lunes, 25 de julio de 2011

Otra vez con la crispación

Página 12
25 de julio de 2011

Por Eduardo Aliverti

¿A qué tanto problema con el grado de irritación política que estaría viviéndose?

La ciudad facha. Los presuntos exabruptos de funcionarios, dirigentes y algún famoso. El escándalo por las (auto) críticas en una asamblea de Carta Abierta. Casi otro tanto frente al paso discursivo de la Presidenta por las cercanías de Rosario. Los hijos adoptivos de Ernestina. Las provocaciones. Los cruces en el acto de la AMIA. El debate sobre la pobreza del proselitismo kirchnerista porteño. Puede seguir, y hasta dejando de lado las patéticas bravatas de Biolcati y los ya graciosos anatemas de Carrió. Es una lista intensa, atractiva. Pero hay que medirle mejor los alcances porque, de lo contrario, puede dar idea de haberse ingresado en un campo minado, inédito y de consecuencias imprevisibles. En primer lugar, es una temperatura tan declarativa como típica de las etapas electorales: una obviedad que parecería no serlo, a estar por la sorpresa y críticas manifestadas. Lo caldeado del clima se da mucho más en los medios y en el juego de los protagonistas que a través del interés popular. Expresado con una ampulosidad que parece válida para hallar puntos de equilibrio, ¿anda medio mundo sin poder dormir por lo que escribió Fito Páez? ¿Las masas se precipitan angustiadas sobre YouTube para determinar la verdad de lo ocurrido en la Biblioteca Nacional? ¿Las alternativas del caso Noble Herrera representan un giro completo de la percepción social y el paisaje electoral? ¿Las denuncias de estratagemas apestosas son acaso insólitas, siendo que se está en campaña? Quizá sólo habría realmente una novedad respecto de esto último, si avanza la confirmación de cómo se las gastó el macrismo, desde una “encuesta” telefónica, para escaldar a Daniel Filmus. Primero, porque no se recuerda algo igual de repugnante que de falaz. Y después, porque cuesta creer que el amigo Durán Barba haya sido tan torpe. ¿O es al revés? ¿O es que la sensación de impunidad absoluta del gobierno porteño, entre otras cosas gracias a su malla de protección mediática, llegó al punto de permitirse descuidar lo burdo y judiciable de semejante maniobra? ¿O es que, aun así, confiaron en que a “la gente” le importaría tres pitos la denuncia, porque esa gente que los vota no tiene en cuenta aspectos morales?

Por lo demás y así como no es cuestión de negar lo impactante de ciertos disparadores, tampoco debe rechazarse su consideración. Nadie dice que los temas mencionados carezcan de interés. Sí, que debería enfocárselos de otra manera. Atendamos lo contradictorio de algunos análisis. Carta Abierta se prestó a un duro debate o marcaje internos, que quedan al margen del “recorte” hecho por la prensa ultraopositora. En efecto, lo dicho fue segmentado. Pero que se dijo lo que se dijo es irrebatible. Se punteó buena parte de lo que todo el arco político y politizado, empezando por el propio kirchnerismo, ya decía en plena campaña de la primera vuelta: que faltó garra, que falló la militancia o los objetivos en que debía concentrarse, que no hubo conducción unificada, que los medios y programas afines se pasaron de excitabilidad pro K. ¿Cuál es el drama? Visto desde los valiosos bríos intelectuales que se aglutinan en Carta Abierta, y aunque pueda discutirse si era el mejor momento para dejar los trapos al sol, ¿qué sentido tiene repudiar el tratamiento dado a la reunión por el adversario mediático, en vez de reivindicar que son un lugar que no renuncia al pensamiento crítico y que justamente es eso lo que los diferencia del discurso único de la vorágine contrera? Y visto desde ésta, ¿no era que el kirchnerismo es incapaz de señalarse errores, de enmendar tácticas y estrategias, de no someterse a dictados verticales? ¿Cuando lo hace solamente es el reflejo de que está en medio de un problema serio, y no de la capacidad de revisarse?

La Presidenta pasó por Santa Fe y apuntó a que la provincia, con su impresionante potencial productivo, crece menos que el resto. ¿Es correcto o no? ¿La única respuesta que se merece es decir que eso “no les hace bien a los santafesinos” o dejar que las cifras sigan de largo para ensimismarse con el significado de otra de las fantasmales apariciones del Menem blanco? Una víctima del atentado en la AMIA, desde el micrófono de la jornada aniversario, les pone nombre y apellido a quienes sindica como cómplices o co-responsables de la ausencia de justicia. ¿No es ésa la lógica requerida para intentar que “impunidad” no sea un concepto vacío? ¿La afectación a la memoria de muertos y vivos transita por si Sergio Burstein opera para el Gobierno, en reemplazo de refutar sus acusaciones? Notable: quienes retrucan espantados la alocución del familiar, adjudicándole tinte político, ensalzan la reacción indignada del rabino Bergman y reproducen el método que impugnan. Si el que objeta es acusable de favoritismo oficial, es un asqueroso que se extravió en una manifestación llamada al recogimiento. Pero si quien protesta es un diputado macrista electo que no se preocupó por desmentir su convocatoria a “enterrar” la causa AMIA; que participa de una fuerza con un detenido por encubrir el atentado, no es una acción política. No, es simplemente un asceta encrespado. Por favor, tengan algún gramo de seriedad. El mismo que debiera valer para no animarse a exigir que las Abuelas pidan perdón. ¿Once años embarrando la cancha y ahora deben disculparse los demandantes del procedimiento obvio, esquivado hasta concluir en un sospechoso cambio de timón de la noche a la mañana?

Lo antedicho testifica que son susceptibles de buena polémica los desafíos de la agenda mediática. Y al fin y al cabo, es de lo que debe preciarse un régimen democrático. Calentura, apasionamiento, desbordes, bajezas; incluso operaciones de prensa, para que después rezume. Veámoslo por la contraria. ¿Por cuál alternativa a eso construyen simbolismo los militantes de la anticrispación? Por la de callarse. Y no levantar olas que hieran su comodidad de clase, pecuniaria o mental. Y que no haya siquiera una décima de embate contra los poderes corporativos. Militan por la figuración de propender a una porfía que en verdad los jode. Con Menem estaban mejor. Con los milicos estaban mejor. Esta cosa desprolija pero provocativa que nació en 2003, o tal vez antes pero desarrollada desde entonces, los incomoda severamente. No la entienden, no la esperaban, no se la bancan. Y, lo peor, no aciertan a encontrarle la vuelta ni tienen la dirigencia política que lo haga. Un grupo comunicacional por aquí, una aristocracia agropecuaria por allá, unos espasmos tilingos más allá, una burguesía berreta más acá, casi siempre tuvieron a los gerentes indicados para hacer el laburo sucio de que la impotencia argentina se endilgara a “los políticos”. Hoy no. Están en dificultades. Y entonces saltan esos mandobles nada más que mediáticos, incapaces –por ahora, quede claro– de trasuntar en algo que los represente como otrora.

Bienvenida la crispación, mientras sea como producto de que por fin hay materias importantes en disputa y no como maquillaje.

jueves, 21 de julio de 2011

Confeccionadas por y para el gobierno

Página 12
21 de julio de 2011

Por Raúl Dellatorre

La referencia de la presidenta de la Nación a que Santa Fe “ha crecido por debajo de la media nacional” en los últimos ocho años, en su discurso del martes en Puerto San Martín, se basa en la comparación entre los datos del Producto Bruto Geográfico para la provincia de Santa Fe, que elabora el Instituto Provincial de Estadísticas y Censos (IPEC), y la estimación del Producto Interno Bruto a nivel nacional que confecciona el Indec.

La comparación de ambas series, con la variación del valor del producto a precios constantes (es decir, sin la incidencia del aumento de precios en ninguno de los dos casos), arroja que, entre 2003 y 2009, el crecimiento anual en todos los casos fue mayor a nivel nacional que el medido a nivel provincial. Para el año 2010, no es posible la comparación, pese a que a nivel nacional el Indec estimó un crecimiento anual del 9,2 por ciento, porque aún el IPEC no dio a conocer la estimación provincial para ese período.

Año por año, el crecimiento con respecto al período anterior siempre arroja que a nivel de país el aumento es mayor que a nivel provincial: en 2003, la Nación creció 8,8 por ciento y Santa Fe, 6,8; en 2004, Nación 9 por ciento y la provincia, 6,7; en 2005, 9,2 y 6,7, respectivamente. La diferencia sigue siendo a favor del crecimiento del país respecto del registrado por Santa Fe en los años siguientes: en 2006, 8,5 por ciento en la Nación y 5,8 por ciento en la provincia; en 2007, 8,7 y 8,3 por ciento; en 2008, 6,8 y 3,8. En el año 2009, las estadísticas en ambos niveles geográficos reflejaron el impacto de la crisis mundial, pero mientras a nivel nacional la variación del producto tuvo un levísimo aumento del 0,9 por ciento, Santa Fe registró una caída del 2,7 por ciento.

Esta evolución arroja, según recordó la presidenta Cristina Kirchner el martes último, un crecimiento promedio nacional del 7,6 por ciento en ocho años. El IPEC señaló, en su último informe anual, que la provincia de Santa Fe había tenido un crecimiento promedio de 5,9 por ciento entre 2003 y 2009, es decir los siete años previos al último, sobre el cual no tiene aún los datos.

El IPEC, que elabora las estadísticas del Producto Bruto Geográfico, es un organismo provincial dependiente del gobernador Hermes Binner y del ministro de Gobierno y Reforma del Estado, que encabeza Antonio Bonfatti, actual candidato a gobernador. Ambos nombres figuran en la carátula del informe del cual surgen los datos anteriores, incluido en el portal de la web del gobierno de la provincia.

Un Chivo con el PJ encolumnado detrás

Página 12
21 de julio de 2011

El comunicado de la cúpula del PJ local, que incluye a kirchneristas, reutemistas, obeidistas y bielsistas, fue la respuesta a las declaraciones del ex gobernador Carlos Reutemann. En el escrito se repartieron críticas al Frente Progresista y al PRO.

Por Nicolás Lantos

El justicialismo santafesino ratificó su apoyo a la candidatura a gobernador de Agustín Rossi con vistas a los comicios del domingo y su alineamiento a nivel nacional detrás de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, a través de un comunicado emitido ayer y firmado por el consejo ejecutivo del PJ en esa provincia. El mensaje fue en respuesta a la campaña del candidato del PRO, Miguel Del Sel, que apuntó en su último tramo a procurarse el voto peronista no kirchnerista, y a declaraciones del ex mandatario Carlos Reutemann, que marcó distancia con el kirchnerismo, que fueron utilizadas por el candidato macrista como un guiño a su postulación. Rossi ayer compartió un acto con la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner (ver aparte), y se manifestó confiado de cara al fin de semana: “Tengo muchísima expectativa de hacer una buena elección y que esa buena elección nos permita ganar el domingo”, declaró en una entrevista radial.

“El 24 de julio los peronistas de Santa Fe tenemos el mismo sueño: Agustín Rossi gobernador - Jorge Hoffman vice”, sostiene el comunicado de la cúpula pejotista local, conformada por dirigentes de distinto origen: los hay kirchneristas, reutemistas, obeidistas y bielsistas. El documento, además, brinda apoyo a “las listas de diputados provinciales encabezada por María Eugenia Bielsa, senadores departamentales, intendentes, presidentes comunales, concejales, y para las primarias del 14 de agosto, la presidenta Cristina Fernández y a Omar Perotti como diputado”.

El objetivo del peronismo es evitar que se dispersen los votos obtenidos en las primarias de mayo, en las que el PJ obtuvo casi treinta mil votos más que la coalición socialista-radical que gobernó la provincia los últimos cuatro años. El principal escollo en el horizonte es la candidatura de Del Sel, que muestra una intención de voto creciente según las encuestas y que podría traccionar votos justicialistas no kirchneristas, en particular de quienes en la interna optaron por el gobernador de Rafaela, Omar Perotti, que será primer candidato a diputado nacional en octubre, en la misma boleta que CFK.

