Es decir que su trabajo tuvo un gran sentido político.
–Todo es político. Yo, como director del Museo tenía la obligación de hacerlo.
–¿Pero usted quería hacerlo?
–Tenía la obligación moral de hacerlo.
–Pero más allá de la obligación moral también habría un deseo. –Yo sabía que el Golpe era inminente y no iba a hacer nada para llamar la atención sobre el tema. –Pero restaurar el cadáver de Eva Perón debería significar para usted algo diferente de otro tipo de trabajo.
–Sí, una gran responsabilidad. No era juguete. Además hay que tener en cuenta que nunca hubo mucha suerte en la restauración de momias. La de Lenin fue restaurada muchas veces sin mucho éxito porque en diferentes fotos se ve el deterioro.
–¿Tuvo carácter secreto la restauración?
–Era un secreto a voces, pero tratamos de que no trascendiera. –¿Dónde se realizó ?
–En un lugar anexo a la cripta de la quinta presidencial.
–¿Hubo algo que le llamó la atención cuando la realizó?
–Descubrí alguna mentirita. Ara dijo que jamás abrió el cuerpo. Sin embargo, tenía un corte que estaba oculto por el pelo, cosa que es muy natural, porque el cerebro hay que sacarlo porque es lo primero que se pudre. Y la técnica con que lo sacó Ara fue directa.
–¿Hizo un seguimiento de su trabajo de restauración?
–Sólo mientras estuvo en la cripta. Luego de que fue enterrada no supe más nada, pero estimo que no debe de haber cambios importantes porque está muy bien momificada. El trabajo de Ara fue magnífico.
–¿La conoció a Eva en vida?
–No, yo no, pero mi padre sí.
–¿No pesó a la hora de la restauración la relación de amistad que su padre había tenido con Perón y con ella?
–Esas cosas uno no las mide. Ante un trabajo soy frío.
–Usted fue muy amigo de Julio Troxler, uno de los sobrevivientes de los fusilamiento de los basurales de José León Suárez.
–Sí, fue un gran amigo mío, alguien con quien tuve un gran acercamiento. Troxler no se cuidaba, andaba siempre a cara descubierta.
–Y fue asesinado por la Triple A.
–Sí. Para que se dé una idea del vínculo que teníamos le cuento una anécdota. Un día me pidió que lo llevara al museo Policial para conocerlo, y yo lo llevé, aunque ya no tenía relación con el Museo en esa época. Le presenté a los directores. Todo el mundo sabía quién era y todo el mundo sabía que lo buscaban. A los pocos días lo fusilaron en la calle, en Barracas. No sé si usted recuerda la película de Pino Solanas Los hijos de Fierro.
–Sí, la recuerdo.
–Bueno, los trucos de esa película los hice yo. Uno de los hijos representaba la resistencia de los estudiantes, el otro, a los gremios y el tercero era Troxler, que representaba la lucha armada. Yo le hice un molde de cada una de las cabezas de los hijos de Fierro, porque hacia el final se veía al viejo empujando un canasto con las tres cabezas cortadas, que tenían que ser impresionantes. Yo conservo una que creo que voy a dejar en algún museo. A Troxler le tomé el molde para la cabeza atrás de donde estaban los caños Amato, una fábrica que había sido desmontada y que era un desbarajuste de hierros.
–Tomás Eloy Martínez me contó en una entrevista que Perón tenía el cuerpo de Eva en Puerta de Hierro sobre una gran mesa y que Isabel la peinaba mientras López Rega trataba con sus “brujerías” de que algo de la fuerza de Eva pasara a Isabel. ¿Tiene algún conocimiento de ese hecho?
–No, no lo tengo. Pero en el libro comento alguna anécdota sobre la visión que ella tenía de esas cosas.
–¿Usted se tuvo que ir del país luego del golpe militar por haber realizado el trabajo de restauración del cadáver de Eva?
–Sí, por eso y también por otro tipo de trabajos de resistencia. Era difícil permanecer impasible en ese momento.
