lunes, 30 de mayo de 2011

Dos historias diferentes

Página 12
30 de mayo de 2011

Por Mario Wainfeld

En un párrafo central del genial Facundo, Domingo Faustino Sarmiento auguraba que “Norteamérica (hablando de Estados Unidos) está llamada a ser una federación” mientras que la Argentina “es una e indivisible”. Acertaba apenas el cincuenta por ciento, el que ya era obvio. Erraba respecto de nuestro país, federal desde sus orígenes. La aleatoria muestra de las dos provincias que votaron ayer es, entre tantísimas, una prueba palpable. Diferentes su paisaje, su clima, su organización social, su cultura política, su historia reciente. Ayer, La Rioja y Chubut se asemejaron en dos aspectos: ganó el oficialismo local y el resultado se conoció sin mayor suspenso, aunque los escrutinios fueron muy lentos. Pero hasta esas similitudes aparentes albergan una diferencia exorbitante. El riojano Luis Beder Herrera ganó por paliza, tendrá pleno dominio del sistema político, consolida su poder y su legitimidad. En el sur, en cambio, Martín Buzzi necesitó dos etapas de una elección enmarañada y dudosa. Será gobernador legal, pero con legitimidad acotada. Y para el hombre fuerte de la provincia, el actual gobernador y ex presidenciable Mario Das Neves, el resultado es pírrico a la enésima potencia.

Vayamos por partes, como aconsejaba el filósofo cínico Jack the Ripper.

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La tierra del peronismo y de Menem: El peronismo hegemoniza la historia política de La Rioja. Su gran líder fue Carlos Menem, plebiscitado gobernador tres veces (1973, 1983 y 1987), luego presidente reelecto. Su semilla germinó hondo en el árido suelo riojano, los gobernadores ulteriores fueron de su mismo palo. Beder Herrera es, a esta altura, la peor astilla de ese palo, porque cruzó el Rubicón y se alió al kirchnerismo.

La laxitud de las alianzas no altera la política local, que conserva las características menos entusiasmantes de su pasado reciente. La abrumadora hegemonía del oficialismo es una de ellas. Al cierre de esta nota (bien pasadas las once de la noche del domingo) se conocían escasos guarismos definitivos, pero todo indicaba que el gobernador llegaba a su tercer mandato con más del sesenta por ciento de los votos, mucho más que la suma de sus dos remotos seguidores.

El radicalismo repitió la costumbre de la etapa menemista, cuando el correligionario diputado Guillermo Galván era segundo estructural, en lontananza. Angel Maza, ex gobernador menemista él también, quedó tercero muy al fondo. Casi irreconocible por las cirugías estéticas en su rostro, intentó denuncias de fraude. Ni la cosecha en las urnas ni la imprecisión de su discurso favorecieron su credibilidad.

Beder Herrera ganó como quiso, en una elección donde casi hubo más colectoras que candidatos. En ese territorio, el Prode carece de encanto: poné local y ya ganaste.

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La pasión según Das Neves: Las complementarias chubutenses fueron la mejor resolución posible al escándalo producido por el pésimo (y quizá fraudulento) escrutinio realizado por el gobierno dasnevista en el comicio anterior. Era, de cajón, dificilísimo que menos de 2000 votantes de un padrón que se había dividido de modo muy parejo compensaran la módica diferencia conseguida por Buzzi. Cuando se supo que la asistencia fue muy buena, pero no perfecta (1585 ciudadanos), era cantado que el peronismo local se quedaría con la gobernación. Das Neves, con el rostro enrojecido metiendo miedo (entiéndase bien: por su salud, en principio física), se exaltó. “Ganamos, carajo”, propinó, elocuente. Republicano hasta la médula, cuestionó la correcta decisión de los tribunales de su provincia llamando a complementarias. En su libro de Derecho es mejor privar del voto a muchos ciudadanos que emparchar un escrutinio pésimo, que él comandó. El de ayer fue bastante moroso, también. La página web de la gobernación fue de nuevo un desastre: sin datos hasta después de las ocho de la noche, colapsada un ratito después.

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De marzo a mayo: La diferencia de la celebración entre aquella noche capciosa y ésta fue notoria. Dos meses ha, se formó un simpático coro peronista federal-Unión PRO. Entrelazados como buenos compañeros, el gobernador junto a los diputados Francisco de Narváez, Felipe Solá y Graciela Camaño cantaron “Soy feliz”. El peronismo alterno, por aquel entonces, iba en pos de una interna dinamizadora, de la que Das Neves pensaba ser animador y candidato. La simpática experiencia coral fue su última tarea dentro de ese colectivo nacional. Se apeó del caballo.

Los compañeros ayer no repitieron el hit musical, tienen otras prioridades. Hoy día, De Narváez puso distancia con el macrismo y el peronismo antikirchnerista, porque le es más redituable posar junto a Graciela Ocaña y buscar un acuerdo con los radicales.

Camaño lanzó su candidatura a gobernadora bonaerense, lo que sería una mala nueva para el Colorado si la dirigente duhaldista moviera el amperímetro. No da la impresión de ser así y la instalación suena más a lo que los politólogos llaman “gambito rabino Bergman”, esto es, amagar una ambición mayor para terminar roscando en una lista con pretensiones serias.

“Felipe”, a su turno, analiza qué espacio se aviene mejor a sus ambiciones y autovaloración, muy desproporcionadas con su potencial en esta coyuntura.

Hay que reconocer, además, que a fines de mayo en la Patagonia hace más frío que dos meses atrás. Solito, con sus pollos, Das Neves elevó la temperatura y la presión. Las propias, se entiende.

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La fuerza de gravedad: Buzzi está en minoría en la Legislatura local y ganar por un pelito, sin tener referente nacional, no es el comienzo que daba por hecho a principios de año. Su legitimidad de origen es menor que la de su precursor, al que no puede seguir atado. Es una ley de la política, debe construir un destino propio. La fuerza gravitatoria lo empujará, quieras que no, a buscar arrimarse al Frente para la Victoria, en el espacio provincial. Y al gobierno nacional que emerja de las elecciones de octubre.

Cuenta con la posibilidad de una reelección, conduce una provincia próspera, con una población tradicionalmente laboriosa. Es joven, no da la impresión de ser suicida, tendrá que ir lijando el tono belicoso que animó a Das Neves. La historia clásica retacea datos acerca de cómo celebró el rey Pirro el triunfo bélico que destruyó un reino y parió un adjetivo. El festejo de Das Neves fue una confesión, estilo incluido.

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Guinness con tarea pendiente: Chubut quedó para el Guinness, con sus dos elecciones. Hubo precedentes en municipios de varias provincias, con resultados muy parejos e impugnaciones atendibles que afectaban a un caudal de votos que podía torcer la elección. Pero, hasta ahora, una provincia, jamás.

Una parte de la responsabilidad, si se acepta una ironía, la tuvo el padrón ciudadano que dividió sus preferencias casi como Gerardo Sofovich cuando cortaba la manzana.

Una pequeña ciudad, Gualjaina, duplicará próximamente el record provincial. En 2007 tuvo complementarias, en circunstancias similares a las de Chubut 2011. Ahora le queda pendiente otra porque hay un empate en 412 votos entre el dasnevismo y el kirchnerismo en la elección del Concejo Deliberante. Se decidió desempatar mediante una suerte de ballottage, se imaginaba que se realizaría ayer. Pero el Concejo Deliberante no hizo la convocatoria, que deberá cumplirse en los próximos meses. En el ínterin, los ediles podrán buscar vía Internet los requisitos para tramitar el Guinness.

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Lo que viene: En junio el maratón provincial prosigue en Neuquén, Tierra del Fuego y Misiones. En las dos primeras gobiernan Jorge Sapag y Fabiana Ríos, del rotundo Movimiento Popular Neuquino y de un flamante partido provincial, respectivamente. No son kirchneristas pero sí aliados de buen trato con la Casa Rosada. El Frente para la Victoria aspira a desbancarlos (en Neuquén en una curiosa coalición con el radicalismo provincial), las encuestas le asignan posibilidades. En cualquier caso, si las actuales autoridades fueran reelectas no sería fatal para los intereses del kirchnerismo ni un avance para sus adversarios en las presidenciales. Una victoria de visitante, le valdría doble.

El oficialismo misionero tiene cara de revalidar, aunque ya se sabe que los sondeos son una cosa y los votos muy otra.

A fin de junio estarán presentadas las alianzas y todas las candidaturas nacionales, desde la fórmula presidencial, hasta los diputados y senadores.

Queda mucho por rodar. Hasta ahora, las cuatro disputas, en las que al fin y al cabo ganaron tres oficialismos, causaron mucha más mella en la oposición que en el kirchnerismo. Claro que el partido recién empieza y los próximos meses serán para alquilar balcones.

Sin novedad en el frente

Página 12
30 de mayo de 2011

Por Eduardo Aliverti

Hay un aspecto relativamente fácil, pero que ya agota. Y hay otro en principio más complicado, pero para gusto del suscripto bastante más sencillo todavía.

Lo primero da cuenta de los avatares, en algunos casos insondables o poco menos, que abruman a y desde la oposición. Respecto del oficialismo, sólo se espera la comunicación formal de que Cristina va por otro período. Fuera de eso, no hay mucho más que la expectativa por su compañero/a de fórmula; el número de gente que la ratificaría en las primarias del 14 de agosto; la incógnita de si es probable vencer a Macri en el ballottage, y los panoramas enroscados de la lucha por las gobernaciones santafesina y cordobesa (en ese orden, si es por hoy, porque la flamante y aparente ruptura del kirchnerismo con De la Sota parece dejarle el campo orégano a Juez). Casi nada más, si es por lo estrictamente político. En la economía sólo inquieta la inflación; pero a esta altura parecería estar claro que, sea por acostumbramiento, por no afectar al consumo de los sectores medios o porque nadie ofrece una sola receta alternativa, el problema no hace mella en las cifras de popularidad gubernamental. Es hasta fantasioso que el trance comercial con Brasil pueda trasformarse en escalada de largo plazo, siendo dos socios de necesidades estratégicas compartidas. Algún paisaje neblinoso en la cotización del dólar, con sus variaciones y diversificaciones, es lo típico de cualquier etapa electiva decisoria. Y para mayor favor del horizonte oficial, las noticias que llegan desde Europa, con España y Grecia a la cabeza, trazan un contraste fenomenal con nuestro escenario, gracias a lo inevitable –aunque equívoco– de la comparación con 2001/2002. Más aun: ya comenzaron a escucharse voces como las de Paul Krugman, Nobel de Economía, o Mario Soares, ex primer ministro portugués, advirtiendo que una “salida a la argentina” –renegociación de la deuda, con quita compulsiva brutal en los bonos de los acreedores– es o podría ser lo único que les queda a esos países incursos en dramas pintados como similares a los sufridos aquí hace diez años. Sin embargo, nada de lo anterior, a propósito de la presuntamente despejada superficie electoral que afronta el kirchnerismo, es equiparable a las gentilezas prestadas por los adversarios. Digámoslo de manera más directa, aunque no se deban perder de vista los méritos adjudicables al oficialismo: la mejor campaña de Cristina está en manos de la oposición.