“Los candidatos del peronismo son el resultado de una interna desarrollada con propuestas y sin agravios, precedida por el Congreso provincial del 5 de febrero, donde el Partido Justicialista acordó democrática y unánimemente una unidad basada en apoyar a las compañeras y compañeros que resultaran ganadores de las mencionadas elecciones”, salió al cruce el PJ local. En aquella primaria, Rossi obtuvo el 40 por ciento de los votos, superando holgadamente a sus rivales, Perotti y Rafael Bielsa. A partir de entonces, todos los sectores coincidieron en una campaña que tuvo su broche de oro el martes, con la visita de la Presidenta a la provincia.

En la carta, el PJ acusa al Frente Progresista (encabezado por Hermes Binner y que lleva de candidato a su ministro Antonio Bonfatti, favorito en los sondeos) de “instalar la idea de que existen otros candidatos peronistas en la provincia por afuera de los que integran las listas del Partido Justicialista y sus aliados en el Frente Santa Fe para Todos, refiriéndose concretamente a Miguel Torres Del Sel y quienes lo acompañan”, algo que califican como una “burda mentira” electoral. “Ese candidato no integra las filas del peronismo, sino que es candidato a gobernador del PRO, partido enfrentado al justicialismo en el orden nacional y cuyo principal referente es Mauricio Macri”, completa, marcando distancia.

Para diferenciarse, el PJ santafesino aclara su pertenencia a “una fuerza política que nació para establecer una Argentina con crecimiento y distribución equitativa de la riqueza” y que “los candidatos del peronismo tienen el mismo sueño, gobernar para todos los santafesinos, impulsando la producción y el empleo, aumentando la recaudación mediante el crecimiento y no por el aumento de los impuestos, instrumentando medidas para ayudar a que el sector privado agregue valor en origen a nuestra producción primaria”. La ocasión también sirvió para pegarle al Frente Progresista, “que promete ahora lo que no ejecutó en cuatro años mientras se debate en una lucha interna expresada en tres candidaturas presidenciales opuestas como son las de Binner, Alfonsín y Carrió, y muchas más listas de diputados nacionales, lo que presagia una alianza a punto de disolución o todavía más fracturada de lo que ya está”.

En tanto, Rossi volvió a hacer referencia a las palabras de Reutemann (ver aparte). El diputado reiteró que lo que dijo el ex el corredor de Fórmula Uno “ya se sabía, él es peronista, pero no kirchnerista” y descartó que fuera a votar al PRO: “No tengo nada por qué pensar que Reutemann va a apoyar a Miguel Del Sel”, sostuvo en declaraciones radiales. Además, manifestó “muchísima confianza” para el fin de semana. “Vamos a ganar esta elección”, se esperanzó.

La máquina de capturar palabras y la defensa de Buenos Aires

Página 12
21 de julio de 2011

Por Ricardo Forster

Funciona a todo vapor, entre nosotros, una máquina mediática de captura de palabras. Tiene como principal objetivo, al menos para sus constructores y sus manipuladores, apropiarse de todas aquellas expresiones, escrituras y discursos que puedan, convenientemente retocados y ensamblados, aportar al objetivo mayor y excluyente: horadar al kirchnerismo debilitando sus estructuras, su legitimidad y sus apoyos. Con particular virulencia la máquina, que funciona desde siempre pero que fue actualizada con perversa sofisticación desde que Cristina Fernández llegó al gobierno, ha desplazado su punto de ataque hacia el movimiento de derechos humanos sabiendo, como sabe, que ahí está uno de los puntales de un proyecto que se inauguró, contra viento y marea, en mayo de 2003. Primero le tocó el turno a Hebe de Bonafini, ahora y con regocijo indisimulado, todos los engranajes de la máquina se dirigen contra Estela de Carloto y las Abuelas de Plaza de Mayo tratando de dañar irreversiblemente a quienes han sido, desde los oscuros años de la dictadura, el baluarte moral y el principal núcleo resistente de un país atravesado por el pacto siniestro entre militares y corporaciones económicas que llevaron a la noche más espantosa, esa que dejó marcas profundas y heridas que siguen todavía sin cicatrizar allí donde la búsqueda de los nietos apropiados por el terrorismo de Estado continúa habitando soterradamente la vida de los argentinos.

La máquina de captura mediática, astuta y cínica, supo forjarse en el interior de un pacto siniestro que le permitió convertirse en hegemónica, pero también supo, una vez recuperada la democracia, camuflar sus complicidades y las prebendas que recibió de la dictadura. De la noche a la mañana, el engranaje cambió de perspectiva y buscó invisibilizar su responsabilidad acomodando su relato al que emanaba del movimiento de derechos humanos y, en un giro tan espectacular como hipócrita, hablar de lo que antes nunca se habló. La prensa canalla y cómplice, por gracia de una extraña metamorfosis avalada por los propios gobiernos democráticos y por todo el poder económico (ese mismo que fue un aliado fundamental de la dictadura y que pasados los años sería el eje de la política neoliberal), se permitió incorporar a su panteón de estrellas a quienes habían sido las víctimas de una dictadura que, si no hubiera contado con la complicidad de esos medios de comunicación, jamás habría podido desarrollar y sostener su plan de exterminio y apropiación.

Pero más allá de ese lavado de cara que realizaron rápidamente los grupos económico-mediáticos, una vez restaurada la democracia hicieron lo que mejor saben hacer: condicionar y chantajear al poder político afirmando los intereses de los grupos concentrados de la economía y convirtiéndose en punta de lanza estratégica en la liquidación de los últimos restos de un Estado y de una sociedad que supo ser más equitativa. El papel de los grandes medios de comunicación ha sido y sigue siendo decisivo a la hora de comprender el espectacular giro neoliberal (iniciado por el rodrigazo y por el plan de Martínez de Hoz, renacido bajo la economía de guerra y el Plan Austral del alfonsinismo y luego recuperado e intensificado por la convertibilidad menemista); ellos fueron la garantía imprescindible allí donde dieron forma a un nuevo relato y apuntalaron la emergencia de nuevas formas de sentido común. Alarmados por un giro inesperado en la historia argentina, un giro nacido de la extraordinaria voluntad de Néstor Kirchner y profundizado con la llegada al poder de Cristina Fernández, pusieron, una vez más y como lo vienen haciendo desde lejos, la máquina a funcionar a pleno para desgastar y condicionar a quienes comenzaron a quebrar la hegemonía neoliberal. Para comprender el duro enfrentamiento entre la corporación mediática (representada centralmente por los grupos Clarín y La Nación) y el kirchnerismo, hay que reconocer que éste es el primer gobierno democrático que, ante el chantaje de las corporaciones, no sólo no se repliega sino que dobla la apuesta y profundiza un proyecto que, haciendo eje, entre otras cosas, en la recuperación de la política como un instrumento esencial de transformación, no renuncia a ejercer su soberanía y a ponerles límites precisos a quienes ejercieron el verdadero poder en nuestro país.

Grandes demiurgos de una época cuyo eje de sustentación logró generar un relato hegemónico sostenido en el giro hacia la economía de mercado, el fin de la historia, la muerte de las ideologías y la producción intensiva de un hiperindividualismo arrasador de las antiguas estructuras de movilidad y de equidad social, la corporación mediática se convirtió, como lo señaló con agudeza Nicolás Casullo, en la punta de lanza de la apropiación neoliberal de la política, en el actor decisivo a la hora de reemplazar las viejas formas de representación y las estructuras partidarias cada día más deshilachadas. Les tocó a los grandes medios de comunicación transformarse en la avanzada cultural-simbólica del neoliberalismo, usina de una opinión pública atrapada en las redes de una heteronomía sutil y brutal a un mismo tiempo capaz de recrear sentido, sensibilidad e imaginarios sociales abrumadoramente articulados desde los intereses desplegados en una época dominada, a nivel planetario, por un capitalismo especulativo financiero que hizo añicos la vida social y política argentina hundiendo profundamente su bisturí en amplios sectores sociales.

En la última semana hemos podido ver de qué modo opera la máquina de capturar palabras y escrituras, historias y proyectos. Ya lo inició, con virulencia, al dirigirse contra Hebe; lo siguió haciendo victimizándose en el caso de la presunta apropiación de los hijos –de origen incierto y dudoso– de Ernestina Herrera de Noble; y lo vuelve a hacer, aunque con otros recursos, al buscar convertir una asamblea de Carta Abierta (compuesta de centenares de hombres y mujeres del campo de la cultura y de la vida intelectual y académica) en la expresión de la “crisis” del kirchnerismo. Toman por asalto palabras y conceptos, los transforman en frases simples y brutales que tienen como objetivo afirmar la idea de un momento de desconcierto y frustración en las filas de quienes han sido defensores de un proyecto político que comenzó a desmontar el andamiaje neoliberal de la vida económica y política argentina, y de quienes nunca dejaron de señalar el papel de la corporación mediática en la creación, a partir del conflicto con las patronales agrarias, de un “clima destituyente” que busca avanzar hacia la “restauración conservadora”, esa misma que tiene su cabeza de playa con el macrismo en Buenos Aires.

En Carta Abierta, a lo largo de más de tres años, no sólo se ha salido en defensa de un gobierno democrático amenazado por las corporaciones económico-mediáticas, sino que también se ejerció la más absoluta libertad de opinión y de crítica. Por eso el carácter libre y complejo de las asambleas y la intensidad de nuestras cartas, palabras y acciones que han nacido de una convicción inclaudicable: la certeza de estar delante de una experiencia política, económica y cultural profunda y decisivamente reparadora de la vida social argentina y, por eso, también, nuestro apoyo y nuestra militancia desinteresada a la fórmula encabezada por Daniel Filmus. Nuestras palabras, incluso aquellas que fueron brutalmente capturadas por la máquina mediática, tienen como principal objetivo impedir que la derecha privatizadora y destructora de una ciudad a la que amamos siga imponiendo su hegemonía sobre Buenos Aires. Y es en ese mismo sentido que, lejos de sentirnos “ofendidos” por el texto de Fito Páez, destacamos su interpelación valiente a las conciencias de una ciudadanía que tiene en su interior las fuerzas para enfrentar a la restauración macrista. Más allá de la captura de opiniones y conceptos, seguimos mostrando que en el interior de este proyecto decisivo para reconstruir la igualdad en la ciudad y en el país hay lugar para decir lo que se piensa pero, a diferencia de los mercaderes de vida e ideas que suelen vender sus mercancías al mejor postor, en Carta Abierta tenemos muy en claro dónde está el adversario. Lo demás seguirán siendo operaciones de quienes continúan aspirando a destituir un proyecto que viene transformando, en una perspectiva más igualitaria, la Argentina desde mayo de 2003.

2 Buenos Aires, lo sabemos, es una ciudad compleja, abigarrada, tumultuosa y diversa en la que nada transcurre de manera lineal ni absoluta y en la que es fundamental estar atentos a los matices, las contradicciones y las opacidades de una megalópolis cargada de historia y atravesada por los más variados estados de ánimo. Es una ciudad bombardeada sin piedad por los dispositivos mediáticos y una caja de resonancia de lo sustancial y de lo insignificante. Centro capitalino de un país que prefiere verse a sí mismo como una cápsula que flota en su propio éter mientras que el resto del país va por otro lado, Buenos Aires ha sido, al mismo tiempo, la ciudad de la Revolución de Mayo y la ciudad de la contrarrevolución, la de los jacobinos encabezados por Moreno, Castelli y Monteagudo y la del pliegue conservador representado por Saavedra. Fue también la de Caseros y Pavón anticipada por los conflictos entre federales y unitarios, la de un puerto convertido, por gracia de una clase dominante y usufructuaria de sus riquezas, en centro hegemónico de la Nación pero también la de las rebeldías anarquistas, la del yrigoyenismo fundando una democracia sin “votos calificados” y la de la Semana Trágica, la de la Plaza de Mayo del 17 de Octubre que descubrió “el subsuelo de la patria sublevada” y la del bombardeo despiadado y criminal de la aviación naval contra civiles indefensos un luctuoso junio del ’55.