–¿Qué fue exactamente lo que lo decidió a irse?
–Sufrí lo que sufrimos muchos. –¿Qué fue en su caso particular? –Amenazas.
–¿Por qué se radicó en Brasil?
–Porque yo ya había estado antes trabajando en el Instituto Butantan.
–¿Usted es uno de los fundadores del Instituto Técnico de Restauro en San Pablo?
–Sí, en San Pablo y acá. Aquí fundé el Instituto Técnico de Restauración que ya no existe, se disolvió cuando me fui, luego del golpe militar. Y escribí sobre esa etapa y sobre todos los golpes de Estado desde Uriburu.
–Ese libro no está editado todavía.
–No, no está editado porque no hubo oportunidad de hacerlo. Lo escribí y quedó durmiendo porque las condiciones del país no eran favorables para la edición de un libro de ese tipo. En Brasil le di un cierre tomando desde el momento en que actuaba el Plan Cóndor. Me faltaría el epílogo.
–¿Y ese epílogo cómo sería?
–Hablaría del país que veo cuando vengo de visita, un país al que están envidiando en Brasil por la capacidad que tuvo para enjuiciar a quienes formaron parte del terrorismo de Estado durante la dictadura.
–Es interesante lo que dice, porque lo medios hegemónicos se han dedicado a señalar lo bien que están en Brasil mientras acá estamos tan mal.
–Allá envidian mucho a la Argentina porque “Lula”, que hizo una política fantástica en lo económico, en las relaciones exteriores y en muchas otras cosas, en eso fue un poco tímido. Allí hubo muertos, periodistas y ex gobernantes que sufrieron persecuciones, mucha historia que todavía falta contar. Siempre sería más lindo poder hablar de la primavera, pero la Historia es la Historia. Y el libro que yo escribí es Historia, yo no soy escritor ni pretendo serlo.Mi trabajo siempre fue hacer informes de restauración.
–¿Cuál fue el último trabajo que hizo en Brasil antes de viajar?
–Acabo de terminar un trabajo en el Teatro Municipal de Río de Janeiro.
–También fundó el Museo de cera de la Boca.
–Sí. Mi padre y yo fuimos muy amigos de Quinquela Martín. Una vez me sugirió que hiciera un museo para los niños de la Boca. Realicé todas las figuras. Eso también es lo mío, tanto como la restauración.
La charla fue larga. Pronto serían las 8:25. Exactamente la misma hora en que Eva Perón, secundada por su cuerpo incorruptible, entró en la inmortalidad.


Un libro busca editor

Aunque la apariencia pueda llamar a engaño, La era de los golpes. Restauración del cadáver de Eva Perón, de Domingo I. Tellechea, permanece inédito. Son sólo unos pocos amigos y allegados los que tienen el privilegio de acceder al texto impreso y encuadernado por su autor con tanta minuciosidad que es fácilmente confundible con un libro recién salido de la imprenta.
En él figuran desde la dedicatoria y los agradecimientos al índice, y hasta está previsto el lugar para la “ficha catalográfica y detalles legales” como puede leerse en la parte superior del rectángulo previsto para ese fin que figura en la página de atrás de la portada. Ni siquiera los créditos fotográficos escapan al trabajo de Tellechea, quien expresa su voluntad de publicarlo para que se conozcan no sólo los detalles de la restauración del cuerpo de Eva Perón que él llevó a cabo, sino también la historia de ese cuerpo y el entorno político en que tuvo lugar la restauración.