Hubo, en orden cronológico, el abandono de poder consensuar una táctica articulada. Después, prácticamente todos sus candidatos se fueron a los botes. Más tarde, si es por operaciones y propagandas tan obscenas como las que se endosan al periodismo K, comenzaron a retirarse sus comandos mediáticos. Y al fin, ni siquiera se disimula que el ¿fenómeno? de la dispersión y contradicciones opositoras es más aplastante que fatigoso. No pueden más que agarrarse de la tenida de Beatriz Sarlo en 6,7,8, o en torno de Schoklender y las Madres. Por lo demás, nada curiosamente, los títulos y despliegues centrales de la prensa antagonista pasan ahora por que los celulares serían cancerígenos, por la detención en Palermo de un prófugo de Estados Unidos que fue gurú de la farándula, por la novela divertida pero repelente del “café veloz” entre Grondona y Maradona, por las secuelas del Martín Fierro. Algunos de esos asuntos conllevan interés popular de por sí, pero en su visión conjunta tienen una contraindicación primordial: es imposible aislarlos de un contexto caracterizado por la desazón, acerca de que en la gran política (?), de los propios, no se encuentra nada mejor para llamar la atención. ¿De qué podrían hablar en su reemplazo, o qué publicitarían con énfasis? ¿Que los radicales están dispuestos a ir con De Narváez a cualquier costo, así les signifique tirar por la borda algún principio ideológico que pueda quedarles? ¿Que el hijo de Alfonsín no sacó la cuenta de lo que realmente puede aportarle el colombiano, en un tablado de muy poco que ver con la situación de hace dos años? ¿Podrían parlotear sobre la depresión que generó en el PRO haber puesto de cabeza de lista a Bergman, desapareciendo a Michetti y relegando a Rodríguez Larreta porque Macri dedujo que el rabino le arrastra votos de la colectividad judía? ¿Qué pretenderían? ¿Que Binner no se muestre agrandado porque ganó su pollo, por el que se jugó contra viento y marea, y le largue los perros, así nomás, en aras de una alianza con la derecha, la honra de una construcción personal, y basada en una gestión gubernativa de varios años? ¿Y qué propagandizarían de Proyecto Sur? ¿Que el candidato a vice de Solanas avisó que en la segunda vuelta seguramente no tendrían otra que ir con Filmus, con Pino apareciendo de inmediato para aclarar que aspira a captar voto antikirchnerista de la forma que sea? ¿Cómo es, por ejemplo, que desde las entrañas de Solanas se presente a Alcira Argumedo como candidata presidencial, para que el tano De Gennaro se entere por los medios y retruque que eso está por verse?

Lo precedente es parte de lo que, al principio de esta nota, se definió como el aspecto cómodo pero cansador. Es una de las tantas descripciones que merece la batahola opositora. El más intrincado de los análisis sería escrutar cuál es el fondo de esta sucesión papelonesca, entre quienes dicen proponer otro rumbo. Y es en este punto cuando al periodista no se le ocurre otra cosa que insistir en que no quieren ganar. Por lo pronto, ¿no es sugestivo que en la misma derecha –y desde los razonamientos publicados de los sectores afines al kirchnerismo, claro que sí– no haya mayor entusiasmo por determinar el porqué de este desbande opositor? Si fuera por lo generalizable de lo que se lee y escucha, semejaría que, solamente, la oposición anda a los tumbos porque sí. Lo cual es una afrenta al sentido común, además del político. Así como todos venimos desde algún lugar (histórico, educativo, familiar, militante, que viene a ser todo lo mismo), también nace de algún lado que el antikirchnerismo sea apenas un jadeo. ¿De cuál lado? Del que estipula que el cociente de la oposición es el resultado de no saber, ni poder, ni en consecuencia ofrecer, algo mejor. No es únicamente que a Ricardito no le da para ser algo más que el hijo de Alfonsín. Ni es que Macri se la pasa más de joda que trabajando. Ni es que Binner no significa mucho que digamos como edificación de imaginario masivo-popular-nacional. Ni es que Solanas sólo se dedica a diagnosticar. Ni es que la izquierda radicalizada persiste en tripular asteroides. Si fuera por eso, bastaría el/un dichoso viento de cola, o de humor social enojado, para volver a votar a Menem, en cualesquiera de sus siluetas sucedáneas. Alguna más guitarrera, alguna más circunspecta, alguna mejor dibujada, pero finalmente eso. No. No es eso. Es que el kirchnerismo los corre por izquierda dentro de los marcos que el sistema impone. Es ese es el karma de la oposición. Dentro del sistema, no tienen modo de oponerse con algo más atractivo. Y fuera de él, se convierten en un absurdo.

Se lamenta lo reiterativo, pero tampoco se encuentra una variante para no reiterar(se): está pasando que la oposición no quiere ganar. Si lo deseara, ya habría acordado hace rato programa y candidaturas. Y como no lo quiere, queda expuesta a estos papelones que se relatan como si vinieran de la nada.

Batallas y hegemonías

Página 12
30 de mayo de 2011

Por María Pía López *

De los Cuadernos de la cárcel, de Antonio Gramsci, proviene el uso de ciertas metáforas militares. Se sabe: guerra de posiciones para enunciar un cierto tipo de despliegue de la lucha política en Occidente. Es decir, para nombrar algo que tendría menos de golpe de mano sobre las instituciones estatales o de estallido revolucionario triunfante, que de maceración de valores, creencias e ideas, que permitirían a un bloque histórico constituirse como hegemónico. Las metáforas militares desembocan allí, en la noción de hegemonía. También su definición más compleja. Porque la hegemonía es confrontativa pero no necesariamente bélica: se ancla en la aceptación de ciertos valores sectoriales –de una clase, de una alianza de clases– por parte del sentido común. La legitimidad de las relaciones de dominio social y de acción del Estado se sustenta sobre un régimen de creencias que es, precisamente, el de la hegemonía. Es decir, si la noción gramsciana por un lado nos remite al orden de las clases, por el otro alude al modo en que éstas confluyen aceptando aquello que no proviene de sus propias filas. Es noción que articula el conflicto y la conciliación.

En estos años, la idea de hegemonía ha sido desprestigiada, usada como ariete para enjuiciar presuntos intentos de dominio gubernamental. Malversada en el vocerío de los republicanos, pareciera ser sinónimo de una voluntad de primacía absoluta sobre el espacio público. Pero si desandamos esa manipulación desdeñosa de la idea, ¿qué voluntad se nombra como hegemonía? Creo que no tanto la imposición de la lógica de un sector como la capacidad de un sector de traducir, deglutir y retomar temas y valores que no han surgido de él y que sin embargo por su mediación pueden generalizarse. Dicho así, remite a un tipo de acción de retoma y generalización propias de los bloques políticos a cargo del Estado. Recuerdo una clase de Eduardo Grüner, entre las muchas recordables que le he escuchado, en la que leía a Gramsci junto con Bajtin, el proveedor sagaz de esta idea de traducción. El Bajtin que pensó la lengua como superficie de un conflicto, expresión sensible de la diferencia de las clases y lucha –otra vez las palabras de la confrontación– por la traducción del decir del otro.

No debería aplanarse la cuestión de la traducción al nivel de una negociación astuta. Porque no existe sólo en ese nivel. Su fuerza proviene de otras dos situaciones. Una, la de la fatal incompletud de toda lengua política y de toda sensibilidad activa, que debe presentarse ante los reclamos de la época munida de una lengua exigua. Si toma, si retoma, es también porque no tiene: ¿No vemos esa situación en los modos en que una idea de igualdad y libertad de derechos de las minorías sexuales se ha incluido en la perspectiva programática del partido de gobierno? ¿No vemos allí cómo se dispone a transitar aquello que sus propias fuentes o la tradición en la que se inscribe no prescribía? La otra situación es la que resulta de la traducción misma. Viveiros Castro, a propósito del análisis de la antropología de Lévi-Strauss, plantea que toda traducción es traición, pero no al objeto sino a la lengua que intenta recibirlo. Es interesante, porque revierte sobre lo que antes citaba de Bajtin, para pensar que ese combate no deja a nadie indemne y sus efectos políticos más potentes se inscriben en quien –en qué grupo, en qué bloque– se deja afectar más profundamente.

Ante la malversación de la idea de hegemonía en el idioma cotidiano de la política, apareció como sustituta positiva la noción de batalla cultural. Parecen nombrar etapas de un mismo proceso: ¿o no sería ese combate la instancia previa de la triunfante hegemonía? Es decir, si hay hegemonía es porque hubo batallas victoriosas, aun aquellas que se dirimieron sin ninguna apelación al imaginario bélico sino que se realizaron al amparo de instituciones –como las iglesias– o que se afirmaron en la industria del espectáculo. La hegemonía tiene doble latido: un corazón del conflicto y otro de la conciliación. No sólo de la conciliación a la que puede llamar el victorioso, a la paz que reclama el que ha impuesto una ley surgida del conflicto anterior del que ha resultado ganador, sino de una situación más compleja, en la que construir hegemonía requiere traducir, también, la voz del otro, retomar sus valores o marchar hacia la construcción de lo común. Es el esfuerzo de la perspicacia comprensiva más que la obstinación combatiente.

Por eso incomoda, me incomoda, su sustitución por la idea de batalla cultural. La contienda pensada bélicamente nos exige como soldados –o, en el mejor de los casos, a algunos pocos como estrategas– antes que como intérpretes libres de una situación. La batalla reclama inclusión en una trinchera o en una facción, renuncia a la crítica respecto de ese conjunto en el que se está incluido y acusar o ser acusado de disparar fuego amigo. La batalla supone generales cuando no ensalza comisarios políticos. ¡Pérdida grande de las potencias de un colectivo si aquellos que lo componen deben reducir su imaginación y su reflexión al cuidado de la persistencia de la facción! Que es facción precisamente por ese encierro y no porque éste sea el destino de cualquier conjunto ni la deriva necesaria de la apasionada nitidez de los conflictos. El antagonismo es el plano necesario de la política, mucho más cuando logra capturar y expresar, con los símbolos y las dinámicas propias de esa práctica, las particiones del antagonismo social. Pero eso divide campos que no tienen por qué derivar en bandos o facciones, por el contrario, pueden afirmar su vitalidad en la capacidad de evitar esa deriva.

En la batalla hay un nosotros y un ellos, claramente definidos. En los últimos tiempos, esa diferenciación no provino de una determinación económica –como la noción de clases o la distinción entre poseedores y desposeídos, o entre pueblo y oligarquía–, sino de una pertenencia simbólica, a un linaje u otro del pensamiento y la cultura. No siempre es claro que ese dispositivo de reconocimiento, que solicita inclusión en un conjunto definido por ideas y nombres, esté ligado a una afirmación efectiva de los derechos de los desposeídos. A veces sí. Otras, se convierte en ariete para la deslegitimación de ciertas reivindicaciones, cuya sola manifestación pública puede señalarse como mella a la plenitud de ese pueblo que la tradición o el linaje ha coronado.

Hace algunas semanas terminó en el Palais de Glace una muestra destinada al pensamiento nacional. La selección –convertida, metafóricamente, en selección nacional de fútbol– de pensadores suponía huecos ostensibles y omisiones discutibles. No se debe pensar que señalar ausencias –como las señalaron los muchos críticos que tuvo esa muestra– proviene, sólo, de reclamar un reconocimiento y una valoración para intelectuales como Borges, Viñas, Léonidas Lamborghini, Rozitchner, Astrada –por mencionar aquellos que en distintos artículos periodísticos fueron nombrados como ausentes–. Hay otro destino para esa indicación y es el de discutir el empobrecimiento que todo linaje padece cuando no se engarza con las disidencias o lima la criticidad de lo que incluye. La ausencia de Borges o Rozitchner es un problema para la valoración de esas obras, pero más aún lo es para un pensamiento nacional que se banaliza al no considerarlos.

La banalización no tenía las ausencias como único índice. Era estética y lúdica al mismo tiempo, ya que los conflictos políticos y dramas históricos parecían resumirse en pelotazos y pisadas. No nos vamos a horrorizar como liberales cuando lo que nos atraviesa el cuerpo es la angustia ante el riesgo de volver superficial lo que consideramos relevante. No nos vamos a escandalizar como opositores cuando lo que nos cabe es la alarma por la fragilidad de las ideas con las que se sostiene, por momentos, el compartido entusiasmo. Pero cabe la angustia y corresponde la alarma entre los que pertenecemos al mismo campo del antagonismo.