Muchas Buenos Aires en una ciudad cargada de memorias y cicatrices, la que cobijó a las Madres de la Plaza y la que vio cómo esa misma plaza se llenaba de una multitud que vitoreaba a Galtieri. Una ciudad que es una parte de esa extraña peripecia que llamamos la argentinidad sabiendo, como lo sabemos, que no existen formas esencialistas que definan la identidad de un pueblo, pero reconociendo ciertas continuidades en el interior de la vida social y cultural que nos permiten interpelar a un extraño y arduo caleidoscopio nacional que nos ha descubierto los pasadizos laberínticos de eso tan inasible como tal vez inexistente que algunos llamaron “el ser argentino”.

Buenos Aires guarda en su interior los cruces y las tensiones de un país siempre en estado de “oportunidad”. Su lugar, muchas veces paradójico y otras trágico, ha sido el de ser el centro de una experimentación, la punta de lanza de proyectos enfrentados que vienen atormentando y esperanzando desde antaño la vida de los argentinos. A diferencia de la cotidianidad de otras geografías nacionales, cotidianidad surcada por climas menos propensos a la dialéctica de lo maníaco y lo depresivo, más introspectivos, menos colgados a las histerias comunicacionales, la ciudad de los personajes de Roberto Arlt y de Capusotto vive, casi siempre, en estado de urgencia, enfrentada a todo tipo de ultimátums y signos catastrofales que transforman cada acontecimiento en algo decisivo aunque no sea más que un producto de la sociedad del espectáculo y del amarillismo mediático. Una ciudad eléctrica que se mira a sí misma como siendo el centro del mundo y que no puede concebir la realidad por fuera de sus lucubraciones e intereses. Pero también, y esto es justo decirlo, una ciudad que se ha vestido con las galas de los ideales, de las utopías, de las rebeldías y de los sueños de un país más justo y que ha pagado, a través de la represión más feroz, el precio terrible de esas ilusiones.

Por algunas de estas apresuradas cosas que escribo, por “el amor y el espanto”, por sus intensidades culturales incomparables, por sus barrios que cobijan las memorias de una ciudad entrañable, Buenos Aires no es lo que una elección quiere decirnos que es. No es, ni puede ser, una mayoría inclinada hacia el macrismo que parece desligarse de su travesía por el tiempo, de sus hazañas urbanas, de su belleza secreta, de sus transversalidades igualitarias, de sus poetas y de sus músicos, de sus personajes literarios, de una caminata mítica por las calles de Saavedra o de encuentros amorosos en el Parque Lezama. Tal vez por algunas de estas cosas, por mi propia memoria porteña, por los espectros danzantes de una ciudad amenazada es que quisiera terminar este artículo con una profesión de fe en el sueño de otra ciudad que se reencuentre con lo mejor de sí misma: hay una ciudad en la ciudad. Una Buenos Aires que no se pinta de amarillo ni renuncia a sus sueños de igualdad.

Hay una ciudad en la ciudad que sabe de los pasadizos que conducen a la memoria, aquella que nos recuerda la infancia, la libertad, las locas aventuras entrecruzadas de esperanzas y de dolores.

Hay una ciudad en la ciudad que guarda la presencia, entre nosotros, de una ciudad que supo ser equitativa y audaz, nostálgica y creadora, rebelde y soñadora. Una ciudad trabajada por millones de manos que la soñaron más justa y equitativa.

Hay una ciudad en la ciudad que está siendo castigada por una derecha que mientras se disfraza con los recursos de evangelismos tecno-publicitarios y se ofrece como la portadora de los ideales de la tolerancia y el amor, no duda en quebrarle el espinazo a esa otra ciudad de la igualdad.

Hay una ciudad en la ciudad que descubre, cada día que pasa, cómo se destruye su memoria urbana y se transforman sus barrios en un gigantesco botín de la especulación inmobiliaria.

Hay una ciudad en la ciudad que nos pide que la defendamos, que protejamos sus historias, sus espacios públicos, su educación, su salud, su cultura, de la depredación mercantil y de la piqueta privatizadora.

Hay una ciudad en la ciudad que siente horror ante la discriminación y el racismo manipulados por quienes la gobiernan; una ciudad en la ciudad que no puede aceptar la violencia contra los más débiles y las retóricas oscuras que apelan a la brutalidad del prejuicio y la xenofobia.

Hay una ciudad en la ciudad que somos todos nosotros: los trabajadores, los artistas, los estudiantes, las amas de casa, los poetas, los profesionales, los que duermen bajo las estrellas olvidados por los diseñadores de políticas de la exclusión, los locos del Borda y del Moyano, los maestros y los médicos, los intelectuales, los músicos, los cineastas, los almaceneros y los albañiles. Esa ciudad, nuestra querida y entrañable ciudad autónoma de Buenos Aires, la que le cantó Gardel, la que despidió a Mercedes Sosa y supo decirles su conmovido adiós a algunos hombres y mujeres irreemplazables de la vida nacional, la que recorrieron con su literatura Borges y Marechal, Sabato y Arlt, Cortázar y Martínez Estrada, la ciudad de todos nuestros desvelos, la de nuestros abuelos y la de nuestros hijos, hoy, ahora, urgente, nos pide que nos unamos para defenderla.

lunes, 18 de julio de 2011

Ojo con el Tano

Página 12
18 de julio de 2011

Por Eduardo Aliverti

A riesgo de equivocarse: el que suscribe tiene la impresión de que la semana después arrojó, al menos por lo leído y escuchado en los medios, una mayoría de razonamientos más propios de las calenturas que del repaso y reposo esperables cuando transcurren los días siguientes al hecho. Se entiende que ante determinadas circunstancias lo primero que uno hace es agarrarse la cabeza. Pero después hay que soltarla.

Hubo apuntes muy interesantes, aunque –de nuevo, sólo una impresión– tuvieron el carácter de sueltos. De inarticulados. De haber tomado el todo por la parte. Haya sido así o no, asumamos otro riesgo sin ninguna pretenciosidad. Tratemos de ensamblar, de entender contradicciones, de hurgar mejor en ciertos datos y antecedentes. Puede salir mal, pero debe intentárselo porque de lo contrario continuará rigiendo una lógica de blanco o negro que no suele compadecerse con la complejidad de la política. Para empezar desde algún punto cualquiera: decir que ésta es una ciudad facha porque poco menos o algo más de la mitad de sus sufragantes optó por la derecha, según se tome para no ir muy lejos el domingo pasado o la segunda vuelta de 2007, es un disparate. Esta es la misma ciudad que derrotó a Domingo Cavallo, y ése sí que es un tipo que instaba desde la derecha explícita. No era Macri, que se agota en suelta de globos, pinturas de amarillo y fraseología de escuela primaria, sin cuadros políticos más que el ingenio provisto por su asesor publicitario ecuatoriano. Esta es la misma ciudad que entrega una oferta cultural, en el más amplio sentido del término, de escaso parangón mundial. Esta es la misma ciudad epicentro de innúmeras movilizaciones y protestas sectoriales de todo tipo, no precisamente de derecha. Es la ciudad de la Carpa Blanca docente, la ciudad que tiene periodismo sin discurso único, la ciudad del debate. Es todo eso tanto como la sede gorila histórica, el centro financiero del garcaje, la pornografía de las desigualdades sociales. Y aun así, tiene más a su favor progre que la Madrid del PP, que las urbes francesas de los votos auténticamente fascistas por Le Pen, que la Milán del separatismo aliado a Berlusconi, que la Santiago pinochetista, que la Montevideo votadora de amnistías a los milicos. Buenos Aires es, incluso, la ciudad que habilita un artículo como el de Fito Páez, cuyo pecado no es lo que dijo sino haberse permitido afirmar en público lo mismo que piensa el núcleo duro de quienes detestan a Macri y a lo que Macri representa. Y es la misma Buenos Aires en la que Cristina significa un arco que va desde ganar cómoda hasta una excelente elección. ¿Qué dirán cuando eso suceda? ¿Que de ciudad facha se convirtió de la noche a la mañana en la quintaesencia izquierdista?

Hay un aspecto de lo sucedido el domingo que llama poderosamente la atención. Con 20 puntos de diferencia, que se lo mire por donde se lo mire es una victoria numéricamente aplastante, insospechada y con pinta total de irremontable, no hubo festejos públicos, de ninguna naturaleza. Sólo los globos y pasos de baile en el bunker PRO. No se escuchó ni un bocinazo. Nada de nada. ¿Cómo es posible que semejante detalle fuera pasado de largo? ¿Cómo puede ser que no se haya reparado con énfasis en el modo formidable con que eso expresa el segmento descafeinado de la victoria macrista? Compárese esa indiferencia con los cacerolazos de la tilinguería cuando el conflicto con “el campo”, con los despotriques contra la yegua montonera, con el quilombo que armaron, con los actos que desplegaron. ¿Dónde estuvo esta vez el entusiasmo facho? ¿Por qué no salieron a la calle con 47 a 27? ¿Será que la sencillez de lo ocurrido es menos binaria que adjudicar la distancia en las cifras a una horda de pensamiento garca? ¿Será que solamente se trata de que las cosas son percibidas como en un buen rumbo y que no tiene sentido cambiar en ningún lado? En lo que va del año ya van ocho elecciones y, salvo en Catamarca, con sus bemoles, ganaron los oficialismos. ¿No será que el nacional está preso de su propio éxito y que justo por eso acaba de tocarle una derrota dolorosa pero comprensible? Lo de “dolorosa” es irrefutable en lo anímico, aunque también puede discutirse, si es bajo la estrictez de cierto raciocinio político, porque después de todo, un Macri ganador conlleva que hay algo para contrastar discurso y acciones: gobernar contra una oposición activa es agotador, pero gobernar sin oposición aburguesa.

Se habló también de las características aguachentas del candidato Filmus, y en voz baja hay kirchneristas que son todavía más ácidos al respecto. Sin embargo, juicios de igual procedencia citan la inteligencia del macrismo al plantear una campaña de paz y amor, sin ataques, carente de toda altisonancia. Si esto último fue así; si en efecto resultó decisivo acertarle al tono decontracté para sacar semejante diferencia, vaya entonces con lo que habría ocurrido con gente mucho más agresiva que Filmus, como Boudou o el propio Tomada. En todo caso, lo que correspondería cuestionar es la estrategia de la Presidenta. Cristina jugó casi hasta último momento con el nombre del elegido, achicándole los tiempos y endosándole una imagen de acatamiento sin chistar, tanto en el manejo de las candidaturas ejecutivas como en la conformación de las listas. Y la pobreza de la campaña K dio idea de que no estaban especialmente ansiosos por ganar, al margen de las bondades o deficiencias de Filmus. En todo momento se lo vio más solo que acompañado. Debería replantearse si acaso no consiguió un muy buen guarismo, porque fue a pesar de la campaña que tuvo.

A la hora de (no) sorprenderse por los números, igualmente hay que pensar en cuál fue el destino del voto radical tradicional. ¿Desaparecieron los radicales, en lo que supo ser su bastión? ¿Son nada más que el 2 por ciento obtenido por una candidata impresentable? ¿O siguen siendo muchos y fueron a parar a Macri, como debe ser? Tampoco se examinó la elección de Solanas, más allá de repetir que quedó encorsetado por la polarización. Perdió la mitad de sus votos de hace apenas dos años. Hoy, así y todo, estaríamos hablando de otra cosa si no le hubiese sido funcional a la derecha, aun cuando sólo se computara la parte progre de sus seguidores. En cualquier hipótesis, si ésa no gusta, ¿los votos de Solanas, que al fin y al cabo fueron la tercera fuerza, también son adjudicables a la ciudad facha? Es cierto: Pino hace todo lo posible por parecer un jugador de Macri y ahora redobla esfuerzos convocando a la libertad de acción de sus votantes. Pero lo que él hace no es necesariamente lo mismo que lo que expresa su espacio.

Finalmente, en cuanto a indagaciones numéricas puntuales, cabe reiterar como muy dudosa la semblanza exitista que trazaron los grandes medios opositores. Esa cuenta de que Macri en Capital, más el probable triunfo de socialistas y radicales en Santa Fe, más favoritos cordobeses que no son del gusto K, redibuja el panorama. ¿Cómo sería? ¿Con cuál candidato aglutinador? ¿Con qué cálculo en la provincia de Buenos Aires, e incluso en esos grandes centros urbanos donde la Presidenta comanda con amplitud la intención de voto? Cuando se puntean algunas exploraciones de lo sucedido el domingo en Capital, parecería que empezó a cambiar todo el país. No se debe arriesgar un pronóstico concluyente a favor de Cristina, sencillamente porque no se gana hasta que se gana, pero tampoco confundir datos con expresiones de deseos.

