lunes, 29 de noviembre de 2010

Un año para el olvido opositor

Las sesiones habían comenzado con problemas para el kirchnerismo, pero el Grupo A sólo logró convertir en ley el 82 por ciento móvil para los jubilados, luego vetado. “Para el oficialismo ha sido un año muy positivo”, estimó el titular del bloque K, Miguel Pichetto.

Por Sebastian Abrevaya

La UCR en un conflicto interno que la tiene al borde de la ruptura, el PJ Federal en un proceso de sangría que todavía no sabe de sus límites, buena parte del grupo de los autodenominados “independientes” acercándose, lentamente, al calor del Frente para la Victoria. Así terminó el año legislativo en el Senado, donde el Grupo A logró convertir en ley una sola iniciativa propia: el aumento del 82 por ciento móvil para los jubilados, que llevó a Cristina Fernández a utilizar por única vez el veto presidencial. “Para el oficialismo ha sido un año muy positivo”, aseguró el líder de la bancada K, Miguel Pichetto, tras la última sesión ordinaria, realizada la semana pasada.
El año parlamentario en la Cámara alta había empezado con un duro traspié para el oficialismo. En marzo, la oposición imitó el arrebato del Grupo A en Diputados y forzó una composición de las comisiones que no se ajustaba al escenario de inestable equilibrio que luego quedó evidenciado en el recinto durante el transcurso de las sesiones. Esa embestida se concretó después de fracasar durante casi un mes para conseguir quórum.
El vicepresidente Julio Cobos tuvo su primer rapto de protagonismo al citar –por pedido de los líderes opositores– a los senadores ausentes mediante una solicitada en los diarios. Fue ahí cuando la estrategia de retacear el quórum comenzó a crujir en la bancada del Frente para la Victoria. Se produjo la única deserción de la peronista formoseña Adriana Bortolozzi. La esposa del ex gobernador Floro Bogado había decidido distanciarse para fortalecer las negociaciones de su familia con el gobernador peronista Gildo Insfrán con el objetivo de que le dieran el cargo de vice a su hijo en las elecciones de 2011.
Una vez superado el primer obstáculo de la falta de quórum, la oposición se creyó en condiciones de avanzar con sus promesas de campaña. El radical Gerardo Morales y el peronista disidente Adolfo Rodríguez Saá comandaban la avanzada, que era debatida en una mesa de coordinación con los líderes del Grupo A en Diputados, Elisa Carrió, Oscar Aguad, Felipe Solá y Federico Pinedo, entre otros. Un grupo de seis legisladores, que incluía al pampeano Carlos Verna, al cordobés Luis Juez, a la rionegrina María José Bongiorno y a la santafesina Roxana Latorre se habían declarado “ni oficialistas, ni opositores”, aunque parecían pivotear más cerca del Grupo A. Muchos de ellos están cerca, ahora, del FpV.
En las primeras sesiones los senadores antikirchneristas vieron sus primeros tropiezos. La aprobación del pliego de Mercedes Marcó del Pont como presidenta del Banco Central y de la utilización de reservas para el pago de deuda pública demostraron que, a pesar de declararse vencedores en las elecciones de 2009, el escenario no reflejaba tal situación. Los posicionamientos electorales de cara a 2011, sumados a desinteligencias de los líderes opositores y ciertas “astucias” del FpV, promediaron un año con muchas más frustraciones que victorias.
“Creo que fracasó la estrategia opositora porque no se puede sostener una propuesta solamente sobre la base de la obstrucción o de impedir. Hacen falta ideas superadoras y programa. Decirles a los argentinos hacia dónde van. Destruir no sirve. Esa es la conclusión final”, sostuvo Pichetto, quien reiteradamente les achacó a los radicales seguir detrás de la empresa “Demoliciones Carrió”.
La UCR, el bloque más grande de la oposición, con 17 miembros, no tuvo otra alternativa que reconocer sus dificultades. “La verdad es que tuvimos un año malísimo”, se sinceró uno de sus líderes. Los senadores del Grupo A sólo consiguieron algunas victorias, todas de menor impacto político y sin el acompañamiento posterior de Diputados.
La coparticipación del impuesto al cheque, que fue aprobada sin la mayoría necesaria y por eso la oposición la “cajoneó” en la Cámara baja. La normalización del Indec, sancionada con un amplio margen (39 votos contra 26), pero luego modificada por exigencia de Proyecto Sur, por lo que volverá al Senado, con futuro incierto. El Servicio Cívico Voluntario, una iniciativa de Cobos que pasó raspando y para evitar otro fracaso en la otra Cámara baja quedó en stand by. Por último, la Ley de Acceso a la Información Pública, que se aprobó solamente en general, y la ley de Control de Armas, archivada también en Diputados.
En ese contexto, dos iniciativas fueron convertidas en ley: el matrimonio igualitario, adoptado por el oficialismo y votado por legisladores de todos partidos políticos, y la ley de glaciares, votada también por legisladores de distintas fuerzas. La única medida que tuvo origen e impulso opositor fue el aumento del 82 por ciento móvil a los jubilados. Al final del trámite legislativo, el vicepresidente volvió a desempatar en contra del Gobierno que sigue integrando, en busca del brillo que supo tener cuando lo hizo con la 125.
Pero esta vez la burbuja explotó en poco tiempo debido a lo que, según operadores del Congreso, fue el punto de inflexión de 2010: el fallecimiento de Néstor Kirchner. La muerte hace un mes del titular del PJ motivó que varios dirigentes desandaran públicamente el camino de alejamiento que habían comenzado a principio de año y que solapadamente venían revirtiendo después de seis meses de frustraciones parlamentarias y conflictos internos. “El PJ Federal explotó con el corazón de Néstor Kirchner”, graficó con crudeza un importante dirigente peronista.
Los radicales quedaron entrampados en sus propias peleas internas. La disputa por espacios de poder en el Parlamento dejó a Morales con un bloque fracturado de hecho por una represalia del vicepresidente. La bancada kirchnerista también supo de conflictos y crisis pero los problemas quedaron solapados por la compleja situación opositora.
La última foto del Senado mostró un panorama desolador para el Grupo A: perdieron largamente las votaciones para reformar el Consejo de la Magistratura y la regulación de los decretos de necesidad y urgencia, además de fracasar en la eliminación de los “superpoderes”. Tres banderas emblemáticas de la campaña de 2009. “El año que viene es un año de elecciones”, remata un operador parlamentario. Tal vez, la baja en la actividad por las presidenciales disimule las diferencias opositoras, al menos dentro del Congreso.
Fuente: Página 12

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