¿Tanto por una muestra?, podrá decir, a la vez escandalizado, el entusiasta de la época. Y yo diré: para muestra cabe un botón o cada hecho es un documento o cada acto fallido un síntoma y así siguiendo. No estamos a las puertas de la catástrofe ni mucho menos, sino ante la emergencia de un campo de conflictos en el que quizá no sirvan los trazos habituales del campo político. Porque si el magno trazado es el que separa entre kirchneristas y antikirchneristas, también es cierto que al interior de cada espacio así definido hay niveles bien distintos de lucidez y de banalidad. Esa otra confrontación, transversal a la que lleva los nombres de la política de la época, es aquella que nos merecemos dar contra la reducción de lo que la coyuntura tiene de abierto, imaginativo y múltiple, en nombre de una identidad ya constituida y confortable en su cristalización. Toda reducción lleva en su frente el sello de la banalización.

Y para ir más allá: ¿la propia idea de batalla cultural no nos obliga a banalizar a los oponentes, leerlos en sus aristas más burdas, a los efectos de ratificar la trinchera en la que nos situamos? Y al interpretar en esa superficie de necedad a los otros, ¿no nos condenamos al encierro en la propia reducción? ¿Al clasificar despojando de problemas esa clasificación, no forjamos los grilletes para nuestra propia palabra, que resultará impedida de actuar de un modo desclasificador? Pienso que la noción de hegemonía alude a otro movimiento, que es más bien el de la auscultación de una verdad posible o de un valor a afirmar o de un elemento que conviene –en el sentido más amplio, incluso astuto, de la idea de conveniencia– retomar. En este sentido, exige más disposición a una hermenéutica de la conversación que a la contundencia de la repetición de un slogan. El kirchnerismo ha tenido una profunda capacidad de producir esas intervenciones hegemónicas. Es claro en el caso de los derechos humanos o en el de la ley de medios: se recupera un valor defendido por minorías activas y se lo convierte en política estatal. Y al hacerlo se articula una adhesión a esa política que va más allá de los partidarios del Gobierno. Salvo aquellos que fueron renuentes a esa valoración por ruinosas mezquindades (que los pueden llevar a elegir por Clarín en nombre de libertades democráticas que ese medio desmiente en su vida interna) o que eligieron reconocer los hechos desmintiendo las intenciones (provistos de la tesis de la impostura), el resto de los grupos y personas que intervienen en la esfera pública acordaron con el sostenimiento de esos valores.

Momentos virtuosos de la hegemonía, que no requieren, más que como fuegos artificiales, de mucho de lo que se denomina batalla cultural. Y son demasiados los precios que se pagan por la aceptación de esas imágenes bélicas. De nuevo: no hablamos como pacifistas cuando lo que nos arrasa es la pregunta por cuáles son las luchas en las que efectivamente se dirimen formas de emancipación. Y frente a la cual tenemos una intuición: la de que su persistencia a largo plazo y su expansión en el presente exige una insistencia metodológica en la politización –de las prácticas, de las ideas, de las narraciones– antes que la adopción rápida de las camisetas o el trastrocamiento inmediato del discurso que se combate. Ningún pelotazo acertado al gorila sustituye el ejercicio, profundamente político, de interpretar la época y procurar descifrar sus nombres.

* Socióloga, docente de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

Beder Herrera logró la reelección con más del 75% de los sufragios

Tiempo Argentino
30 de mayo de 2011

El mandatario riojano recordó a Kirchner y dedicó el aplastante resultado a Cristina Fernández. “Este ha sido también un triunfo de nuestra presidenta”, dijo. La alianza entre la UCR, el PRO y peronistas disidentes quedó segunda, muy lejos.


Estos resultados nos reconfortan, emocionan y comprometen mucho, porque recibir la confianza de tantas personas nos hace pensar que estamos por el buen camino, que todas nuestras políticas han sido reafirmadas y eso nos da muchísima fuerza”, resumió ayer el gobernador de La Rioja, Luis Beder Herrera, poco antes de las 21, cuando todavía no se habían dado a conocer resultados oficiales del escrutinio, aunque todos los sondeos de boca de urna le otorgaban la reelección de manera holgada.

Al cierre de esta edición, y con el 21,7% de las mesas escrutadas, Beder Herrera, del Frente Justicialista para la Victoria, obtenía el 75,03% de los votos; mientras que el candidato del Frente Cívico por el Cambio, Julio Martínez, cosechaba el 14,09% de los sufragios; y el ex gobernador que fuera destituido, Ángel Maza, de Unión Riojana, el 9,54%.

El Frente Cívico por el Cambio logró reunir en La Rioja algunas de las fuerzas que hoy a nivel nacional no logran ponerse de acuerdo para enfrentar una eventual candidatura de Cristina Fernández para las elecciones del 23 de octubre. Martínez contaba con el respaldo de radicales, peronistas disidentes y del macrista PRO. Aunque en La Rioja estas fuerzas políticas lograron superar sus notorias divergencias programáticas para enfrentar al oficialismo, no lograron sin embargo cosechar ni la mitad de los votos del FPV.

En su primera intervención tras el fin de la jornada electoral, Beder Herrera, quien al momento de sufragar había reclamado la reelección para la presidenta Cristina Fernández, se encargó de resaltar además que “este ha sido también un triunfo de nuestra presidenta, que nos ayuda mucho”.

El ministro de Interior Florencio Randazzo viajó especialmente ayer desde la Ciudad de Buenos Aires para acompañar al gobernador reelecto en los festejos, que tuvieron su epicentro en la Casa de gobierno provincial, frente a la que se congregaron cientos de seguidores para celebrar el triunfo del Frente para la Victoria.

Poco antes de salir al balcón de la gobernación, Beder Herrera aseguró en conferencia de prensa que necesitaban de esta ratificación “para seguir profundizando el proyecto provincial, para profundizar las políticas como las implementadas en materia de educación, que es la principal política de Estado, y crear trabajo, que es un tema duro para La Rioja pero es un tema que vamos a seguir profundizando.”

A su lado, el ministro del Interior elogió el modelo instaurado desde la Casa Rosada a partir de la llegada al poder del ex presidente Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003 y continuado por la actual mandataria, al señalar que la contundencia de los resultados electorales verificados en Catamarca, Salta y La Rioja ayer demuestran que “el camino es el correcto”. “No hay duda de que este resultado responde a que las decisiones políticas de la presidenta mejoraron la calidad de vida de los argentinos y se ha sentido fortalecida por esos gobiernos provinciales que han acompañado las políticas de la Casa Rosada”, agregó Randazzo.

En total 228.463 riojanos estaban habilitados para concurrir a las urnas ayer en las 771 mesas mixtas que fueron desplegadas a lo largo de toda la provincia. Además de gobernador, los riojanos eligieron 19 diputados provinciales, 18 intendentes y 148 concejales. Tras el muy buen debut del voto electrónico en el 33% de las urnas involucradas en los comicios celebrados en Salta el 10 de abril pasado, La Rioja realizó ayer una prueba piloto para avanzar en la adopción de este sistema en el futuro. En total, 1300 riojanos estaban habilitados en cuatro mesas para emitir su voto de manera electrónica.

El candidato del FPV para la intendencia de la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca, Ricardo Quintela, lograba al cierre de esta edición la reelección con el 48,5% de los votos. Quintela ya adelantó que irá por la gobernación en 2015.

Excepto algunos contratiempos con las autoridades de mesa para el inicio de la votación, la jornada se presentó “normal” para la Justicia Electoral, aunque con menos afluencia de votantes que en otras elecciones. Además, listas opositoras realizaron denuncias públicas por supuestas irregularidades, que fueron desestimadas por la Justicia Electoral, para la cual el acto eleccionario fue transparente.

domingo, 29 de mayo de 2011

La audacia sin cálculo

Página 12
29 de mayo de 2011

Antes que en 6,7,8, Beatriz Sarlo había expuesto su impugnación al kirchnerismo en un libro. Con escaso sustento fáctico alaba al ex senador Duhalde, ignora el compromiso de Kirchner con los derechos humanos previo a su presidencia, minimiza el reto del poder agromediático, desconoce la cronología del conflicto con Clarín, atribuye a Kirchner la ley de comunicación audiovisual con menosprecio machista por CFK y subestima la calidad del debate que la precedió y la coalición que la sustenta.

Por Horacio Verbitsky

La visita de la ensayista Beatriz Sarlo al programa 6,7,8 tuvo una merecida repercusión. Introdujo en un medio tan ubicuo y paupérrimo como la televisión un debate político necesario, lo cual merece todo encomio, para la invitada y sus anfitriones. Si no pudieron profundizar los temas discutidos, fue antes por las limitaciones intrínsecas del medio que por deficiencias de ellos. Más propicio para ese fin son el papel y la letra impresa. Lo que sigue no es un comentario del último libro de Sarlo(1), que contiene opiniones sobre medios y estilos de comunicación, sino apenas una discusión de aquellos tramos en los que plantea algunas cuestiones políticas.

El campo del debate

Sarlo afirma que “el campo” no había sido enemigo de Kirchner “hasta la resolución 125” y después se convirtió en su “enemigo principal”, cuando en realidad sólo se trataba de una “mera disputa por la renta”. Agrega que “hasta el enfrentamiento con el Grupo Clarín, cuyo inicio coincide con el conflicto con el campo, el kirchnerismo no había agitado la necesidad de una nueva ley de medios audiovisuales. No era una cuestión de principios ni una cuestión programática. Iniciado el conflicto con Clarín se convirtió en ambas cosas”. También sostiene que desde que Kirchner favoreció al grupo con la extensión de licencias “no había sucedido otra cosa que el cambio de línea editorial del diario”, por lo cual la ley de medios de comunicación audiovisual habría constituido una mera venganza. De este modo, y sin más trámite, desdeña la magnitud y la gravedad del desafío que la oligarquía diversificada (según la definición de Eduardo Basualdo) planteó en la disputa por las retenciones que, tal como Sarlo sostiene, adquirió una dimensión simbólica. En ella se jugaba el destino de la democracia en la Argentina, agrego yo. Es imprescindible recordar que el Grupo Clarín no sólo es socio de La Nación y de las patronales rústicas en la megaferia Expoagro, en la que se cierran cada año negocios por 300 millones de dólares, sino que desde la Asociación Empresaria AEA conduce junto con la trasnacional italiana Techint a la fracción dominante del capitalismo en la Argentina, que dos de sus voceros, Hugo Biolcati y Mariano Grondona, vaticinaron entre chanzas que Cristina no terminaría su mandato y que, una vez fracasado ese intento, el CEO del Grupo, Héctor Magneto, reunió en su casa a los jefes de la oposición política para urgirlos a encontrar una combinación electoral que permitiera derrotar al gobierno. Sarlo realiza una crítica cultural a partir de afirmaciones e imágenes instaladas por ese mismo poder agromediático. La inteligencia de su especulación intelectual no puede suplir tamaña falla de origen en los cimientos de la obra, que pierde densidad al rebajar a la autora al nivel de sus interesadas fuentes.

Licencia para divagar

La prórroga por diez años de todas las licencias de radiodifusión, dispuesta en mayo de 2005 por el decreto 527, no fue un favor al Grupo Clarín (que acababa de renovar las suyas) sino a sus competidores de los canales de televisión 2 y 9, que las tenían a punto de vencer y para colmo estaban en convocatoria de acreedores. Esto era causal de extinción de las licencias, según el artículo 53, inciso c, de la ley de radiodifusión 22.285 vigente entonces. En tal caso, Clarín reinaría sin competencia, dado que el restante canal de aire, en manos de la española Telefonica, se abstenía de cualquier intervención política. El entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, intercedió ante Telefonica para que condonara o refinanciara la deuda que Daniel Hadad contrajo al adquirir el canal 9, como informó este diario oficialista el 26 de diciembre de 2004. Cuando esas gestiones fracasaron, Kirchner acudió a la prórroga de las licencias. De ese modo revalorizó a los contrincantes del Grupo Clarín y los rescató de la quiebra. Es decir que ya en el segundo año de su presidencia, Kirchner estaba prevenido contra la enorme concentración de poder mediático en un solo grupo, que además procuraba expandirse al campo de las telecomunicaciones, para lo que solicitaba el apoyo oficial. Que no lo haya enfrentado entonces obedece a debilidad objetiva y subjetiva. “Hay cosas que no me animé a hacer, para no de-sestabilizar, para no profundizar, y que, gracias a Dios, Cristina las está haciendo”, dijo en enero del año pasado (“Hombre de la Plaza Rosada”, Página/12, 10 de enero de 2010). Una vez más, la cronología ayuda a comprender los procesos. En diciembre de 2007, tres días antes de su conclusión, el gobierno de Kirchner había autorizado la operación conjunta de Cablevisión y Multicanal, si se cumplían las condiciones de desmonopolización señaladas por el Tribunal de Defensa de la Competencia. El 4 de abril de 2008, a diez días del primer lockout agropecuario, la presidente recibió a los directivos de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y el 16 de abril a los miembros de la Coalición por una Radiodifusión Democrática, quienes le presentaron los “21 puntos por el Derecho a la Comunicación”en los que desde 2003 trabajaron 300 organizaciones sociales y cooperativas, sindicatos, universidades, organismos de derechos humanos, asociaciones de radiodifusores y radios comunitarias y le solicitaron que reformara la vetusta ley de Radiodifusión, sancionada por Videla en 1980 y empeorada por Menem diez años después.