Sí pueden anotarse algunas enseñanzas. La inconveniencia de decidir siempre en soledad. La ausencia de un trabajo más intenso y efectivo en el cuerpo a cuerpo, en la militancia. El exceso de confianza en la publicidad oficial. Aspectos todos, entre otros, que hasta aquí no parecen afectar la proyección presidencial. Pero que ponen luz amarilla sobre una manera de construir política demasiado entregada a lo emocional, a la mera suma de votos, a las encuestas favorables. Al Cristina todo lo puede. La oposición tiene lo suyo, claro, y caramba si lo tiene. ¿O ahora resulta que también se perdió de vista que el Macri ganador es un bajado de la contienda nacional, al que acompañan otros bajados varios?

Un poco más de serenidad. Lo que devuelva el espejo analítico de la política no puede ser la imagen del tano Pasman.

domingo, 17 de julio de 2011

La jueza entregadora

Página 12
17 de julio de 2011

Los tribunales de Lomas de Zamora fueron allanados y la Justicia analiza más de mil expedientes de menores que fueron a parar a hogares o familias adoptivas entre 1976 y 1983.

Por Irina Hauser

“Señoras, sobre mi cadáver van a obtener la tenencia de esos niños”, cuentan las Abuelas de Plaza de Mayo que les advirtió la jueza de Lomas de Zamora, Marta Delia Pons, cuando en pleno terrorismo de Estado buscaban a sus nietos, hijos de sus hijos desaparecidos. Pons falleció hace más de diez años, pero su juzgado siguió siendo territorio infranqueable en las investigaciones sobre la apropiación de hijos de desaparecidos, igual que muchos otros tribunales de menores, a pesar de las sospechas sobre su papel esencial en la entrega en guarda de chicos nacidos en cautiverio y arrancados de los brazos de sus padres. Ese disfraz de legalidad que tuvo el plan sistemático de robo de niños empieza a desmoronarse. El emblemático juzgado de Lomas fue allanado dos semanas atrás. De sus oficinas y dos depósitos ubicados en otros edificios, los abogados de Abuelas y un equipo de la fiscalía de Alberto Gentili pudieron rescatar más de mil expedientes dudosos de menores que fueron a parar a hogares o familias adoptivas entre 1976 y 1983 sin que mediara investigación alguna para rastrear a sus familias. El procedimiento pudo realizarse después de muchas resistencias y obstáculos originados en el propio tribunal, que impedían saber siquiera adónde estaban las causas.

Las sospechas sobre el ex juzgado de Pons tienen su génesis en comentarios que la propia magistrada les hacía a las Abuelas en pleno terrorismo de Estado. “Personalmente estoy convencida de que sus hijos eran terroristas. Para mí, terrorista es sinónimo de asesino. Y a los asesinos no pienso devolverles los hijos. Porque no sería justo hacerlo. Porque no sabrían criarlos y porque no tienen derecho tampoco a criarlos”, es una frase que le dijo a una abuela, publicada en el libro Botín de guerra, de Julio E. Nosiglia. Con el correr de los años, se sumó la corroboración de seis casos de menores cuyos padres habían sido secuestrados, a quienes la jueza envió a hogares e institutos.

“Pons directamente los internaba en lugar de buscar a la familia, que es la obligación de todo juez de menores. O si los familiares se presentaban buscando a los niños, ella ponía escollos. Presumimos que si investigamos los expedientes de su juzgado podríamos encontrar a algunos de los 400 chicos que aún no fueron restituidos”, explicó a Página/12 Luciano Hazan, abogado de Abuelas. “También pediremos que se investigue al ex juez Raúl Donadío, que estuvo a cargo del juzgado hasta hace dos meses”, anunció.

La historia de los hijos de Julio Ramírez y la denuncia que ellos mismos harían años más tarde fue la que abrió la puerta para que hoy se estén analizando todos los expedientes que pasaron por el juzgado de Pons. Los chicos (de dos, cuatro y cinco años) fueron llevados al hogar Belén, en Banfield, por orden de la jueza, que los hizo internar como “NN” después de que su madre, Vicenta Orrego, fuera secuestrada en marzo de 1977. El padre estaba preso a disposición del Poder Ejecutivo. La pareja que manejaba el hogar (Manuel Maciel y Dominga Vera de Maciel) les puso a los niños su apellido. Su papá reclamó desde la cárcel que los entregaran a su hermana, Lucila, pero Pons se lo negó. Estuvieron hasta 1983 en el hogar, donde –relataron ante la Justicia– fueron sometidos a abusos sexuales, físicos y psíquicos constantes por parte de Manuel Maciel y de dos militares apodados “Flaco Darío” y “Gordo Marcelo”. Ese año, con un fallo de la Corte Suprema, fueron restituidos a su papá, con quien se fueron a vivir a Suecia. Su mamá está desaparecida. El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) advirtió que Pons mandó a internar a los chicos como NN “a pesar de que conocía sus datos filiatorios” y sus decisiones implicaron “la negación de sus lazos afectivos con su familia biológica” y su complicidad con “el ocultamiento a los menores de su verdadera identidad”.

La causa penal por la sustracción y la supresión de la identidad de los Ramírez no llegó demasiado lejos hasta ahora. Manuel Maciel murió y los militares no fueron identificados. Pero el juez Daniel Rafecas dio pie para que se investigue el papel del tribunal de menores de Pons en el plan sistemático de apropiación de hijos de desaparecidos. Rafecas fue el primero en toparse con escollos de parte de los herederos del juzgado de Pons. Rara vez contestaron sus pedidos de documentación y expedientes.

Ahora, la investigación está a cargo del juez federal Carlos Alberto Ferreiro Pella y delegada en la fiscalía de Gentili, con el impulso de Abuelas. Pons falleció en 1999, aunque al frente del tribunal ya había quedado en los ochenta Donadío, quien había sido asesor de menores en la misma jurisdicción durante la última dictadura. Desde la segunda mitad del año pasado la fiscalía notificó en buenos términos el pedido de todos los libros y expedientes de entrega en guarda y adopción correspondientes al período del terrorismo de Estado. Las respuestas, relataron allegados a la pesquisa, han sido desde el silencio absoluto hasta excusas como que son causas que no están digitalizadas, lo cual es una obviedad, tratándose de papeles de hace más de treinta años con mínimas chances de estar en buen estado. El intríngulis para dar con los expedientes se destrabó llamativamente después de la renuncia de Donadío, quien se jubiló. Fueron incautadas más de mil carpetas, que están en la fiscalía. Ahora viene la tarea fina de analizar una por una y cruzar datos con casos sospechosos.

viernes, 15 de julio de 2011

¿Matamos a Fito Páez y a Borges?

Página 12
15 de julio de 2011

Por Marcelo Simón *

Es curioso el efecto reaccionario que ha provocado el ¿exabrupto? de Fito Páez, un artista admirable.

Para entrar en tema: como provinciano, crecí en el cuasi odio a los porteños que, luego de mi mudanza a la que ahora llamamos CABA, vi desaparecer, evaporado por la calidez de sus habitantes que, como dice Luis Landriscina, a lo mejor no ayudan, pero seguro que no obstaculizan.

¿Por qué nosotros, los que nacimos y crecimos en el país interior hemos detestado más o menos veladamente a Buenos Aires? Quien sabe, por la temprana lectura de Juvenilia, donde se dice que a los provincianos nos falta esa arenillla dorada que abunda en la Capital; o porque el modelo nacional fue el del puerto, la Argentina triangular denunciada por Scalabrini; o porque en la radio nos obligaban a hablar como porteños... Como quiera que sea, parecen desmesurados y sospechosos los rechazos a la posición de Fito después del último domingo en el que Filmus ayunó y los del PRO comieron, parafraseando al escritor que citaré líneas después.

¿Es tan espantoso que un artista admirado y querido, creador extraordinario como el que nos ocupa, haya dicho que la mitad del electorado carece de swing y es egoísta? ¿Se trata de un caso único, de un ciudadano desagradecido, que hay que mandar al paredón? ¿No se le puede hacer ninguna crítica a este orbe entrañable, frente a un episodio que nos conturba? ¿Fito Páez merece nuestro desprecio porque se pronuncia contra la ciudad o parte de ella? ¿Debemos asaetarlo como hicimos con Georgie, mal argentino, que eligió irse a morir a Ginebra, pudiendo haberlo hecho aquí? ¿Y qué hubiera dicho hoy el poeta que en las viejas casas atisbó golosamente patios y muros, el que denunció la falta de la vereda de enfrente en la incipiente Gran Aldea, si ve que Jacinto Chiclana debe caminar ahora por Palermo Hollywood? En fin, igual que a Páez, ¿deberíamos hacer morir de nuevo a Jorge Luis porque confesó que a su ciudad no lo une el amor sino el espanto?

Desde el nacimiento de la cultura de Occidente viene ocurriendo que los hombres y las mujeres de la democracia critican a mamá ciudad, lo cual no sólo no está mal, sino que francamente luce muy bien: la política comenzó en las polis, con sus habitantes manifestándose y no siempre a favor, desde la alborada helénica hasta el pedemonte cuyano. Jorge Marziali, cantor y periodista mendocino, describió alguna vez a su ciudad como “Individual, moderna aldea, fina y sensual y a veces fea, (que) camina lento con un lastre de moral de otros momentos”.

Mujica Lainez contó –seguramente en base a las crónicas de Ulrico Schmidell– que en la naciente Buenos Aires sus fundadores incurrieron en episodios de canibalismo.
Así es que déjense en joder estos más o menos espontáneos custodios de la moral pública persiguiendo a artistas que ejercen el derecho a la puteada. Miguel Cantilo canta: “Yo adoro a mi ciudad aunque su gente no me corresponda cuando condena mi aspecto y mis ondas con un insulto al pasar”.

Da un poco de vergüenza ver tanta mojigatería. En este caso, los indignados parecen señoritas antañosas cuidando una virginidad apolillada que ojalá puedan entregar de manera más divertida.

* Periodista especializado en música popular. Director de Radio Nacional Folklórica.

jueves, 14 de julio de 2011

Carta abierta a Fito Páez

Tiempo Argentino
14 de julio de 2011

Por Norberto Galasso
Historiador

Estimado Fito: Comprendo tu reacción, tu bronca, tu explosión en caliente, propia de un artista. Pero así como la comprendo, no la comparto. No me da ese asco ese 47 por ciento de votos macristas. Me da pena.

En todas las grandes ciudades de América Latina y de cualquier otro país dependiente, las minorías privilegiadas utilizan todo su poder para dominar a los sectores medios, para ponerlos de su lado, para infundirle falsedades. Arturo Jauretche lo llamaba la "colonización pedagógica". Igual que a vos, le provocaba grandes broncas, pero distinguió entre los promotores de la mentira y los engañados. Quizás los primeros le dieron asco igual que a vos, los otros le daban pena y trataba de desazonzarlos.

El fenómeno es semejante en Buenos Aires, como en Lima o Guayaquil y otras grandes ciudades. Hay que disputar la influencia sobre los sectores medios y destruir los mitos con los que quieren dominarlos.

Desde los letreros de las calles y los nombres de los negocios (basta darse una vuelta por la Av. Santa Fe), desde los cartelitos de las plazas y las estatuas de los supuestos próceres, desde las grandes editoriales y los "libros de moda", convertidos en best sellers por los comentarios pagos, desde la prédica liberal en Economía y la prédica mitrista en Historia, desde las geografías exóticas y los literatos que cultivan la evasión y lo fantástico, desde la TV farandulizada y superficial, con mesas redondas de bajísimo nivel político alentadas por los dueños del privilegio, desde gran parte de los periodistas vendidos al mejor postor, y académicos y catedráticos tramposos, todo ese mundo domina el cerebro de amplios sectores medios que se suponen cultos, se suponen radicalmente superiores a los "oscuramente pigmentados", se suponen ejemplo de moral (aunque evaden impuestos, se roban ceniceros de los bares y toallas de los hoteles). Sobre ellos recae también la literatura que Franz Fannon llamaba de "los maestros desorientadores".