Él explica su silencio sobre el tema en las primeras páginas: “Muchas personas me recriminaron por ser esquivo con los medios y sobre todo por no haber divulgado hace tiempo el trabajo de restauración realizado en el cadáver conservado de la señora Eva Perón. En realidad el motivo de esta conducta se debe al propio hecho de que la intervención efectuada fue, como dije, una tarea técnica que, salvo algunas variantes debidas al ingreso en este campo de nuevos materiales, nada iba a agregar a lo conocido sobre el asunto. Nunca se me había ocurrido que el hecho podría interesar desde la óptica de lo humano: moral, económico y político. De la restauración del cadáver de la señora Eva Perón sólo se supo once años después de realizada la operación y tuvieron que pasar 15 años más para que me decidiera a escribir sobre el tema. Quizás sea verdad que esta demora haya permitido que por desconocimiento se propagaran ciertos errores, pero también lo es que ese lapso me permitió recopilar material inédito que resultó imprescindible para completar la parte técnica y, además, también comprendí mejor las explicaciones de testigos como el Escribano Mayor de Gobierno, doctor Jorge Ernesto Garrido con 43 años en ese cargo clave, del Ministro de Educación y Cultura Oscar Ivanissevich, del historiador y bibliófilo doctor Luis De Paola, del secretario general de la Cámara de Periodistas, profesional destacado en la Casa de Gobierno Rodolfo Audi, del sindicalista, ex diputado y embajador, Miguel Unamuno, del reportero gráfico José Romero, destacado en la presidencia de la Nación, del jefe de ceremonial de la Presidencia de la Nación (...) José María Petenello, del guerrillero que también fuera subjefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires, Julio Troxler, del veterano periodista Pedro Laborda y muchos otros testigos fidedignos de hechos correspondientes al largo período que transcurre en estas páginas. Todos ellos aunque con óptica muy diferente coincidían en lo esencial: durante la época en que se estaba realizando la restauración del cadáver de la señora Eva Duarte, la vida o la muerte de muchos ciudadanos argentinos dependía del azar, no se “ejecutaba” como estábamos acostumbrados a oír en ciertos noticiosos: “Se secuestraba, y las víctimas aparecían en los basurales hechas carroña”. Todo esto no fue indiferente para mí, como tampoco lo fue descifrar las imprecisiones del doctor Pedro Ara Sarría a quien se debe el excelente trabajo de momificación realizado en los restos de Eva Perón.”

Diario de la restauración del cuerpo de Eva Perón

Entre los materiales que figuran en La era de los golpes. Restauración del cadáver de Eva Perón hay una suerte de diario de la tarea realizada por Tellechea que está acompañado por una serie de gráficos explicativos.
En lo sucedido en el día 25 de noviembre puede leerse: “Era un día caluroso que invitaba a la apatía, el trabajo de los días anteriores había minado nuestras fuerzas, y cuando llegamos a la capilla con el hediondo Fairlane blanco, estábamos poco menos que extenuados. El doctor Garrido hacía una hora que nos esperaba y se mostraba impaciente. Esto es porque habíamos marcado un encuentro con Ivanissevich, Squer y Escudé para decidir sobre la estética de la nariz y la cara en general. Poco tiempo tuvimos para ordenar los facsímiles y las fotos, mientras acomodábamos las luces móviles ya se había reunido el cónclave. Si bien las personas concurrentes habían conocido muy bien y mantenido un trato cercano y prolongado con Eva Perón, yo confiaba más en la aptitud perceptiva y estética y, en especial, en la consabida memoria de Garrido. En realidad, queríamos acercarnos a la realidad para recién recabar la opinión de la señora Isabel y, si tenemos suerte, la opinión de ella ha de coincidir con la nuestra. Toda esa demostración de democracia servía para tranquilizar mi conciencia, aunque bien sabía que quien iba a decidir y responsabilizarse era yo, tampoco en ningún momento me creí dueño de la verdad y reconozco que las opiniones fueron de gran utilidad.
En definitiva, la reunión no duró mucho, ya que en poco más de una hora la nariz ya estaba reconstituida, y al parecer de todos, bien lograda. También quedaron terminados los retoques en toda la cara y el busto (Plancha XV). Mientras la parte de la rotura profunda del cuello aún estaba en tratamiento, se repuso la cuña faltante en el lóbulo de la oreja izquierda, para ello se empleó cera dura preparada el día anterior.”