Un año de debate

Transcurrió un año de debates, seminarios, foros, mesas redondas, en los barrios, los sindicatos, las universidades, Concejos Deliberantes y Legislaturas provinciales antes de que CFK presentara su primer anteproyecto, que recién se convirtió en proyecto de ley luego de otro semestre de apasionados foros regionales realizados en todo el país. También las dos cámaras del Congreso realizaron sendas rondas de consulta con las organizaciones de la Coalición y con aquellas que representaban a los intereses económicos en juego, incluyendo a las autoridades del Grupo Clarín, que se negaron a concurrir aduciendo que las decisiones ya estaban tomadas. No hay otra ley discutida con tan alto grado de participación en la historia argentina, y sólo el Código Civil del siglo XIX puede competir con ella en cuanto a anotaciones de legislación comparada. Con una desventaja: aquel Código fue obra de un solo hombre, Dalmacio Vélez Sarsfield, y se aprobó a libro cerrado en el Congreso. Podría decirse que Cristina se apropió de las propuestas para la democratización de las comunicaciones que elaboraron las organizaciones fundadoras de la Coalición y que tenían un antecedente fundamental en los proyectos del ex presidente Raúl Alfonsín, elaborados por el Consejo para la Consolidación de la Democracia pero nunca aplicados, como tantas otras buenas iniciativas de aquel malogrado gobierno. Más costaría fundamentar qué tiene de malo que un gobierno elegido por el voto popular adopte las reivindicaciones que provienen de los sectores más avanzados de su propia base electoral. Lo mismo hizo Cristina con la Asignación Universal por Hijo, que también surgió de fuerzas políticas y sociales ajenas a la propia y que durante años fue resistida por el gobierno. La laboriosa ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, y su hermano presidente objetaban ese tipo de transferencia directa de ingresos, y en su lugar privilegiaban la reducción del desempleo, para que cada cual se ganara con mayor dignidad el sustento. Pero, igual que en otros campos, fue el éxito de esa política (con la creación de cinco millones de puestos de trabajo y la caida del desempleo a los niveles de hace un cuarto de siglo) el que puso en evidencia sus limitaciones y la necesidad de superarlas. Cristina pudo adoptar la AUH porque antes había recuperado el sistema previsional, convertido por Menem y Cavallo en un negocio financiero para los grandes bancos, que con ese dinero financiaban a altas tasas los déficit del Estado, consecuencia de esa misma privatización. Esta capacidad de reconocer los problemas y el desprejuicio para adoptar las soluciones ideadas por otros es una clave de la vitalidad del kirchnerismo, que no debería suscitar rechazo en quienes valoran el diálogo y los consensos.

Derechos y humanos

En un capítulo importante de su libro, Sarlo dice que Kirchner encontró en la reivindicación de los derechos humanos una fuente de legitimidad ya “que había llegado al gobierno cautivo de su propia debilidad”. Se trataría de una operación política, comenzada en su discurso inaugural cuando “recordó a los militantes asesinados” que en Santa Cruz nunca habían recibido “el menor homenaje de su parte”. Así habría puesto fin a “una amnesia política que había durado mucho tiempo”. Habría dramatizado de ese modo “una puesta en escena de una alianza entre las organizaciones de derechos humanos y el presidente”, con quienes Kirchner “se inventa una relación”. Sarlo dice que al pedir perdón en nombre del Estado Nacional el 24 de marzo de 2004 en la ESMA, “por la vergüenza de haber callado durante veinte años de democracia tantas atrocidades”, Kirchner dio “un paso principal en su propia invención política”. Con una entonación psicologista comenta: “Él, que no se había ocupado de los derechos humanos hasta llegar a la presidencia, transfería ese lapsus al Estado argentino y a otro presidente, Raúl Alfonsín, que había hecho su campaña electoral comprometiéndose a juzgar a los comandantes responsables de los crímenes de la dictadura”. Concluye que esa omisión le evitó “el incómodo recuerdo de que él mismo votó, en 1983, a un partido justicialista que consideraba legal la autoamnistía que se habían otorgado los militares”. El oficio de la crítica literaria, que Sarlo practica con general beneplácito, no soporta bien su traslado a la política, como bien saben quienes admiraron la obra de David Viñas, porque esta materia no se circunscribe a un texto fijo ofrecido a la interpretación del lector, según establecieron Hegel y Perón. Por el contrario, es tan huidiza que, con toda probabilidad, Sarlo no conocía al escribir su libro el discurso que Kirchner pronunció en el Ateneo Juan Domingo Perón, durante la campaña para elegir el candidato justicialista a la intendencia de Río Gallegos en 1983. Allí dijo que “la represión de la dictadura militar ha ensangrentado a todo el pueblo argentino” y que “siempre dijimos que Videla y Massera y Agosti, y todos los sinvergüenzas que vinieron después, iban a ser sentados en el banquillo de la justicia constitucional para que respondan ante tantos abusos y ante tantos crímenes cometidos contra este pueblo”. La observación de Sarlo sobre la posición del candidato justicialista a la presidencia en 1983, Italo Luder, es de estricta justicia, pero no puede reclamársele a Kirchner, quien recién en 1991, después de las amnistías de Alfonsín y los indultos de Menem, accedió a la gobernación de su provincia, una posición desde la que no es posible modificar asuntos que pertenecen a la escena nacional. El discurso completo pronunciado por el joven Kirchner a sus 33 años puede encontrarse en http://www.youtube.com/watch?v=siuGYpyG3A&feature=youtu.be. Hay un bonus track: la presentación del orador por la también jovencísima Cristina Fernández, que está despertando pasiones retrospectivas en la web.

Floja de papeles

“A diferencia de los radicales”, dice también Sarlo, “los peronistas ‘se meten’ con los medios, los favorecen, los acosan o los cortejan, fundan medios y los financian”. Es una afirmación incomprensible en alguien que haya vivido en la Argentina durante las presidencias de Arturo Frondizi y Raúl Alfonsín. Lo que les faltó no fue desprejuicio, sino eco popular. La principal diferencia entre El Nacional y Tiempo Argentino, entre los “Bueyes perdidos” de Mario Monteverde y 6,7,8, está en la eficacia, y ésta no depende sólo de las calidades personales o profesionales de sus responsables, sino de la índole de los respectivos gobiernos que defendieron.

Equivocaciones menores de Sarlo confirman la impresión de una exégesis teórica presuntuosa, edificada sobre una base fáctica que conoce mal. Por ejemplo, al referirse a las elecciones de 2005, en las que Kirchner decidió confrontar con quien lo había impulsado al gobierno, dice que “en la madrugada de la victoria, entre gallos y medianoche, abandonaron a Duhalde y se hicieron kirchneristas los fieles Díaz Bancalari y Pampuro, nombres importantes del derrotado peronismo bonaerense”. Es cierto que Díaz Bancalari era el compañero de fórmula de Hilda González en el Partido Justicialista, pero Pampuro fue quien lo venció, como segundo de la boleta que encabezaba Cristina Fernández. Sorprenden también las alabanzas al ex senador Eduardo Duhalde, quien durante unos meses de 2002 y 2003 ocupó en forma interina la presidencia. Dice que “practicó la moderación hasta que la policía, en un episodio oscuro, asesinó a los militantes Kosteki y Santillán”. Sólo las distintas acepciones del adjetivo impiden calificarlo de escandaloso: el gobierno de Duhalde preparó en forma cuidadosa esa emboscada, con el propósito de dar un escarmiento a las fuerzas sociales movilizadas en aquellos días, con informes falsos y tremendistas elaborados desde la SIDE por su ministro Carlos Soria y presentados a la Justicia por su ministro Jorge Vanossi. Antes, había presionado a la Justicia federal para que encarcelara a Cavallo y a varios banqueros, ofreciéndolos a la vindicta pública. Según Sarlo, el moderado Duhalde trabajó “en la reparación de un país en ruinas, donde la palabra incendio no era una hipérbole sino una imagen descriptiva bastante realista”. Ni una línea en las 235 páginas del libro menciona la brutal transferencia de ingresos, de los sectores subordinados a las mayores empresas, provocada por la mayor devaluación del tipo de cambio real de la historia y por la pesificación asimétrica dispuesta en aquel nefasto gobierno, sin el cual la devastación de la década anterior no hubiera terminado de ejecutarse. Sin duda, se trata de un libro audaz, escrito con más pasión que cálculo.

A favor de un segundo mandato

Página 12
29 de mayo de 2011

El máximo organismo del PJ –su congreso nacional, que ayer reunió a 620 delegados en Parque Norte– aprobó por unanimidad dar respaldo a la presidenta Cristina Kirchner para que busque un segundo mandato. Con la interna transitoriamente en suspenso, ya que el armado de las listas será una discusión posterior, el peronismo dio también luz verde al Consejo del PJ para la construcción de un frente electoral con otras fuerzas políticas y organizaciones sociales. La votación abarcó a todo el arco justicialista, desde Daniel Scioli y Hugo Moyano a intendentes, ministros y legisladores.

Aunque se trató de un encuentro para el que no se preveían sorpresas y destinado a cumplir con cuestiones formales ante la Justicia electoral, el congreso fue un gesto de alineamiento del justicialismo detrás de la figura de Cristina. Duró apenas cuarenta minutos en los que se aprobó, también por unanimidad, modificar la carta orgánica del PJ para adecuarla a la nueva ley de internas abiertas y obligatorias.

El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, fue uno de los participantes y, tras el cierre del congreso, volvió a responder ante las preguntas de los movileros que “no hay dudas” de que la Presidenta será la candidata, aunque advirtió que “tiene derecho a demorar la definición”. En el mismo sentido, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, dijo que la mandataria seguramente dará a conocer si se presenta “muy cerca del 24 de junio”, cuando vencerá el plazo para las inscripciones, y que el nombre del candidato a vice “es una decisión que le compete exclusivamente” a ella. “Puede ser cualquier compañero que acompañe a este proyecto nacional, desde el lugar que lo haga, nosotros en eso no somos excluyentes y tampoco la experiencia del error de haber llevado a Julio Cobos de vicepresidente tiene que echar por tierra la naturaleza de la construcción de un frente amplio”, consideró.

El gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, presidió la reunión. Se sentaron junto a él las autoridades del PJ como el titular de la CGT, Hugo Moyano, el gobernador bonaerense Daniel Scioli y el intendente de Tres de Febrero, Hugo Curto. Estuvo también Antonio Cafiero, que mientras posaba para las fotos junto a un grupo de militantes, apoyado en un bastón, se mostró satisfecho porque “el partido está muy bien”, por lo que auguró un “vamos a barrer (en las elecciones), de arriba a abajo y de un lado a otro”.