Vos los conocés, los Marcos Aguinis, los Asís, los Kovaddloff, y las peroratas con latines de aquel viejo comando civil que se llama Mariano Grondona y tantos otros.

Pobre gente, Fito. Con todo eso que le tiran encima a la clase media, una buena parte de ella termina votando a Macri. Están presos de un engaño enorme: creen que Macri gestiona (cosa que hace mal o simplemente no hace) y que Macri no tiene ideología (la tiene y bien de derecha). Por otra parte, fue el responsable del contrabando de autos cuando dirigía empresas de su padre, además de las escuchas telefónicas, eliminación de becas y subsidios escolares, negociados con empresas constructoras (única explicación de las bicisendas), lo mismo que su molestia porque los hospitales de la ciudad atiendan a gente "morocha" del conurbano bonaerense.

Se trata además, de que cierta parte de la clase media vive su pequeña vida: asegurarse las vacaciones para el verano, lavar el auto los domingos con más ternura que la que le dedica a la esposa, han mejorado su nivel de vida con los Kirchner y no quieren olas, que nada cambie y creen que algo habrá hecho Macri para esa mejoría que tuvieron. No les importa que el hospital público no funcione, porque tienen medicina prepaga y han sido formados en el individualismo. No les importa que en el Borda se mueran de frío, porque tienen estufas de tiro balanceado, no les importa que en las escuelas públicas falten materiales, porque sus hijos van a escuelas privadas donde, como "el cliente siempre tiene razón", aprueban.

Además, creen en el dios Mercado -no obstante que el mercado libre del menemismo a muchos los dejó deteriorados o fundidos- pero no comprenden a los sindicalistas y les eriza la piel cuando lo ven a Moyano. Y bueno, son así, Fito. ¿Qué le vas a hacer? Lo que no justifica su asco sino en un momento de bronca.

En la vida es necesario a veces tener asco y tener odio también. Eso me lo enseñó el confesor de Eva Perón, el sacerdote Hernán Benítez. Me decía: "Mire m`hijo. Hay que odiar. Hay que odiar a todos los que frustraron el país, lo entregaron, provocaron miseria y represión. Yo, todas las mañanas, me doy un baño, me tomo una taza de café caliente y después me siento en mi sillón y odio"... Yo me asombraba y le decía: "Pero, Padre, usted es un cristiano..." Y él seguía: "Sí, odio, (no asco, Fito). Odio a la oligarquía (ya lo dijo también ese talento que es Leonardo Favio en una canción), odio a Bernardo Neustadt, odio al almirante Rojas...

"Sabe después qué bien me siento para el resto del día." Así hablaba un cristiano de la Teología de la Liberación.

Por eso no hay que confundir al enemigo, Fito. Si hay que tener asco, tengámoslos a los responsables del aparato mediático y cultural, los que tergiversaron la Historia y la economía, los que robaron la capacidad de razonar a muchos compatriotas, no a estos.

A estos hay que convencerlos. Con la modestia que usaba Jauretche: Usted tiene que avivarse (vea 6,7,8, escuche a Víctor Hugo). Se lo aconsejo yo -decía-, que no me creo un vivo, sino apenas "un gil avivado".

Hay que ganarlos, Fito. No ratificarles que pertenecen al bando del privilegio donde está la Sociedad Rural (¿cuándo vieron una vaca esos que votaron a Macri? ¿Qué saben de la renta agraria diferencial?), y decirles cómo operan las grandes multinacionales y ciertas embajadas y las corporaciones mediáticas.

Los necesitamos, Fito. Comprendo tu bronca, la de un artista; comprendeme a mí, desde la historia y la política.

Te mando un fuerte abrazo. Y te digo: en octubre, ganamos lejos.

*Corriente Política Enrique Santos Discépolo

miércoles, 13 de julio de 2011

Un Chivo en la Casa Rosada

Página 12
13 de julio de 2011

A doce días de las elecciones en Santa Fe, la Presidenta recibió al candidato a gobernador del FpV y a jefes comunales. Rossi contó que asumieron “un compromiso de trabajo” para los comicios provinciales y también para las primarias y las generales.

Por Nicolás Lantos

Desde ahora hasta las primarias del 14 de agosto, las elecciones santafesinas son las que aparecen menos esquivas al kirchnerismo: en Córdoba el Frente para la Victoria no presentará candidatos y el ballottage porteño presenta un panorama bastante complicado. Con la mirada puesta en hacer la mejor performance posible en Santa Fe, la presidenta Cristina Fernández recibió ayer a más de 50 intendentes y jefes comunales del interior de la provincia, que viajaron a Buenos Aires junto al candidato a gobernador, Agustín Rossi. Del encuentro también participaron el compañero de fórmula de CFK y actual ministro de Economía, Amado Boudou, y otros miembros del gabinete. Entre todos se asumió “un compromiso de trabajo de cara a los comicios provinciales, pero también luego, cuando sea el turno de las primarias, en agosto, y las elecciones generales de octubre”, le aseguró Rossi a Página/12, minutos después de la reunión. Cristina Fernández prometió visitar el territorio algunos días antes de la elección.

“Las expectativas para el 24 de julio son las mejores. Todos los intendentes brindaron un panorama muy promisorio”, informó Rossi, titular del bloque oficialista de Diputados, tras abandonar el encuentro realizado en la Casa Rosada y del que formaron parte los ministros de Interior, Florencio Randazzo, y de Planificación, Julio De Vido. Según las últimas mediciones, el socialista Antonio Bonfatti corre con cierta ventaja en Santa Fe. El primer lugar del PRO en la Ciudad de Buenos Aires dio aire al candidato de esa fuerza en el distrito, Miguel Del Sel. Sin embargo, en el PJ esperan que la visita de la Presidenta a la provincia y el debate entre los tres candidatos, que se llevará a cabo este sábado, terminen por beneficiar al actual diputado del FpV.

“Yo creo que vamos a ganar. Tengo las mejores expectativas de hacer una excelente elección. Claramente hemos planteado la mejor propuesta, que habla de las cosas que preocupan a los santafesinos”, aseguró Rossi. A doce días de los comicios, no hay “ninguna encuesta” que registre el crecimiento de Del Sel, sostuvo. “Que siga diciendo lo que quiera. El expresa una versión de la política argentina, la derecha conservadora, que en Santa Fe no ha tenido desarrollo –agregó, al descartar que el resultado de Mauricio Macri en la Capital vaya a afectar los comicios en la provincia–. El resultado del domingo fue en un lugar políticamente muy distinto. No vamos a hacer cambios porque venimos muy bien con la campaña que tenemos, muy diseñada, muy armada.”

El encuentro comenzó por la tarde, mientras la Presidenta participaba de un acto en el Salón de las Mujeres del Bicentenario, con un detallado análisis del panorama provincial, municipio por municipio, de cara a las elecciones. Un rato más tarde llegó Cristina Fernández, que les aseguró que cuentan con su “total apoyo” para las elecciones del 24 (prometió una visita a la provincia para el 20, un par de días antes del comienzo de la veda) y les pidió a cambio “el mismo compromiso para movilizar y apoyar” al Frente para la Victoria en las primarias de agosto y en las generales de octubre.

Es necesario “convencer a la gente de que hay políticas de Estado que están más allá de los gobiernos”, les dijo la mandataria a los jefes comunales en su breve discurso, por lo que es necesario hacer “un gran esfuerzo” para que se conozca la obra del gobierno nacional en Santa Fe. “Hemos hecho obras en todo el país, no por conveniencia sino porque se necesitaban” y por “una profunda creencia en los valores, y dentro de ellos el de la igualdad, que no sólo es un concepto social sino también económico”, aseguró. “Cuando una mujer va a pedir un plan social, no le preguntan de qué partido es, ni a un jubilado, ni se le pregunta a alguien que usa la autopista Córdoba-Rosario”, concluyó CFK.

martes, 12 de julio de 2011

La mitad

Página 12
12 de julio de 2011

Por Fito Páez *

Nunca Buenos Aires estuvo menos misteriosa que hoy. Nunca estuvo más lejos de ser esa ciudad deseada por todos. Hoy hecha un estropajo, convertida en una feria de globos que vende libros igual que hamburguesas, la mitad de sus habitantes vuelve a celebrar su fiesta de pequeñas conveniencias. A la mitad de los porteños le gusta tener el bolsillo lleno, a costa de qué, no importa. A la mitad de los porteños le encanta aparentar más que ser. No porque no puedan. Es que no quieren ser. Y lo que esa mitad está siendo o en lo que se está transformando, cada vez con más vehemencia desde hace unas décadas, repugna. Hablo por la aplastante mayoría macrista que se impuso con el límpido voto republicano, que hoy probablemente se esconda bajo algún disfraz progresista, como lo hicieron los que “no votaron a Menem la segunda vez”, por la vergüenza que implica saberse mezquinos.

Aquí la mitad de los porteños prefiere seguir intentando resolver el mundo desde las mesas de los bares, los taxis, atontándose cada vez más con profetas del vacío disfrazados de entretenedores familiares televisivos porque “a la gente le gusta divertirse”, asistir a cualquier evento público a cambio de aparecer en una fotografía en revistas de ¿moda?, sentirse molesto ante cualquier idea ligada a los derechos humanos, casi como si se hablara de “lo que no se puede nombrar” o pasar el día tuiteando estupideces que no le interesan a nadie. Mirar para otro lado si es necesario y afecta los intereses morales y económicos del jefe de la tribu y siempre, siempre hacer caso a lo que mandan Dios y las buenas costumbres.

Da asco la mitad de Buenos Aires. Hace tiempo que lo vengo sintiendo. Es difícil de diagnosticarse algo tan pesado. Pero por el momento no cabe otra. Dícese así: “Repulsión por la mitad de una ciudad que supo ser maravillosa con gente maravillosa”, “efecto de decepción profunda ante la necedad general de una ciudad que supo ser modelo de casa y vanguardia en el mundo entero”, “acceso de risa histérica que aniquila el humor y conduce a la sicosis”, “efecto manicomio”. Siento que el cuerpo celeste de la ciudad se retuerce en arcadas al ver a toda esta jauría de ineptos e incapaces llevar por sus calles una corona de oro, que hoy les corresponde por el voto popular pero que no está hecha a su medida.

No quiero eufemismos.

Buenos Aires quiere un gobierno de derechas. Pero de derechas con paperas. Simplones escondiéndose detrás de la máscara siniestra de las fuerzas ocultas inmanentes de la Argentina, que no van a entregar tan fácilmente lo que siempre tuvieron: las riendas del dolor, la ignorancia y la hipocresía de este país. Gente con ideas para pocos. Gente egoísta. Gente sin swing. Eso es lo que la mitad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires quiere para sí misma.

* Vecino de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Puros globos

Página 12
12 de julio de 2011

Por Luisa Valenzuela

Tengo miedo. En tanto porteña, tengo miedo. ¿Cómo se puede vivir en una gran ciudad donde la mayoría de sus habitantes adultos se resiste a escuchar los datos concretos de la realidad? A los escritores se nos acusa de dejarnos llevar por la ficción, pero no es cierto, más bien todo lo contrario: puesto que habitamos ambos mundos sabemos muy bien diferenciarlos. En cambio, ahora, acá, triunfaron los espejitos de colores. A saber: cuando los canales abiertos nos daban las imágenes simultáneas del bunker de Macri y el de Filmus, no hay duda de que dadas muy distintas circunstancias yo habría preferido estar en el de los globos y la música. Me encanta el Carnaval, sí, pero sé leer entrelíneas y además veo toda la película y, como muchos, por suerte, comprendo que esto no es un Carnaval, esto es en serio. La mayoría de los porteños parece no verlo así.