“Este es un año de definiciones importantes y es ahora que nuestro partido tiene que estar más unido que nunca para respaldar a la Presidenta en la búsqueda de su reelección”, dijo Insfrán desde el escenario principal al abrir el congreso. A su turno, Scioli completó que “la responsabilidad de este congreso del partido de gobierno que es el justicialismo es darle toda la sustentabilidad, todo el apoyo”.

Otros de los que compartieron la mesa principal fueron el gobernador de Jujuy, Walter Barrionuevo; su colega de Salta, el reelecto Juan Manuel Urtubey; el de Tucumán, José Alperovich; y la mandataria electa de Catamarca, Lucía Corpacci.

El secretario general de la CGT sostuvo que el apoyo a Cristina “ya estaba instalado en todo el peronismo”. La Presidenta “es la jefa de todo el PJ”, declaró Moyano. Otras definiciones llegaron vía Twitter, como en el caso de Agustín Rossi, candidato a gobernador de Santa Fe, que opinó que el congreso sería “otro paso hacia el triunfo de Cristina en octubre”.

La de ayer fue la segunda de una serie de pasos que debe dar el PJ como preparación para octubre. El 19 de mayo pasado ya se había reunido en La Plata el Consejo Nacional del partido. Ese día la primera plana del peronismo dio a conocer un documento de apoyo a la gestión del Gobierno que los congresales ratificaron en Parque Norte. “Hemos podido crecer hasta alcanzar un ingreso per cápita casi el doble de toda América latina después de haber tomado decisiones estratégicas para las cuales había que tener convicción y coraje”, decía el texto, que subrayaba además el haber podido “generar más de 5 millones de empleos, reduciendo la desocupación de 24 a 7,3 por ciento”.

1967 votos

Página 12
29 de mayo de 2011

El candidato de Mario Das Neves, Martín Buzzi, tiene una ventaja de 427 votos, que el kirchnerista Carlos Eliceche deberá revertir para ser proclamado gobernador. En Puerto Madryn y Camarones también se definirá el intendente.

Por Julián Bruschtein

Desde Puerto Madryn

Las elecciones más largas de las que se tenga memoria en la democracia terminan hoy. Más de dos meses después de la votación oficial los chubutenses sabrán hoy quién gobernará la provincia los próximos cuatro años, después de que voten los 1967 empadronados a los que se les anuló el voto por irregularidades descubiertas en el escrutinio de las elecciones del 20 de marzo. Los ciudadanos que se acercarán a la escuela fueron abordados por ambos sectores para “intentar convencerlos” y orientar su voto. En Puerto Madryn y Camarones también se definirá el intendente.

“Parece que no pasa nada, pero hay tensión porque todos vinieron a pedir el voto y la gente se siente presionada”, aseguró a Página/12 José, un madrynense que disfruta del mediodía soleado cerca de la costa.

La ciudad de las ballenas está tranquila y no aparenta estar en medio de los tironeos políticos que dejaron las elecciones del 20 de marzo, cuando el candidato del gobernador Mario Das Neves, Martín Buzzi, se impuso al del kirchnerismo, Carlos Eliceche, por un margen de 427 votos. El resultado dejaba un excelente desempeño para Eliceche y lo contrario para Das Neves, que pensaba obtener un holgado triunfo. Lo exiguo de la diferencia hizo que los seguidores de Eliceche pidieran una revisión del escrutinio, luego de que se conocieran errores graves en las planillas de los fiscales de mesa. “Si nos hubieran permitido abrir todas las urnas, ganábamos seguro”, afirmó un militante del FpV puntualizando que “sólo se abrió el diez por ciento de las urnas y se encontraron muchos errores”.

Los dos espacios políticos participaron activamente en el acercamiento hacia los vecinos que votarán hoy. “Se les ha ido a hablar, por supuesto como en cualquier elección. Lo demás es puro folklore”, afirmó a este diario el vicepresidente de Modelo Chubut, Rubén Fernández. El folklore que menciona tiene que ver con los trascendidos que circulan entre la gente y los medios locales de que se ofrecieron dádivas de distinto calibre para asegurar el voto. “Hicimos una pequeña campaña para acercar a los electores que no participaron en la elección anterior”, dijo un dirigente del FpV que agregó que era “importante quedarse con las tres ciudades más grandes, además de la gobernación”, demostrando el convencimiento que reina entre ellos.

Las canchitas desgastadas de los barrios periféricos de Puerto Madryn están llenas con chicos jugando al fútbol. Los pibes del barrio San Miguel se pasan la pelota intentando meter un gol sin darse por enterados de la disputa política que se generó entre los vecinos. En estas últimas semanas se vio intensificada la presencia de militantes de ambos sectores para conversar con los electores de la mesa 174 de la escuela 181 para intentar convencerlos de quién es el mejor candidato para liderar la ciudad. La urna impugnada por contener mayor cantidad de votos que votantes asignados abarca los barrios de la zona oeste: además de San Miguel, los vecinos de Fontana, Covitre y Juan Domingo Perón participarán de las complementarias. La urna de Madryn definirá si el próximo intendente continúa siendo kirchnerista o queda en manos del dasnevismo. El vice de Eliceche, Ricardo Lázaro, quedó debajo de Ricardo Sastre por 32 votos y en la urna están habilitados 348 electores, de los que el 20 de marzo asistieron 269. De allí que Eliceche se presente como fiscal en la mesa.

En Comodoro Rivadavia –territorio perdido por Buzzi en las elecciones–, donde ganó el FpV, que llevó a Néstor Di Pierro a ser el intendente electo, es donde se concentrará la mayor cantidad de votos (1367) de la elección complementaria. Dos mesas femeninas y dos masculinas esperarán la opinión electoral para definir la gobernación. Internamente, los dasnevistas le pasan factura a Buzzi por haber descuidado su ciudad y ponerla en manos del kirchnerismo.

En Camarones la situación no es distinta de las demás. La candidata del FpV Ramona Rosales había ganado por dos votos frente al dirigente Carlos Tebes, de PJ-Modelo Chubut. Allí la mesa femenina 1038 que contiene a 258 mujeres definirá al jefe comunal. Los partidos que se presentarán en las complementarias, además del FpV de Eliceche y el PJ-Modelo Chubut, serán la unión Cívica Radical y el MST-Proyecto Sur. Existe una porción de votos, aunque son minoritarios, que participan y no tendrían destinatario que también fueron correteados por los candidatos. El ARI, Partido Acción Chubutense y el Partido Independiente Chubutense, anunciaron que no se presentarán por “falta de boletas”.

La ambición presidencial del gobernador Das Neves se desmoronó en el mismo momento en que los comicios del 20 de marzo daban un virtual empate entre su candidato y el kirchnerista Eliceche. Tan seguro estaba de su victoria que habían viajado a la provincia sus entonces compañeros del Peronismo Federal que también querían subirse a la foto de la primera derrota electoral de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el año, foto que nunca llegó. La falta de acceso rápido al conteo fue generando un manto de sospecha sobre el comicio que finalmente terminó con urnas impugnadas y las elecciones complementarias en seis mesas por “nulidades insalvables” según el Supremo Tribunal de la provincia. Pero el tiempo también ayudó a que los seguidores de Das Neves empezaran a pensar en reflotar su candidatura para octubre. “Reivindicamos la gestión en la provincia y a Mario como dirigente, no desestimamos nada”, señaló, todavía esperanzado, Fernández.

En la dulce espera

Página 12
29 de mayo de 2011

Las tendencias y el papel de lo imprevisible. Cambios en los escenarios provinciales. Ser local rinde menos, en el fútbol y en las urnas. Miradas sobre Santa Fe, Capital y Tierra del Fuego. Córdoba, una movida que altera el tablero. Lo que ya cambió en Chubut. Los radicales apuestan al Colorado, los socialistas cavilan. Y algo sobre una fiesta de ayer.

Por Mario Wainfeld

Hoy día, en España, se da por hecho que el PSOE caerá en las próximas elecciones generales, sean adelantadas o sean realizadas el año próximo. Dos meses antes del atentado de Atocha, el ahora presidente José Luis Rodríguez Zapatero también tenía todas las de perder. De improviso merced a fuerzas exóticas, todo cambió.

En igual sentido, el impacto producido por las acusaciones contra Dominique Strauss-Kahn conmociona las coordenadas de la política francesa, entre otras variables. En el plano local, los resultados de Catamarca y Chubut dieron por tierra con favoritos firmes, muy instalados y con sobrados motivos para suponerse vencedores. A cinco meses de las presidenciales es válido computar esos datos. Nadie gana en las vísperas, mayo no es octubre... lo que no quita que las tendencias existan y tengan su peso predominante. Casi nunca “ocurre” Atocha, no todos los candidatos papábiles son acosadores u obsesos sexuales incontinentes.

Volviendo a lo doméstico, la tendencia electoral varió mucho respecto de hace un año, dos o tres. Tanto en la nación como en las provincias. El cuadro de situación es bien diferente aunque (se consigna por última vez como contorno de toda esta nota) jamás irrevocable.

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Lo general: En lo nacional, la referencia es remanida: la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se asentó como principal favorita y centro de la política. Su preeminencia indujo a presidenciables opositores a disminuir sus ambiciones. Sus adversarios imaginan ingenierías electorales enmarañadas o fantasean con los conflictos internos de la coalición gobernante. En 2007, cuando el kirchnerismo también primaba con holgura, las ilusiones se depositaban en un colapso energético o en una disparada inflacionaria o en la fatiga ciudadana por el exorbitante precio del tomate (¿se acuerdan?).

La impresión es que, como en un torneo de fútbol, el que va puntero debe precaverse más de sus errores que de las tácticas del adversario. El kichnerismo ha cometido algunos de porte menor pero, en promedio, maneja la gestión y la acción política con sensatez, de cara a sus propios fines. La economía rinde sus frutos, las paritarias sintonizan bien con la inflación real, los índices de desempleo se sostienen bajos, el consumo escala en casi (merece subrayarse el “casi”) todos los escalones de la pirámide social.

Dormirse en los laureles antes de cosecharlos es una tentación que parece rondar más a acólitos de la Presidenta que a ella misma, pero la acechanza existe.

La oratoria de la Presidenta concita grados de atención descomunales, atentos a variaciones minimalistas dentro de un discurso coherente y sostenido. Desde el fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner, ni el país, ni la Presidenta, ni su fuerza son los mismos. Cristina Fernández de Kirchner explicita esas situaciones en sus palabras, casi diarias. Su relato refleja lo que piensa, aun en términos emocionales. La oradora devino menos confrontativa, deja mayor espacio a la emoción o la calidez (que eran puntos flacos años ha). Proliferan exégetas que traducen un gesto ocasional como una renuncia a la reelección o como una confirmación de su voluntad o como un viraje. Empero, ni el rumbo del Gobierno ni el de su conductora autorizan tamaños sobresaltos.

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Lo particular, Chubut: Lo sucedido en 2003 y 2007 inducía a suponer que en la disputa de las gobernaciones se sostendría la primacía de los oficialismos locales. Las ventajas propias de cualquier oficialismo se potencian en tiempos de bonanza económica, dinamización de la actividad exportadora y del turismo, obra pública intensa. El autor de esta nota apostaba, meses atrás, a una factible repetición del promedio de 2007: 18 locales, 6 visitantes. Hoy, el score pinta para terminar más parejo, muchas ciudadelas aparentemente firmes están asediadas. La aprobación creciente al gobierno nacional incide, también la diáspora opositora. Cuantitativamente, todo puede pasar. Cualitativamente, el escenario es otro.

El caso de Chubut es una muestra, única como lo es cada provincia, pero no exótica. La lógica es que la diferencia que lleva Martín Buzzi, delfín del gobernador Mario Das Neves, no pueda ser revertida con menos de 2000 votos en juego. Si pasara, sería una conmoción. Pero, aún si la ley de probabilidades se confirma, Buzzi ya no es el delfín de Das Neves, entre otras cosas porque éste ya no existe como referencia política. Era un presidenciable, hoy es un actor de reparto o un extra.