Aquella vieja tendencia argentina de deslumbrarse por espejismos imposibles, de dejarse engatusar por reiteradas e incumplidas promesas, esa necesidad de gratificación inmediata y la atención puesta en la mera expresión de deseos, parece haberse concentrado en la antigua Capital Federal. La hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que para marcar a fuego su autonomía decide por el momento nadar contra la corriente. Lo cual sería una actitud positiva si no tuviéramos conciencia de que esta particular corriente nos lleva cuanto menos al garete, con amenaza de posible naufragio. No viene al caso nombrar las falencias de un hombre que está procesado por escuchas ilegales, a quien le llevó numerosos graves desaciertos encontrar adecuados ministro de Cultura y jefe de la Policía Metropolitana, que desatendió escuelas y hospitales invirtiendo tan sólo una magra porción del presupuesto.

Mi miedo por lo tanto no se debe al tan inflado tema de la inseguridad. Pero inflado es la palabra en más de un sentido. Globos de colores, es eso lo que en este momento está circulando por el aire capitalino. Y nos dejamos arrastrar por ellos como quien quisiera elevarse en el aire y emprender un vuelo triunfal remedando la tan mentada águila guerrera de nuestra infancia y de la siempre por nosotros desafinada canción “Aurora”. Hay otros temas para revivir en este caso, o mejor dicho otros términos. Un globo, ¿recuerdan?, solía ser sinónimo de mentira. El mentiroso era un “globero”. El concepto es claro, alude al puro aire. De eso se trata y no lo entendemos, pobre Buenos Aires; por hacer honor a su nombre se la puede llevar el viento.

Ya vivimos los tiempos de dejarnos hechizar por la farándula. ¿A qué repetirlos? Pero pareceríamos destinados al eterno retorno desde otro lugar, por suerte más acotado. Las visiones del bunker de Macri me traen también a la memoria al inefable Landrú!, el nuestro, el que escribe su nombre con signo de admiración sólo al final, cosa que tiene su lógica interna porque es desaconsejable admirar a ciegas. No es el caso. Porque están ahí, esos miembros de la GCU, la “Gente Como Uno” de la que tanto se burlaba el humorista. Y están los miles de cholulos que quieren acercarse a ese dorado sueño hecho de globos de colores y de baile para participar también ellos y ellas de la fiesta, sin pensar que las fiestas suelen ser para pocos y nunca son en exceso duraderas. Y lo digo con dolor porque me encantan las fiestas, pero de otro tipo, esas donde no se juega el destino de los que quedan fuera.

Eso sí, conviene escuchar las señales. No es el cínico síndrome “si no hay pan démosles pasteles”, todo lo contrario, porque pan parecería haber, pero los pasteles, si bien no alcanzan para todos, resultan mucho más vistosos. Y puesto que estamos en un momento de cierta holgura y despreocupación (digamos) debemos reconocer que la alegría vende, lo cual no está del todo mal. La familiaridad también. Así, invito a los contrincantes a sacar las serpentinas. Piensen en eso de Mauricio, o Pino, todos como compañeros no del peronismo, sino de la escuela. Amigos. Aleluya. Ya no serás más mi Filmus, ahora te llamaremos Dani.

A ella la seguiremos llamando CABA, cuidándola a conciencia en medio de la fiesta. Cuidándola para que no termine con una letra A delante de su nombre. Ciudad Autónoma, sí, cabeza de Goliat, pero sólidamente adherida al cuerpo que es el país y también piensa. Es cierto que en Manhattan, cuando ganaban los republicanos, sus habitantes más esclarecidos proponían cortar todos los puentes para que esa pequeña isla superpoblada, brillante, iconoclasta e internacional pudiera salir navegando por su cuenta. Un destino que no le cabe a nuestra gigantesca y bella urbe. Por lo cual, y dadas las breves consideraciones aquí planteadas, sería dable proponer que si el presente jefe de Gobierno gana el ballottage (o balotaje) con lágrimas en los ojos mudemos no más la capital a Viedma.

lunes, 11 de julio de 2011

Avisos, tratantes y proxenetas: una radiografía de la prostitución

* Especial para El Sol Online

Hay quienes aseguran que el 70 por ciento de los clasificados eran pagados por explotadores sexuales. La legislación vigente y los relatos de violencia y sometimiento.

Por: Javier Ávila*

El decreto 936 de prohibición de avisos clasificados vinculados a la oferta sexual asesta un golpe importante al negocio de la prostitución, pero sobre todo a las redes de trata de personas.

Es que en los últimos tiempos, gran parte del trabajo sexual mudó de las calles hacia lugares más seguros.

La creciente complejidad del negocio – extendido a niveles de organización transnacional- y la sensación de inseguridad hicieron del rubro 59 uno de los vínculos más importante entre oferta y demanda.

También un medio de captación de las redes de trata con fines de prostitución.

Según Fabiana Tuñez, de la organización La Casa del Encuentro, el 70% de los avisos de oferta sexual eran publicados por tratantes y proxenetas. Por eso, la medida anunciada por Cristina es un paso importante.

Sin embargo, la prohibición no alcanzará para frenar una economía informal que mueve formidables sumas de dinero. Según informes de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), solamente la trata de personas genera ganancias por 32.000 millones de dólares al año.

Ahora el negocio mutara para adaptarse a las nuevas condiciones.

Y medios son lo que sobran: redes sociales, canales de chat, mensajes de texto, listas de correo.

En el terreno de las nuevas virtualidades los controles son más difíciles.

Derechos vulnerados

Mientras tanto, como muestra el informe sobre trata de personas en Argentina efectuado por la OIM en 2006, el mercado de la prostitución y la trata de personas seguirá floreciendo. Junto a él la violencia, los secuestros y las privaciones ilegítimas de la libertad. También el tráfico de drogas y la explotación sexual de menores.

La mayoría de las mujeres en situación de prostitución están libradas a su suerte. Sus vidas son tierra fértil para los abusos, la violencia y la vulneración de derechos.

Unas pocas entran por elección y otras por la fuerza, pero, como afirma Tuñez, la mayoría lo hace por necesidad. De algún modo u otro todas terminan pagando protección o impunidad.

Allí el Estado debe intervenir para garantizar derechos.

Al margen de algunos esfuerzos, en general no existen políticas públicas que atiendan específicamente sus problemáticas, salvo la que lo hacen desde un enfoque epidemiológico de salud -como por ejemplo el Programa Provincial de SIDA del Gobierno de Mendoza- o de represión y control – tal como lo promueven los artículos 54 y 55 del código de faltas de la Provincia.

El reciente caso de Edith Forquera, secuestrada y asesinada en una galería del microcentro mendocino, es un ejemplo de la delgada línea que existe entre la vida y la muerte de las mujeres en situación de prostitución.

Cartografía

En Mendoza, o en cualquier ciudad del mundo, la de la prostitución es una cartografía complicada; acaso imposible.

La que rige es la ley de mercado. Los cuerpos trabajan y recaudan. Y los clientes son el eslabón inicial de la cadena de pago.

La demanda incluye clientes individuales, fiestas privadas, cumpleaños de dieciocho y despedidas de soltero.

De acuerdo con la información que maneja Fabiana Tuñez, la mayoría de quienes ejercen la prostitución integran alguna red u organización clandestina. Una parte del dinero que ingresa queda en manos de las mujeres. El resto circula, de abajo hacia arriba. En Mendoza, dependiendo del servicio, los precios varían entre 40 y 300 pesos. De allí en adelante.

El reparto llega a manos de regentes de prostíbulos, reclutadores y proxenetas. Según revelan algunos casos judiciales de resonancia, como el asesinato en 2006 de Sandra Cabrera, dirigente de AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices Argentina) o la desaparición de María de los Ángeles Verón en Tucumán, algunos funcionarios y policías corruptos también participan del botín.

Aún así, una minoría ejerce de manera autónoma, como medio de vida o como una forma de aumentar sus ingresos.

Según fuentes no oficiales consultadas, el radio céntrico mendocino alberga un complejo sistema auto regulado de prostitución. Proxenetas, regentas y trabajadoras sexuales ofrecen sus servicios. Los lugares son habitaciones de hoteles y departamentos alquilados por horas, días o meses. Algunas calles céntricas y del gran Mendoza son identificadas en función de los tipos de servicio que ofrecen. También se estima que existen alrededor de cincuenta saunas que funcionan de manera ilegal. Salvo algunos controles, todo parece moverse bajo un manto de indiferencia generalizada.

Las vías de de acceso a esta oferta son variados: avisos clasificados, páginas web especializadas, redes sociales, relaciones interpersonales y hasta folletos entregados en mano en la vía pública. También existen los sitios "escort", que ofrecen los servicios de acompañantes remuneradas para acudir a reuniones, fiestas y salidas, ya sea a cambio de sexo o no. La prostitución callejera es acaso la más visible, y también aquella en la que la mujer más expone a situaciones de abuso y violencia.

Un tema negado

A pesar de su arraigo cultural y de los daños que provoca en la vida de miles de mujeres, la prostitución siempre fue un tema negado.

Pero en la última semana, la prohibición del rubro 59 logró instalarlo en la agenda mediática.

Algunas voces se alzaron a favor y otras en contra.

La Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina, entidad nacional que agrupa a mujeres que reivindican la prostitución como un trabajo, cuestiona la constitucionalidad del decreto. Según afirman, dado que la prostitución es legal en la Argentina no se puede prohibir que una trabajadora venda sus servicios.

Por el contrario, desde el Gobierno Nacional y un gran número de organizaciones sociales aplauden la medida, y sostienen que los avisos atentan contra la dignidad de las mujeres, las discriminan, las ponen como objetos y no como sujetos.

Pero el debate debería profundizarse:

¿Qué responsabilidad le cabe a los clientes? ¿Qué rol cumplen algunos empresarios y funcionarios estatales? ¿Cómo se estructura el mercado en torno a la actividad? ¿En qué medida es posible regularla? ¿Cómo abordar los problemas de las mujeres en situación de prostitución? ¿Cómo prevenir su ingreso a las redes de explotación sexual?

Las universidades, los cuadros técnicos del Estado y el periodismo de investigación podrían hacer aportes fundamentales.

Mientras tanto, si no se discuten cuestiones de fondo, los avances que viene haciendo el Gobierno – entre ellos la ley de trata de personas sancionada en 2008, la creación de una oficina de rescate y un programa de asistencia a víctimas en el ámbito del Ministerio de Desarrollo Social- quedarán a medio camino.

Ahora el desafío es desarticular las redes criminales de trata de personas. También erradicar los factores que llevan a que una mujer deba vender su cuerpo para subsistir.

La responsabilidad también es de las provincias y los municipios.

Hacia el desafío mayor

Tiempo Argentino
11 de julio de 2011

“Es el porcentaje más alto que sacó el Frente para la Victoria desde que compite en la Ciudad.” El candidato a jefe de gobierno porteño por el kircherismo, el senador Daniel Filmus, se abrazó anoche a ese razonamiento para comenzar a descontar el camino hacia la segunda vuelta que, según aceptan en la Casa Rosada. promete convertirse en un verdadero desafío.

El dato de que Mauricio Macri logró superar su marca de junio de 2007 cuando obtuvo el 45,06 % de los votos está en el centro de análisis, junto con la diferencia de 20 puntos que logró descontar el alcalde porteño en busca de su reelección.

Todos esos datos estuvieron ayer en la mesa de discusión del FPV que ahora deberá replantear los ejes de la campaña de las próximas tres semanas.

En el horizonte también está el antecedente de hace cuatro años, cuando, en la segunda vuelta, el empresario cosechó casi el 60% de los votos y Filmus trepó al 40 %.

Filmus recibió anoche en su búnker el respaldo de varios ministros como Amado Boudou (Economía) y Nilda Garré (Seguridad). También pasaron por allí el titular de Interior, Florencio Randazzo, el secretario de Comunicación Pública, Juan Manuel Abal Medina, y el del Legal y Técnica, Carlos Zannini.

El acompañamiento de la militancia, en especial de los espacios de juventud del FPV, marcaron un clima de respaldo para enfrentar la revancha en el último domingo del mes.

La presidenta Cristina Fernández siguió la elección desde la residencia de Olivos desde donde intercambió las novedades sobre la marcha del comicio con sus colaboradores.