Buzzi tendría cuatro años de mandato por delante, sin una fuerza nacional que lo sustentara, con estrecha legitimidad de origen y un Parlamento muy dividido. Para consolidar su gobernabilidad debería apelar a la lógica del manual: promover “la unidad en la acción” del peronismo local y mejorar la relación con el gobierno nacional. La fuerza gravitatoria lo empuja hacia el Frente para la Victoria (FpV), en el terruño y en las ligas nacionales. Intérpretes limitados de la política despotrican contra los movimientos racionales que marca el tablero. Los gobernadores son, en término medio, conservadores populares con buen olfato dentro de sus fronteras y vuelo bajo extramuros. Suelen orientarse con la brújula de su conveniencia, imantada por la distribución del poder.

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Locales tranquis o inquietos: En Salta el gobernador triunfó sin despeinarse, las encuestas auguran algo similar hoy en La Rioja. En ambos casos son aliados contingentes del oficialismo más afines a las culturas provinciales (aristocrática y dinástica en Salta, menemista en La Rioja) que a los contenidos más rescatables del kirchnerismo.

Hay más locales que parecen ir en limusina a la revalidación, por ejemplo los mandatarios de San Juan, Tucumán y San Luis. Daniel Scioli gana con mucho aire según las encuestas. Es un enigma cuánto cambiaría el escenario si hubiera un pacto Alfonsín-De Narváez. Otras provincias enturbian cualquier bola de cristal.

Por lo pronto, hay incertidumbre en las tres provincias gobernadas por partidos no peronistas que accedieron a esa posibilidad por primera vez en su historia. Hoy día, el porteño Mauricio Macri, el santafesino Arturo Bonfatti y la fueguina Fabiana Ríos se preparan para disputas difíciles. No están derrotados, pueden revalidar pero también perder el único distrito que dominan. En todos esos casos, entre los aspirantes con posibilidades se cuenta el FpV. En Capital, tercia Proyecto Sur.

De nuevo: conquistar una provincia es mucho más difícil que conservarla, en términos políticos o estadísticos. El cuadro de situación trasunta el buen momento del kirchnerismo, que se engalanaría si venciera en alguna de esas competencias, de bien diferente porte.

Córdoba, como de costumbre, es otra historia.

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De la Sota quiere ser as de espadas: El matrimonio de conveniencia entre el PJ cordobés y el kirchnerismo sumó una rencilla a sus crónicas desavenencias. José Manuel de la Sota resolvió mandarse solo al hacer las listas relegando al FpV a quien concedió una cifra humillante de puestos en las listas. La reacción del kirchnerismo es armar su propia fórmula y confrontar. No los motiva la fantasía de obtener más votos que el ex gobernador, sí preservar algún espacio. Las chances de restarle los suficientes como para que no gane el delasotismo son un incentivo adicional.

Ya antes de la secesión peronista, el Partido Nuevo de Luis Juez y el radicalismo con Oscar Aguad estaban en carrera. La división entre los peronistas es una buena nueva para sus contrincantes en un sistema electoral sin doble vuelta, en el que gana la primera minoría.

Los operadores de la Casa Rosada, Juan Carlos Mazzón principalmente, trataron de tejer otro desenlace: una coalición con los peronistas disidentes, “indultando” su pase a la oposición durante el conflicto con “el campo”. En Santa Fe se procuró algo similar, con remate más fructífero, ya que hubo unidad y el candidato será el diputado Agustín Rossi. En Córdoba era condición sine qua non que De la Sota (más taquillero en las urnas que los kirchneristas) encabezara la boleta. A despecho de esa incómoda regla, el “armado” complacía al Chueco y a la Rosada. El disenso incomoda los planes previos del kirchnerismo. Habrá que ver si el arranque autonomista de De La Sota es un golazo o un gustazo pírrico. El Gallego ve en el espejo un presidenciable en 2015. Una reconciliación pragmática entre justicialistas no puede descartarse hasta último momento, sería sorprendente a esta altura.

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Juntos o revueltos: Esta columna se cierra en la tarde del sábado. El cronista reparte su atención entre el partido del Barcelona (se menciona así porque juega solo) y la reunión del Comité de acción política del Partido Socialista. Con intensidades distintas, se confiesa.

El cónclave terminó en un comunicado menos contundente que el score en Wembley aunque no del todo ambiguo. La cúpula socialista plasmó por escrito el habitual discurso del gobernador Hermes Binner. Ahorró adjetivos y nombres propios, escatimó los énfasis pero demarcó un límite con los partidos “no progresistas”. Recalcó que no “descalifica” (un modo elíptico de alusión al diputado Francisco de Narváez quien se quejó al respecto), pero que no se junta con cualquiera.

Incluyó un guiño a las fuerzas progresistas, englobando (con mención explícita) al radicalismo. En ese contexto se reunirán, más pronto que tarde, referentes radicales y socialistas.

La brújula radical, de momento, indica otro norte. Un armado “con ambición de poder”, esto es, menos sensible a susceptibilidades ideológicas. De Narváez, un propulsor de la mano dura y del mapa del delito, es un caso extremo. La dirigencia radical está dispuesta a intercambiar apoyos en la provincia de Buenos Aires, en pos de mejorar su flojo caudal. Es fácil exigir esas medidas, los grandes medios lo hacen, al unísono despotrican contra Binner. Politizan la consigna futbolera “que esta tarde/ cueste lo que cueste/ que esta tarde/ tenemos que ganar”.

En la cancha el “cueste lo que cueste” es polisémico: ora jugar con todo, ora pasar a cualquier modo de violencia. En la contingencia electoral, el “cueste lo que cueste” explicita que para los poderes fácticos el único programa es desalojar al kirchnerismo. Lo que debería ser insuficiente para la dirigencia política, máxime para la que encarnó la experiencia de la Alianza. Binner, quien desempeñó un rol secundario en la hecatombe, enciende siempre la alarma. Los radicales, que la condujeron, miran con cariño una potencial entente aún más heterogénea.

Los pruritos ideológicos no son un disuasivo formidable en campaña, menos para quienes vienen de derrotas sucesivas desde hace diez años. Los márgenes del FpV son, a su turno, muy generosos con aliados contradictorios, impresentables o repudiables, lo que incentiva el ansia radical y le sirve de argumento.

En Argentina es casi imposible llegar a presidente sin una coalición pluriclasista y catch all. El diputado Ricardo Alfonsín y sus huestes lo saben, aunque (aún escatimando pruritos) les sería útil hacer un análisis pragmático. Deberían precaverse de cálculos matemáticos lineales. Algunos ciudadanos progres no radicales se ahuyentarán. No es sencillo que un candidato reenvíe sus votantes a otras fuerzas. Las lealtades partidarias son lábiles, los recelos de los ciudadanos menos flexibles que la ambición de sus referentes transitorios.

Además, la ingeniería de un pacto radicalismo-coloradismo es peliaguda. Los candidatos boinas blancas a intendencias o concejalías pueden ser el pato de la boda. Los votos se consiguen de a uno y se traccionan en doble dirección: de arriba hacia abajo pero también al revés. Si “el territorio” va a menos o tira para atrás (lo que sucederá si “no cobra”) limita el encanto de la martingala.

La voluntad casi todo lo puede, en estas artes. La artesanía es compleja, sus resultados inciertos, definición que no excluye que sean redituables. En el corto plazo, entusiasmarían a los radicales y a las plateas y palcos corporativos VIP.

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Movilidad y cinismo: De Narváez conserva una intención de voto atendible en Buenos Aires, bastante por debajo de su cosecha en 2009. Es el más activo y vivaracho de los candidatos importantes del espacio Unión PRO-Peronismo Federal, cuyas orgánicas brillan por su ausencia. En la semana que pasó, además de guiños febriles dirigidos a la UCR, plasmó una foto con la ex ministra Graciela Ocaña, que lo maquilla a él mejor que a ella.

El ex presidente Eduardo Duhalde navega a la deriva aunque consigue a menudo colar un titulito en los medios. El de esta semana destiló cinismo. Criticó a Hebe de Bonafini, en nombre de los derechos humanos, y aclaró que él prefiere a las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Callar hubiera sido más decente, con su trayectoria y los crímenes de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en la mochila. Las Madres Línea Fundadora le replicaron con una solicitada parca e impecable, publicada ayer en este diario, en la que evitaron todo derrape a la interna entre organismos de derechos humanos. Hay dignidades y dignidades en las viñas del Señor.

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En fin: Chubut y La Rioja designarán su gobernador. Las complementarias en el Sur aspiran al Guinness y custodian, dentro de lo posible, la institucionalidad.

Los mandatarios asumirán recién en diciembre. Los oficialismos provinciales urdieron los anticipos, imaginando que sacarían tajada distanciándose de las elecciones de octubre. Hasta ahora, no va resultando así, lo que comprueba que nadie tiene la vaca atada. Ese aserto y la percepción de que todo lo reseñado tiene final abierto son, tal vez, un resumen ejecutivo de esta nota. Gloria y loor a Lionel Messi. Ojalá que, en la Copa América, la celeste y blanca no le funcione como kryptonita otra vez.

Denuncian el caso de un banquero despojado durante la dictadura

Tiempo Argentino
29 de mayo de 2011

Por Gimena Fuertes

Eduardo Saiegh era propietario del Banco Latinoamericano cuando en 1980 fue secuestrado y torturado “para que confesara algún delito que justificara que se llevaran las acciones de Austral” depositadas en caución.


La mañana del 31 de octubre de 1980 Eduardo Saiegh, propietario y vicepresidente ejecutivo del Banco Latinoamericano, estaba trabajando en su oficina cuando una delegación de 30 policías armados entró y copó el lugar. Se llevaron las acciones de la aerolínea Austral y también al banquero, al que torturaron durante una semana dentro de la dependencia policial del Banco Central de la República Argentina. Después de más de 30 años, y largos procesos judiciales infructuosos, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación se presentó como coquerellante en la causa para impulsar la investigación sobre las responsabilidades del ex ministro de Economía de facto José Alfredo Martínez de Hoz, su par de Interior Álbano Harguindeguy y Alejandro Reynal, vicepresidente del BCRA en esos hechos.
“Sufrí una semana de torturas, fue mi semana trágica”, sintetiza Eduardo Saiegh. “Cuando entraron al banco no entendíamos nada, los policías hacían preguntas sin sentido porque no sabían a qué habían venido. Después nos llevaron a mí y cuatro gerentes más a la división Bancos de la Policía Federal que estaba en el Banco Central de Mitre y 25 de Mayo, y ahí mismo empezaron las torturas. Me hacían el submarino delante de los gerentes de mi banco. Después me pegaban con toallas mojadas para que confesara algún delito, algo que les justificara la liquidación del banco para poder llevarse las acciones de Austral y concretar la estatización”, relató Saiegh a Tiempo Argentino.
En el Banco Latinoamericano estaban guardadas las acciones de Austral en garantía de un préstamo que les habían otorgado por 7 millones de dólares. “Mi banco era el único acreedor privado”, declaró el empresario ante el juez. Tras el robo de las acciones, presionaron a Saiegh para que se “autoliquiden voluntariamente”. En ese momento el vicepresidente del BCRA era Alejandro Reynal, primo hermano de William Reynal, principal accionista de Austral Líneas Aéreas.
La denuncia de Saiegh se asemeja a la de Lidia Papaleo, quien fue despojada de la empresa Papel Prensa, y a la de los hermanos Iaccarino (ver aparte), quienes eran dueños de una empresa láctea y la perdieron. También es similar al caso de los empresarios Gutheim, causa que puso en prisión domiciliaria a Martínez de Hoz.
“Los militares hacían la tarea sucia y los civiles se quedaban con todo. Les tiraban a los militares los huesos. Después de que se quedaron con mi banco, me dejaron en manos de la policía. Pero ya no sabían qué hacer conmigo, no me podían fusilar porque estaba en el departamento policial dentro del banco. Por eso me insistían para que me suicidara. Me pusieron un revólver sobre la mesa. ‘Liquidate, turco, te va a salir más barato’, me dijeron. ‘Si es barato, el turco negocia’, les contesté. Les pagué en cuotas y me quedé en silencio. Tuve que pactar porque sabían todo de mi familia, señora y mis hijos”, recuerda.
Saiegh recién pudo radicar una denuncia meses después por extorsión contra Martínez de Hoz, Reynal y Harguindeguy. En 1983, con la democracia, también hizo la denuncia por torturas.
En 1997, la DAIA presentó el caso ante el Juzgado Central de Instrucción Nº 5 de los de la Audiencia Nacional de Madrid, entonces a cargo del Juez Baltazar Garzón “por presunto delito de Terrorismo y Genocidio”, cometidos durante la última dictadura cívico-militar, y según destaca la presentación de la Secretaría de Derechos Humanos. Recién ahora su caso se enmarca dentro de los crímenes cometidos por el terrorismo de Estado en el país y es impulsado por la Unidad Especial de Investigación de Delitos de Lesa Humanidad con Motivación Económica recientemente creada por el gobierno nacional. El Secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde, se presentó como querellante y pidió la detención de Martínez de Hoz y Reynal, acusados de autores intelectuales del secuestro y tortura de Saiegh para quitarle acciones del Banco Latinoamericano del que era dueño. Ahora Saiegh y Duhalde esperan ser aceptados como querellantes por el juez Rafecas.
Otra de las características de este caso que lo ligan a Papel Prensa es la intención de despojar a los empresarios judíos de sus bienes. Eduardo Luis Duhalde citó en su presentación el informe de la DAIA. “Los empresarios judíos eran incluidos en los operativos de secuestro con el fin de obligarlos a autoliquidar sus bienes, entregándolos a funcionarios ligados a la dictadura militar. En algunos casos, eran ‘liberados’ a partir del desapoderamiento de bienes (fue así, por ejemplo, el caso de José Siderman y de Eduardo Saiegh). Llama la atención la similitud ideológica de estas operatorias con las prácticas de ‘arianización’ de la propiedad practicadas por el nazismo, en las que los propietarios judíos eran desposeídos de sus bienes”, destacó el funcionario.
Luego del despojo, Saiegh siguió trabajando como arquitecto. Hoy vive con custodia. “Si no hay justicia esto se puede volver a repetir. El poder político de turno puede volver a aprovechar para robar bienes, sobre todo cuando se ensañan con una comunidad”, advirtió.

El Congreso del PJ se pronunció a favor de la reelección de Cristina

Tiempo Argentino
29 de mayo de 2011

Por Martín Piqué

La decisión se alcanzó en apenas 40 minutos y fue recibida con una ovación de los presentes. “El legado de Kirchner requiere hoy la continuidad de este proyecto político que ha transformado el país”, dice el documento de respaldo.


El Partido Justicialista realizó su congreso nacional y en menos de 40 minutos tomó todas las medidas necesarias para facilitar la posible candidatura de Cristina Fernández. Ausente en el encuentro, pero omnipresente en todos los discursos que se escucharon en Parque Norte, la presidenta podría anunciar su búsqueda de la reelección en la tercer semana de junio, probablemente el jueves 23 de junio. Será en el Teatro Argentino de La Plata, en un acto en el que también podría conocerse la fórmula de gobernador y vice. En un primer capítulo hacia esa definición, 620 congresales –sobre un total de 923 miembros– del PJ autorizaron a la conducción a conformar un frente electoral con otras fuerzas políticas. La decisión más importante del congreso, notificada en medio de una ovación y sin objeciones de ningún tipo, fue el pronunciamiento de todos los presentes por la reelección de la jefa de Estado.
El respaldo a una eventual candidatura de Cristina fue expresamente incluido dentro del documento que se aprobó en Parque Norte. “El legado de Néstor Kirchner requiere hoy la continuidad de este proyecto político que ha transformado el país. Hoy este Congreso Nacional del Partido Justicialista respalda con firmeza y convicción a nuestra líder, la presidenta de la Nación Cristina Fernández, para que con el apoyo de todos continúe profundizando el proyecto con un nuevo mandato popular porque nuestra patria la necesita”, decía el último párrafo del texto que había redactado, como suele hacerlo en cada encuentro partidario, el gobernador del Chaco Jorge Capitanich.
En el congreso también se resolvieron algunas cuestiones administrativas y legales, como la adaptación de la Carta Orgánica del partido a los requerimientos de la Ley de Reforma Política. Las sesiones se extendieron por 40 minutos. La apertura estuvo a cargo del gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, quien había sido designado al frente del encuentro. En el auditorio había representantes de casi todas las provincias, con las aisladas excepciones de San Luis (los hermanos Rodríguez Saá no suelen asistir a los encuentros nacionales del PJ), Chubut y La Rioja (no enviaron a sus delegados porque hoy habrá elecciones generales en ambos distritos) y Mendoza, donde hoy el peronismo realizará su interna.
El instante crucial del encuentro lo provocó el senador Miguel Pichetto, jefe del bloque del FPV en la Cámara Alta. Hombre de confianza de la presidenta, el rionegrino se ganó una ovación cuando abogó por la reelección de Cristina. “Reafirmamos la voluntad de que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner nos represente en el próximo turno electoral”, subrayó. En la misma intervención, Pichetto arengó a los candidatos del PJ a recuperar las provincias de Río Negro, Santa Fe, Córdoba y Misiones. El auditorio contestó con un largo aplauso para los cuatro retadores del peronismo, a saber: el rionegrino Carlos Soria, el santafesino Agustín Rossi, el cordobés José Manuel de la Sota y el misionero Luis Viana. Los congresales los aplaudieron sin hacer distinción de matices ideológicos, que los tienen y son públicos.
Las definiciones fueron aprobadas sin voces disidentes ni posturas de minoría. En el palco del congreso se codeaban Insfrán, Capitanich, el gobernador bonaerense Daniel Scioli; el secretario general de la CGT, Hugo Moyano; el mandatario salteño Juan Manuel Urtubey; el intendente de Tres de Febrero, Hugo Curto, y el apoderado del partido, Jorge Landau. A pesar de los cruces públicos que Urtubey y Moyano tuvieron por los medios, ayer primó la unidad y el convencimiento de que Cristina es la jefa indiscutida y la mejor candidata posible para las elecciones presidenciales del 23 de octubre. “El nivel de adhesión que tiene la presidenta permite conducir a todo el mundo”, subrayó a Tiempo Argentino el ministro del Interior, Florencio Randazzo. “El anuncio de la fórmula presidencial se hará sobre el límite de la inscripción ante la justicia”, agregó. El plazo legal para inscribir candidaturas a presidente vence el viernes 24 de junio.

Chubut se prepara para una definición

Tiempo Argentino
29 de mayo de 2011

Por Felipe Yapur

Eliceche busca ganar la gobernación y retener Puerto Madryn. Más allá de esos resultados, el FPV controlará la Legislatura provincial, Comodoro Rivadavia, Rawson y Esquel. De imponerse, Buzzi gobernará en un escenario adverso.


La larga y polémica historia de la elección del gobernador de Chubut está a horas de llegar a su fin. Se podría decir que restan diez horas de votación y 1967 voluntades que se expresen. Sin conocer aún el resultado de ese comicio complementario, es posible decir que el Frente para la Victoria (FPV) de Carlos Eliceche gana mucho más de lo que pierde el PJ Modelo Chubut del actual gobernador Mario Das Neves. Y es que cualquiera sea el recuento final, ya el FPV controlará la Legislatura y las intendencias de Comodoro Rivadavia, Rawson y Esquel.
Entre los colaboradores de Eliceche vislumbran varios escenarios posibles. Sin duda que es al triunfo a lo que aspiran, y que incluye, además de ganar la gobernación, también retener la intendencia de Madryn, que por ahora pierde por 30 votos. Eso es el ideal.
Ahora bien, en caso de no poder revertir la diferencia de 435 que tiene en contra, el objetivo de Eliceche es retener el municipio de Madryn, que conduce hasta diciembre próximo, y que le permitirá al FPV controlar cuatro de las cinco intendencias claves. No es el escenario ideal pero se le parece mucho.
“A nosotros de lo único que se nos puede acusar es de nacionalizar la campaña”, aseguró a Tiempo Argentino Raúl Fernández, que funge de coordinador de campaña del FPV. “Le advierto que no somos responsables de la falta de transparencia. Ellos (por el gobierno de Das Neves) tienen el control del Tribunal Electoral. Nosotros pedimos tres veces que se abran todas las urnas, nos dijeron que no y aceptamos estas complementarias. Ahora, sea cual fuese el resultado, lo vamos a aceptar”, sentenció Fernández.
Para Martín Buzzi, el candidato de Das Neves, el futuro no es el más halagüeño. Si triunfa tendrá una Legislatura donde el FPV llegará con 19 diputados sobre un total de 27, y el PJ Modelo Chubut apenas ocupará 13 curules. Si Eliceche retiene Madryn, sólo tendrá Trelew como municipio aliado.
Das Neves lo sabe y mal que le pese es el gran responsable de lo que sucedió en estos meses luego de los polémicos comicios del pasado 20 de marzo. Ayer, el todavía gobernador permaneció recluido en Rawson, la capital provincial. A pesar de todo lo ocurrido, continúa afirmando que su candidato ganó aquel polémico domingo. Claro, ahora no dice nada de los supuestos 1500 votos de diferencia a favor que aquel día aseguraba tener. Por estas horas, el “Portugués”, como lo conocen propios y extraños, se limita a decir que el FPV tenía todo el derecho de recurrir a todas las herramientas que le brinda la justicia, pero “no tiene derecho a manchar instituciones y las 7000 personas que trabajaron ese día”. Por si acaso, promete que a partir del lunes comenzará a recorrer el país para contar su verdad. Del sueño presidencial ya no habla. Sus colaboradores reconocen que eso terminó la noche del 20 de marzo.

sábado, 28 de mayo de 2011

El karma del 25

Página 12
28 de mayo de 2011

Por Luis Bruschtein

Los 25 de Mayo tienen para la Argentina un karma particular. Cuando Néstor Kirchner asumió el 25 de Mayo de 2003, recordó el 25 de Mayo de 1973, treinta años atrás, cuando Héctor Cámpora tomó posesión respaldado por una multitudinaria concentración de la JotaPe, de la que él mismo formaba parte. Cristina Kirchner volvió a recordarlo este miércoles 25 de Mayo en Resistencia, ocho años después.

“Cuando escuché el discurso de Néstor ese día, supe que iba a tener un costo muy alto”, recordó la Presidenta. Y señaló otro 25 de Mayo, el del Bicentenario, cuando Néstor Kirchner, poco antes de morir, tuvo la certeza de que su proyecto había echado raíz.

Se podrá estar de acuerdo o no, pero después de tantos años de hegemonía neoliberal, aquel discurso rompía los esquemas. Por eso, la mayoría no le creyó. Era otro político más con un discurso de circunstancia. Hubo quien tomó algunas de sus resonancias, sobre derechos humanos o sobre referencias históricas, pero la mayoría no valoró el contenido global que proponía.

El esfuerzo principal de Kirchner en todos esos años fue para gobernar, pero además para ganar credibilidad. Su discurso, al igual que el de los demás políticos, no era creíble. Resultará casi imposible explicar ese fenómeno en el futuro: un presidente luchando para ganar una credibilidad que le era esquiva aun cuando se lanzaba tras metas y ganaba batallas que en treinta años sólo habían existido en la categoría de consigna o expresión de deseos, como la conformación de una Suprema Corte idónea e independiente, como la anulación de las leyes de impunidad y la realización de los juicios contra los represores, como la quita más importante en la historia de la deuda externa del mundo o acabar con el ALCA de George Bush, entre otras.