Macri se “cristinizó”

Tiempo Argentino
11 de julio de 2011

Por Roberto Caballero
Director.


El resultado de las elecciones porteñas deja tres certezas: el oficialismo macrista conservó el mismo voto duro que en 2007, un kirchnerismo ideológicamente compacto logró su mejor performance en el distrito –convirtiéndose en la única fuerza opositora con capacidad de disputar un nuevo ballottage con el PRO–, y Proyecto Sur resignó 10 puntos del apoyo que obtuvo en 2009. Pero sería una necedad desconocer que el macrismo triunfó con una holgura imprevista si se tiene en cuenta que su gestión en estos últimos cuatro años al frente del Ejecutivo porteño fue bastante mediocre. Sin embargo, los votantes pusieron a Mauricio Macri a menos de 3 puntos porcentuales de una victoria en primera vuelta. Este escenario apabullante no estaba en los cálculos de nadie. Ni siquiera del macrismo.

Todo indica que el PRO leyó bien cuál era el horizonte de demandas del electorado capitalino y diseñó una campaña comunicacional acertada, que rindió sus frutos en las urnas. La decisión de Macri de bajarse de la carrera presidencial para municipalizar su oferta, “vecinalizando” su discurso, evadiendo todo lo que pudo la discusión ideológica que le propuso el kirchnerismo sobre dos modelos de país, resultó ser la adecuada, si se miran los resultados.

Macri (o Durán Barba, que es lo mismo) detectó que había un fuerte voto cruzado en el distrito, de gente que podía elegirlo a él en la Ciudad y a Cristina en octubre, sin demasiado conflicto. Desde entonces, suavizó sus palabras y bajó el tono confrontativo con la presidenta. Es más, en una entrevista con Clarín reconoció que no descartaba apoyarla en octubre. Están los archivos para confirmarlo. Ayer mismo, su espada peronista, es decir, Cristian Ritondo, admitió ante los micrófonos de Radio Nacional que la Asignación Universal por Hijo y la política de Derechos Humanos eran materias reivindicables del kirchnerismo. Toda su estrategia se basó en humanizarse. En eso, aunque suene a herejía decirlo, se “cristinizó”. Si se siguen los discursos últimos de la presidenta, podrá advertirse que hay un intento por charlar de igual a igual con las audiencias, sin intermediarios, y escenas de alegría y congoja compartidas con las multitudes, sin barreras ni frialdad. El propio duelo, visceralmente honesto y doloroso, descarnado, contribuye a afianzar sus lazos con la sociedad tanto o más que el buen gobierno, porque le devuelve a la política una dimensión humana de la que, a veces, esta recela.

El macrismo reprodujo un efecto similar, pero en laboratorio, con la apoyatura de las 300 licencias de Clarín y Radio 10. Los globos multicolores, la buena onda (casi al estilo 6,7,8), el embarazo de Awada en Gente, su torpeza al bailar y la alegría como condición vital lograron su cometido electoral. No es casual que en su discurso de anoche mencionara la palabra “felicidad”, un deseo que atraviesa cualquier ideología y entra en el terreno, casi, de la religiosidad popular. Será motivo de otra columna responder por qué esta apelación le funcionó, justo a él.

Decíamos, hay piezas comunicacionales que fueron eficaces. Hasta, incluso, algunos de los spots de campaña podrían haber sido suscriptos por el kirchnerismo, como ese que muestra a unos vecinos que ayudan a otros vecinos a empujar el auto, en un gesto solidario que poco podría relacionarse con el neoliberalismo doctrinario, excelentemente disimulado por el macrismo.

Destacando los aciertos del PRO, se dejan en evidencia, en simultáneo, las insuficiencias de la campaña de Daniel Filmus, el mejor candidato kirchnerista por trayectoria y formación en condiciones de disputar el distrito vidriera del país. Cierta reconcentración en sí mismo y algo de microclima acartonado terminaron licuando una oferta que, desde el punto de vista político, era la más sólida, indudablemente. Faltó, quizá, a lo puramente kirchnerista expresado en la reafirmación constante de la identidad, una dosis de diversidad y calor, que le habrían venido muy bien para conectar con la alegría que implica vivir en un país con matrimonio igualitario, Ley de Medios democrática, pluralidad de opiniones, Asignación Universal por Hijo y genocidas en prisión, entre muchas otras buenas noticias que nos suceden.

El macrismo festivo terminó convirtiéndose en un partido autonomista y unitario. Está en la genética porteña desde los tiempos de la colonia. Beneficiado, además, como todo oficialismo últimanente, por las condiciones generales del país, que transita una situación general auspiciosa, a la que el macrismo aportó poco y nada, más bien todo lo contrario.

Es injusto, pero es así. Le queda al kirchnerismo la oportunidad de un nuevo aprendizaje en la derrota, cuando quedan apenas tres semanas para el ballottage.

Decía Jauretche que ninguna batalla se gana con la tristeza. Habrá que releerlo.

Tampoco se gana sólo con los que piensan como uno, en todo, absolutamente en todo. Si el macrismo entendió desde el desprejuicio que podía ganar sumando votos del kirchnerismo, llegó la hora de hacer lo mismo, sin resignar los principios, pero con la misma voluntad de poder.

Cristina, la ganadora

Tiempo Argentino
11 de julio de 2011

Por Hernán Brienza

Escritor, periodista y politólogo.

Si digo que ayer, en las elecciones de la Ciudad de Buenos Aires, ganó Cristina Fernández, usted, estimado lector me va a tratar de desahuciado mental. Pero déjeme presentar mi alegato para que su juicio no sea tan lacónico. Paso a argumentar:

I) En 2007, el Frente para la Victoria obtuvo en primera vuelta un 23%. Ayer, logró posicionarse cerca del 30%. En cuatro años aumentó su performance electoral en el distrito más díscolo del país para el modelo nacional y popular, y tras cruzar el desierto de los cacerolazos por la crisis del campo en 2008. Luego de la derrota electoral de 2009, el kirchnerismo está hoy por encima de sus propias posibilidades respecto del las votaciones de 2007. Si a eso se le suma que ya lleva cuatro años de desgaste en el poder de la propia Cristina Fernández, más los cuatro anteriores de Néstor Kirchner, uno podría decir que tras ocho años del mismo proceso, el espacio K está fortalecido como opción de poder.

II) Si uno analiza la carrera hacia las elecciones presidenciales de octubre, contrariamente a los que digan los operadores de la oposición y los medios hegemónicos, la presidenta tiene el camino allanado hacia la reelección. El principal personaje de la oposición, Mauricio Macri, quien realizó una muy buena elección ayer, no compite en las presidenciales. Es decir que la principal figura del arco opositor está fuera de competencia por decisión propia.

III) Mauricio Macri es el mejor opositor posible para el kirchnerismo. Más allá de su performance mediática, no tiene una gestión demasiado nutrida para mostrar al electorado y, además, ocupa el espacio de centro derecha en el espacio político, lo que le deja al kirchnerismo la posición de centroizquierda que tan bien le sienta para la continuidad del relato histórico. Macri es un adversario que le facilita las cosas al kirchnerismo, le permite confrontar modelos y salir favorecido en esa comparación en términos ideológicos, políticos y de gestión.

IV) La victoria de Mauricio Macri deja a los adversarios presidenciales de Cristina Fernández en un lugar complicadísimo. Para diferenciarse de la conductora del Frente para la Victoria, Ricardo Alfonsín tiene que realizar malabarismos ideológicos patéticos para amarrarse al carro vencedor de Macri. “Si fuera porteño votaría a Macri”, dijo ayer a La Nación el candidato ex progresista que, luego de anunciar la alianza con el centroderechista Francisco de Narváez, ahora intenta rapiñar un par de puntos porcentuales de los electores de Macri. Es comprensible, su candidata, Silvina Giudici, apenas superó el 2% de los votos en la Ciudad, algo más de 45 mil votos, sobrepasando eso sí, al trotskista Frente de Izquierda y de los Trabajadores. Por lo tanto, el principal competidor “real” de la presidenta fue el principal perdedor de la jornada.

V) El voto de Mauricio Macri no es estrictamente un voto de derecha ni tampoco es exactamente un voto cautivo del macrismo. Un gran porcentaje se vincula con un voto conservador, estático, que lo que quiere es mantener las cosas como están porque “así están bien”. No se trata de una elección ideológica si no sencillamente del voto de un ciudadano que está conforme con su situación personal y social. Es un sujeto oficialista de todo oficialismo. Vota a Macri y vota a Cristina. Es un combo extraño, algo así como el voto de la Cajita Feliz.

Hoy, seguramente, todos los medios de comunicación y los operadores de la oposición dirán lo contrario de lo que dice esta nota. Hoy, todos hablarán del duro golpe al gobierno nacional. Usted, hágale caso a un gil. En 2007, el gobierno nacional perdió en la Ciudad de Buenos Aires por un margen mayor. Lo mismo ocurrió en Córdoba y Santa Fe. Y sin embargo ganó las elecciones presidenciales en primera vuelta.

jueves, 7 de julio de 2011

En la recta final

Página 12
7 de julio de 2011

Por Mario Wainfeld

Una campaña es –para los protagonistas, colaboradores, consultores y militantes– un mundo aparte, omnipresente y monotemático. Una ocupación full time para un puñado, una obsesión para todos ellos. La adrenalina fluye, los medios se recorren con fruición, para intervenir o para pulsar en qué se anda./p>

Para los candidatos, como cuadra, la tensión es record. Aun en los partidos más poderosos, que manejan recursos variados (incluyendo el dinero), el candidato ocupa un sitial único y decisivo. De él depende una cuota esencial, determinante en última instancia. Es el que se mencionará como ganador o perdedor, a la postre. Sobre sus hombros pesa, en definitiva, el deber de marcar las diferencias. Es el que está con los focos encima. Todos los implicados en una campaña se estresan, se apasionan, se pasteurizan pasando del frío al calor en cuestión de días, horas o minutos. En el candidato, la sobrecarga se potencia.

Para la abrumadora mayoría de las gentes del común, la campaña es (como mucho) un dato más en su agenda cotidiana. La vida prosigue, los compromisos personales, el trabajo, los avatares de cada día en una ciudad vibrante y compleja. El menú mediático, incluso, abunda en otros ingredientes: el entretenimiento, la información sobre el tránsito o el pronóstico para la fría mañana del día siguiente, la Copa América desde luego, la telenovela que se sigue con fruición, Showmatch para una muchedumbre.

Uno de los mayores retos para quienes buscan la aprobación ciudadana es conseguir “colar” la campaña en la vida cotidiana de los millones que definirán la competencia. El desafío de atraer su atención es mayor cuando rige el voto universal y obligatorio. Esa valiosa peculiaridad republicana argentina realza el poder de decisión de los nada politizados, a diferencia de lo que pasa en otras latitudes en las que participan quienes deciden hacerlo, usualmente debiendo inscribirse mucho tiempo antes.

Señalan con justeza los que saben que, en los sistemas políticos contemporáneos, se vive en campaña permanente. Los políticos, en general, y los gobernantes (muy en especial) siempre están supeditados a los vaivenes de la opinión pública, no sólo por la seguidilla de rutinas electorales. También porque una merma en la aprobación o en la legitimidad de los oficialismos trastrueca los equilibrios, acelera (o trunca) los tiempos. Acá a la vuelta, en Chile, falta un montón para los comicios presidenciales, pero la caída libre de la aceptación del presidente Sebastián Piñera es un acicate para su acción y una llamada de atención a sus opositores. En la coyuntura argentina, la campaña permanente se condimenta, desde hace poco más de tres años, con una suba notable de la discusión política cotidiana. Ocurre en las mesas de café, en los encuentros entre amigos o familiares, en la nutrida oferta de programas radiales y televisivos que “hablan de política” en cantidad y virulencia superiores a los de otros lares. Paradoja sólo aparente, en ese microclima colmado de discursos cruzados es particularmente arduo añadir un sesgo nuevo, así sea la elección de autoridades. O calentar más el ambiente, de por sí caldeado.