Esas metas formaban parte de la tradición política del centroizquierda, de una parte del peronismo y de una parte del radicalismo. Nunca se habían podido concretar, pero cuando se pudo, en vez de reconocerlo, una parte de ese espectro siguió negándolo con más fuerza. Incluso algunos prefirieron unirse a sus enemigos, a los que habían generado esa deuda, los que habían aprobado las leyes de impunidad, los que habían manipulado a la Corte.

Se crearon varios relatos desde esa especie de negacionismo. El más elemental niega la realidad contra viento y marea. Nada de eso ocurrió, es todo una mentira. Más de un intelectual de paseo por TN suele intentar ese relato religioso donde se trata de creer o no creer.

El otro relato es más sofisticado. Personifica a un Kirchner político tradicional, amoral, sin principios ni ética ni ideología. Un hombre solamente motivado por el poder y que, sólo movido por esa combustión, realiza uno de los gobiernos más progresistas, o por lo menos, el que concreta gran parte de la agenda progresista que los supuestos progresistas que hacen ese relato nunca lograron. Desde ese lugar tan irregular, donde el que nunca logró concretar juzga a quien sí lo hizo, se puede calificar a Kirchner de calculador, que lo fue; de audaz, que por suerte también lo fue; pero no de progresista, que en realidad fue de lo que más hizo en su gobierno. Es decir, fue audaz y calculador, como señala el título del último libro de Beatriz Sarlo, pero para tomar las medidas que tomó, no para tirarse en parapente o correr en Fórmula 1.

Hay cierto regodeo en tratar de ponerse en ese lugar de juez y calificador del progresismo. Por citar a Ortega y Gasset: un hombre es él y sus circunstancias. En otras circunstancias, el Che podría haber sido un joven aventurero y después un médico de pueblo y hombre de familia.

A Kirchner le tocó vivir un momento histórico dramático en un lugar de responsabilidad inesperado y lo asumió cabalmente. Podría haber sido un desastre. Eran más las posibilidades de que así hubiera sido si se quedaba inmóvil, si se dejaba presionar, si hubiera sido incapaz o indolente o débil como muchos de los presidentes y aspirantes anteriores. Como ser humano tiene más mérito ese compromiso con el momento histórico y su realización, que una vida de pensar en cosas buenas.

Pero además ese relato no cierra. Es probable que antes de asumir, Kirchner no pensara en hacer todo lo que hizo. Venía del pragmatismo de una gestión provincial que había atravesado la década menemista. Es probable que en ese momento hubiera resignado muchas cosas que después hizo. Pero si Kirchner hubiera sido un malandra amoral como lo pintan, no hubiera elegido ese camino que para él tenía más costos que ganancias, como quedó finalmente demostrado. Y en ese caso, el mérito de haber podido comprender el reclamo de ese momento histórico sería aún mayor.

Los escritores vuelven una y otra vez a ese punto. Al momento en la vida de una persona que hasta allí no había sobresalido o había sido un campeón de lo cotidiano. Y de repente esa vida llega a una encrucijada donde todo está puesto en juego, el punto de decisión que iluminará todo lo demás. Puede ser que en ese punto los grandes personajes, los que vienen con discursos de comerse leones crudos o los grandes promeseros, se quiebren por temor o por corrupción. Y puede ser también que el personaje del que no lo esperábamos, el que venía con perfil bajo sin grandes discursos, se agrande y asuma todo el peso de esa encrucijada. Es el momento de definición. Ese 25 de Mayo de 2003 fue el gran momento de decisión de Néstor Kirchner, su encrucijada. Podría haber negociado con el poder sistémico para conseguir gobernabilidad, pero prefirió confrontarlo. Solamente haciendo ficción se puede saber lo que pensaba en ese momento o en el día anterior a su muerte o en todo ese agitado periplo. Lo que se puede saber son los resultados.

Y los resultados no condicen con la imagen del malandra. En Argentina hay muchas más experiencias de presidentes que se quebraron al asumir o durante la gestión. Son pocas las experiencias contrarias como la de Kirchner. Y aunque Raúl Alfonsín tiene mucho para rescatar, porque le tocó también, al igual que a Kirchner, un momento muy difícil, su experiencia fue muy frustrante para una generación que le puso todo el corazón al salir de la dictadura. Es probable que esa frustración provenga de la inmadurez, de la imposibilidad de reconocer las circunstancias contra las que debió lidiar el jefe radical, o de desconocer los recovecos sinuosos de la política, pero esa frustración fue muy fuerte. El mismo Kirchner pudo entender el drama de aquel Alfonsín y siempre lo diferenció claramente de sus otros antecesores.

Ese sector del progresismo furiosamente antikirchnerista busca interminables explicaciones para las capitulaciones de Alfonsín en acciones tan importantes que él había impulsado, como el Juicio a las Juntas. Pero es incapaz de reconocerle nada al gobierno de Néstor Kirchner, al que juzga con una rabia ciega.

Hay una construcción del personaje de Kirchner sobre la cual se justifica la negación de sus acciones. Si es un tipo malandra, movido por la ambición de poder y de dinero, ninguna de sus acciones puede ser buena. ¿Qué pasa si las acciones son buenas? ¿Entonces el hombre sería bueno? Las dos afirmaciones constituyen una estupidez, no hay un vínculo causal, solamente pueden servir como aproximación. Difícilmente un malandra opte por pelearse con la Iglesia, con Clarín, con el FMI y con Bush y es más probable que un tipo de buena entraña impulse los juicios a los represores o la conformación de una Corte independiente y de alto nivel. Son aproximaciones, porque en la realidad se pueden dar todas las combinaciones.

Si se justifican esas capitulaciones de Alfonsín al promediar su gobierno por el momento tan drástico y las fuertes presiones que lo ponían en un lugar de tanta debilidad, ¿por qué se critican las políticas del kirchnerismo, con sus alianzas y sus ofensivas para no capitular? ¿Es más honroso capitular y que no haya juicios? ¿O dar pelea con todas las herramientas de la política en democracia para que esos juicios se hagan? El que opte por lo primero, que se lo vaya a explicar a los familiares de los desaparecidos.

Muchos de los que critican así al gobierno de Kirchner, lo comparan con el gobierno de Lula, que en un país más complejo, con problemáticas muy diferentes, fue bastante menos “progresista” en sus medidas. Pero además, la gran prensa hizo denuncias de corrupción contra su gobierno que empalidecen a cualquiera de las que se hayan hecho aquí, la mayoría de las cuales están sin resolución en la Justicia. Y la mayoría de sus aliados, como los veteranos caudillos provinciales del PMDB, hacen que los vilipendiados gobernadores e intendentes argentinos del PJ parezcan nenes de pecho. En política se gana y se pierde, nada es lineal ni matemático. Para hacer lo que hizo, Lula hizo esas alianzas y recibió esas denuncias como parte de la campaña para contrarrestarlo.

Algunos intelectuales tienden a simpatizar con políticos testimoniales o “chamánicos” porque se parecen más a los intelectuales. Ellos priorizan la consigna frente a la acción. La acción sola es peligrosa también, pero la acción es la que transforma la realidad. El intelectual puede darle contenido a la acción, pero no es acción, a no ser que se transforme en político o militante. La política es real y trata de combinar la abstracción y la pureza del pensamiento con la impureza del conflicto concreto.

Llegó Pino y se terminaron las flores

Página 12
28 de mayo de 2011

El candidato de Proyecto Sur explicó que en caso de quedar fuera del ballottage “dejaríamos a la gente en libertad de conciencia”. Desdijo así a su compañero de fórmula, Jorge Selser, quien había manifestado que llegada esa instancia dialogaría con el kirchnerista.

Por Werner Pertot

Y el amor duró poco. Pino Solanas desmintió a su compañero de fórmula, Jorge Selser, quien había dicho que dialogaría con Daniel Filmus en una segunda vuelta. “Me han sorprendido con los dichos de Selser. Si no estuviéramos en segunda vuelta, dejaríamos a la gente en libertad de conciencia”, advirtió el candidato a jefe de Gobierno de Proyecto Sur.

“A mí también, la verdad, me pareció raro que Selser hubiera salido a plantear algo en estos términos”, se sumó el diputado Claudio Lozano, quien no descartó del todo un diálogo con Filmus “cuando estemos nosotros en la segunda vuelta”. El entredicho que protagonizaron los compañeros de fórmula se sumó al malestar que persiste en Proyecto Sur tras el cierre de listas y la elección del vice.

El jueves, Filmus aseguró que dialogará con Solanas en caso de entrar en segunda vuelta. Del lado de Proyecto Sur, Selser señaló a este diario que “podría conversar con el kirchnerismo porque hay hombres respetables y patriotas. Tenemos una buena relación en la Legislatura y no hay por qué ocultarlo”. Por su parte, el jefe del bloque de Proyecto Sur, Fabio Basteiro, estimó que en una segunda vuelta “nos tendrían que apoyar a nosotros, como nosotros tendríamos que apoyar a la fuerza del campo popular que entre a un ballottage”. La buena onda flotaba en el aire.

Todas eran flores, hasta ayer: Solanas salió por diversas radios a plantear que se encontraba sorprendido por estas declaraciones. “Puedo decir lo que piensa la conducción de Proyecto Sur: de ninguna manera nos plegaríamos a combinaciones políticas para definir una elección de segunda vuelta”, rebatió a su propio compañero de fórmula. “Lo que haríamos es convocar a todos y discutir en serio el tema, pero póngale en firme que acá dejaríamos en libertad de conciencia”, concluyó. Sobre la invitación de Filmus a conversar en la segunda vuelta, sostuvo que “esto parecería que él es el que entra en segunda vuelta. Hay que invertir la ecuación. Nosotros vamos a estar en la segunda vuelta y saldremos triunfadores”.

“Estamos en las antípodas del pensamiento macrista. Con Macri no vamos ni a la esquina. Los que tienen que explicar por qué acompañan las leyes del macrismo son los del Frente para la Victoria”, señaló Lozano. “Hipotetizar sobre un ballottage donde no está definido parece medio absurdo. Nosotros no creemos que Filmus, que lleva el progresismo trucho del ibarrismo y la estructura del PJ con el Sutecba adentro, pueda plantear una opción diferente”, destacó.

–Entonces, ¿está descartado un diálogo con Filmus en segunda vuelta? –preguntó Página/12.

–No estoy negando la posibilidad. Es apresurada esa discusión. Cualquier definición en el ballottage va de suyo que no va a ser acompañar al macrismo. En el caso de que estemos en el ballottage, por supuesto que dialogaremos con Filmus –respondió Lozano.

El entredicho de los integrantes de la fórmula de Proyecto Sur viene a sumarse a una serie de eventos desafortunados. El primero fue la forma en la que Solanas decidió bajarse a la ciudad, que incluyó al líder de Proyecto Sur diciendo por las radios que Lozano “no mide”. Es esta polémica le siguió la elección del compañero de fórmula, que dejó muchos disconformes. “Podía haber elegido a Vicky Donda, a Patricia Walsh, a Liliana Parada. Cualquiera de esas opciones era mejor que Selser”, se quejaba uno de los integrantes de la alianza de centroizquierda.

El cierre de listas también dejó heridos a granel. El espacio de Lozano había propuesto que la lista la encabezara Patricia Walsh, pero fue relegada en pos de un extrapartidario, Pablo Bergel. “Pino optó por personas que no le cuestionan nada”, murmuraba entre dientes otro de los integrantes del espacio. El sector de Lozano debió ceder a última hora el noveno lugar a Libres del Sur, que estuvo a punto de romper. “A eso jugaron Pino y el MST. Querían la ruptura. Nosotros cedimos, pero no todos fueron igual de generosos”, advertían en Buenos Aires para Todos.

Desde el PRO, en tanto, miraron con una amplia sonrisa la discusión entre sus oponentes. “Supongo que formará parte de una estrategia electoral”, opinó el rabino Sergio Bergman. “No debe sorprender la coincidencia política que existe entre Solanas y el kirchnerismo, ya que en la Legislatura porteña vienen obstruyendo sistemáticamente todas las propuestas que benefician a los habitantes de la ciudad”, planteó el legislador macrista Enzo Paguen.