Ni qué hablar en la Ciudad Autónoma, que acompaña (si no lidera) el frenesí del crecimiento económico, del consumo, de la ampliación y el recambio del parque automotor. Aquella que llena los cines y los restaurantes. Que se informa ávida y disparejamente, que tiene cifras siderales de usuarios de computadoras. También enclaves pobres como en las provincias más castigadas de la Argentina.

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Campaña sucia: Una miríada de afiches atribuidos a Proyecto Sur y al Frente del Izquierda denuestan, con argumentos brutales e injuriantes, a los candidatos del Frente para la Victoria. Sus presuntos autores niegan haberlos confeccionado y es fácil creerles. En parte porque el costo de la pegatina excede los presupuestos de esas fuerzas. En parte porque su estética (tanto como su ética) y el diseño revelan un comando único. En parte, para colmo, porque con desparpajo excesivo los promotores terminan pegándolos juntos en una suerte de confesión involuntaria.

El ingenio para las maniobras de baja estofa no se detiene ahí. Cunden encuestas telefónicas que insertan pescado podrido en las preguntas, llenando de acusaciones a Daniel Filmus y a su padre, a quien se atribuye complicidades con Sergio Schoklender. Que se pretenda manipular a los votantes difundiendo datos falaces de los sondeos es una mala praxis conocida. Que varios medios tergiversen la realidad también. Esas trapisondas se renuevan o remixan, en mala hora, con un manejo taimado de recursos imprescindibles. La mirada distraída del público, su credibilidad a lo establecido... con eso buscan medrar quienes quiebran las reglas.

Imaginar al responsable es sencillo. Basta preguntarse, como hacía el inefable detective Hércules Poirot en las novelas de Agatha Christie, a quién favorece el delito. También indagarse quién cuenta con los recursos materiales y tecnológicos para tamaña jugada. El macrismo esconderá la mano y negará. La campaña sucia (que no es novedad ni monopolio de PRO, lo que no lo exculpa ni excusa) degrada la política como actividad. Serrucha el piso compartido que todos los contendientes comparten o deberían compartir.

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Debates en cuestión: Los iniciados han consumido decenas de entrevistas, de paneles, un centimil que da pavor. Imposible, hasta para el cronista, haber leído, escuchado o visto todo, aunque seguramente ha superado a buena distancia a la media de los porteños. En una lectura panorámica le queda la impresión de que, como en ninguna campaña previa, los debates fueron uno de los ejes centrales de las polémicas. O quién sabe, el principal.

Desde un ángulo, digamos extraelectoral, es una prolongación de los cambios culturales acontecidos a partir de la ley de medios audiovisuales. Los medios, su relación con los políticos, sus manejos, sus imposiciones están bajo la lupa. Todo un avance, que amplía la perspicacia ciudadana y fuerza a intocables de ayer a “bajar” al ágora, como cualquier hijo de vecino.

La utilidad electoral de esa táctica, impulsada por el oficialismo, es difícil de ponderar. Como en el fútbol, se la valorará a partir de los resultados. Y como en el fútbol, ese veredicto ulterior dará por probados contrafactuales imposibles de corroborar.

En el terreno de la opinión, este cronista cree que se magnificó la (genuina) importancia de los debates en tevé o radio. Los que efectivamente se realizaron mostraron virtudes y límites de la herramienta. Daniel Filmus, Ricardo López Murphy y Fernando Solanas se cruzaron en el programa Con voz propia, que conduce el periodista Gustavo Sylvestre. Cada cual atendió su juego. El senador kirchnerista se mostró como parte del oficialismo nacional y como alternativa tangible al macrismo. Pino se encarnizó mucho más con él que con Macri, seguramente pensando que debe descontarle votos para soñar con la segunda vuelta. El Bulldog los observaba mientras se enojaban y superponían sus voces. Y se dedicaba prioritariamente a cuestionar al jefe de Gobierno, con un objetivo patente: sus módicas ambiciones apuntan a parte del target de Macri. De cualquier modo, hubo aportes, los candidatos pusieron el cuerpo, polemizaron con fervor. Se los pudo ver y escuchar, se intercambiaron argumentos.

El debate en la Universidad de Buenos Aires acaso sea un buen precedente, pero la cantidad de postulantes forzó una mecánica de twitter verbal. Las intervenciones fueron muy breves, un mecanismo casi inevitable para compatibilizar un formato no expulsivo con una cantidad de temas. El mérito fue habilitar un ámbito institucional y darles una oportunidad de mostrarse a los candidatos menos conocidos.

En ambos ejercicios, Filmus se expuso a discutir con quienes –se supone– tienen menos chances que él. Conducta democrática que Macri gambeteó siempre, aun en el amigable cobijo de la señal TN. Ni a Solanas le concedió la oportunidad de intercambiar, ante el silencio aquiescente de periodistas que renunciaron a exigir lo que se había pactado.

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Historia en dos distritos: La segunda vuelta en Tierra del Fuego dejó picando dos hechos que repercutirán en discursos e imaginarios. El más potente es que la gobernadora Fabiana Ríos fue reelegida pese a haber perdido en la primera vuelta por más de nueve puntos porcentuales.

El segundo es que fallaron las encuestas previas a ese lance final. No es la primera vez, ni en la Argentina ni en el Resto del Mundo, pero acaba de suceder, lo que nutre los argumentos de terceras fuerzas en la Ciudad, en especial la que encabeza Solanas.

La duda o la sospecha son razonables, sobre todo porque se conocen precedentes. De cualquier manera, llama la atención la relativa semejanza de encuestas solicitadas por diferentes comitentes. Todas se inclinan por describir un panorama polarizado entre Macri y Filmus (en ese orden) y la inevitabilidad del ballottage. Los candidatos implicados lo confirman. Según esos presagios, Solanas quedaría muy alejado, aunque sería el único tercero con aptitud para superar los dígitos porcentuales. Los encuestadores, su prestigio, también estarán pendientes del veredicto de las urnas. Claro que son otros los que ponen más en juego, desde los postulantes hasta los mismos porteños que decidirán su destino.

“¡Nació la roja, la roja!, gritaban”

Página 12
7 de julio de 2011

En el juicio por el plan sistemático de robo de bebés, Galeano recordó su detención, su traslado al momento del nacimiento de su séptimo hijo. Las humillaciones, las otras mujeres a las que vio y su liberación junto a su hija.

Por Alejandra Dandan

Un médico acababa de reconstruir casi a ciegas unas pocas imágenes de tres mujeres a las que había revisado en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Estaba convencido de que las “supuestas guerrilleras”, como las llamó, entraban y salían como una estrella fugaz porque estaban ahí sólo para dar a luz. Si todo estaba en condiciones, tenían a sus hijos con parto natural, si no les forzaban por goteo las cesáreas. Poco después entró en la sala de audiencias una de las pocas sobrevivientes de los centros clandestinos que dieron a luz en Campo de Mayo y aún pueden contarlo. Las imágenes en blanco y negro borroneadas por el paso del tiempo entraron así en un acelerado proceso de definición: “Yo no había roto bolsa ni nada”, dijo Amalia Galeano. “No sé cuántas horas habrán pasado, era después del mediodía, porque mi hija nació a las cuatro de la tarde, yo no veía nada, estaba con la cabeza atada, y me pusieron en una camilla, me taparon toda, casi no podía respirar, me llevaban por escaleras con la camilla a pulso porque sentía los movimientos, me pusieron para el parto, se ve que había mucha gente y me decían ahora vas a empezar a gritar... Me provocaban... Vas a joderte, me decían, perdónenme la palabra.”

El pelo blanco con el que Amalia Galeano entró en la sala de audiencias de los Tribunales de Retiro, entonces era un pelo negro de rulos, de una mujer de cuarenta años. Ya había tenido seis hijos. Era catequista. La mujer de Osvaldo Balbi, un militante de Vanguardia Comunista, escritor, el autor de El Elefantito, un libro de cuentos prohibido por la dictadura. El 10 de agosto de 1978 entraron en la casa para llevárselos. Ella pasó un día o unas horas por El Vesubio y luego la internaron en el Hospital Militar. La liberaron once días después del parto con su hija. Amalia declaró en el juicio oral por el robo de bebés. Cuando la presidenta del Tribunal, María del Carmen Roqueta, le preguntó, sobre el final, si quería agregar algo más a su declaración mencionó a una de sus amigas. Teresita Trotta también era catequista, estaba embarazada y la secuestraron antes que a Amalia. En ese momento, ella fue al Obispado de Morón para ver al párroco Raúl Trotz porque conocía a Teresita. Trotz dijo que Teresita había tenido una nena, que estaba con una familia, que la estaban cuidando y que Teresita estaba en España. “Vos no te preocupes por nada porque es peligroso”, le dijo a Amalia. Pero Teresita desapareció, también su compañero, y la niña recién recuperó la identidad en julio de 2008.

Parir en Campo de Mayo

Amalia calcula que la llevaron al Hospital Militar la noche del 11 de agosto. El 12 entró en la sala de parto. Ante los gritos y sobresaltos, les propuso un trato a sus custodios: que no iba a gritar, que ése era su séptimo hijo, pero que después tenían que dejarla ver a su hija.

“En ese momento, les empecé a hablar del milagro de la vida, de lo que se me iba ocurriendo.” Alrededor, un partero le puso el goteo para adelantar las contracciones. Ella se dio cuenta de que no sabía demasiado. El goteo estaba mal, la aguja se había salido, y alrededor escuchaba “mucha charla”. Alguien le acomodó la aguja. “Yo les hablaba, del bien, de un nacimiento, de un hijo, de todo, y a la persona que me atendió después le dijeron que pusiera una mano para ver la placenta; yo quería ver a mi hija o hijo, no sabía que era nena y el trato era que yo la quería ver... Que la quería ver. Y entonces me levantaron un poco, me la mostraron y me di cuenta de que la habían disfrazado: le pusieron un gorro rojo como si fuera Papá Noel, la vistieron de rojo, decían: ‘¡Nació la roja! ¡Nació la roja!’ ¡Pero nosotros no éramos comunistas! No sé, horrible, un espanto.”

La llevaron de la sala de partos a la habitación. El lugar tenía un baño y dos camas. Ella estaba sola, pero escuchaba que todo estaba lleno de voces de mujeres. Amalia se acercó a la puerta y se puso a gritar pidiendo a su hija: “Escuchaba llantos y pensaba que habían llevado a mis otras hijas, escuchaba gritos de mujeres; en la puerta, gritaba que quería saber si eran mis hijas las que gritaban, gritaban ‘mamá’. Se ve que había muchas mujeres”.

Algunas de esas voces decían otras cosas “¡Otra cesárea!”, escuchó en algún momento. Pasaron los días: el viernes nació su hija, del sábado al lunes a ella se le hincharon los pechos por la leche. Un médico ordenó que le coloquen una inyección para cortarle la leche. Ella no los dejó. “Vino un enfermero y yo corría por el cuarto, me bajaba y me subía de la cama y subía a la otra cama y corría para que no me dieran la inyección y le decía: ‘¡A mi hija la voy a tener!’. Y que no me dieran la inyección, el enfermero al final no me la dio y me dijo que no diga nada.”

El martes le llevaron a la niña. Alguien le había puesto Stella Maris, pero Amalia dijo que su hija se iba a llamar Fernanda. La niña estaba en brazos de una enfermera que se sorprendió porque le había dado una mamadera, pero ahora la niña estaba prendida como si tuviera hambre al pecho de su madre. La beba estaba sucia. “Se ve que usaban a los bebés para los interrogatorios”, explicó la mujer. “Para mí a mi nena me la llevaron con las uñas con sangre y un coágulo en el ojo que demoró varios meses en curarse.” Y esa primera vez tenía, además, olor a cigarrillos. “La enfermera que me la trajo se sorprendió tanto que dijo: ‘¿Pero quién le cortó las uñas a esta nena?’.” Por eso Amalia pensó, y todavía piensa, “que en ese lugar podían usar a los nenes para hacer declarar, bueno, en ese caso, sería al padre de mi hija ¿no?”.

Amalia salió del Hospital Militar con libertad vigilada. Tuvo citas de control en la Confitería El Molino. Salió del país por Amnistía Internacional después de someterse a controles cada 48 horas en la Policía Federal para conseguir el pasaporte. Osvaldo Balbi permanece desaparecido.