jueves, 7 de julio de 2011

“Usaban a los bebés para hacer declarar a los detenidos”

Tiempo Argentino
7 de julio de 2011

Por Gerardo Aranguren

La testigo relató cómo utilizaban a los recién nacidos en las sesiones de tortura a las que eran sometidos sus padres. También dio cuenta de la connivencia de sectores de la Iglesia.


Celina Galeano fue secuestrada junto a su pareja Osvaldo Balbi el 10 de agosto de 1978. Estaba embarazada de nueve meses cuando fue llevada a El Vesubio y luego al Hospital Militar de Campo de Mayo, donde dio a luz al otro día. La mujer declaró ayer como testigo en el juicio oral por el Plan Sistemático de robo de bebés, donde denunció que su hija recién nacida y otros bebés eran utilizados para interrogar a los detenidos.
“Un día me trajeron la nena sucia, con olor a cigarrillos,con las uñas llenas de sangre y un hematoma en el ojo que le duró varios días”, dijo la testigo al borde del llanto, y agregó: “Pienso que usaban a los bebes para hacer declarar a los detenidos, en este caso al padre de mi hija.”
La tarde del 10 de agosto de 1978, Celina y su compañero fueron levantados de su casa del partido bonaerense de Morón. “Estaba cocinando y entraron hombres armados de civil preguntando por el autor del libro El elefantito, que había escrito mi compañero. Se llevaron a mis hijos más chicos a la casa de su abuela paterna y a nosotros nos llevaron al Vesubio”, contó Galeano. El libro que buscaban era en realidad Pequeña historia de dos elefantes, una obra infantil que había escrito Balbi, entonces Miembro del Comité Central de la Vanguardia Comunista.
Ese mismo día, Celina había comenzado con el trabajo de parto y se preparaba para tener su séptimo hijo cuando fue llevada a El Vesubio. Allí sólo pasó unas horas y por la noche la trasladaron en un camión al Hospital Militar de Campo de Mayo. Al día siguiente, en una camilla y tapada por frazadas para que nadie la reconociera, fue llevada hasta una habitación, donde tuvo el parto. “Ahí les propuse un trato, que yo no iba a gritar durante el parto si me dejaban ver a mi hijo después. Me levantaron un poco la venda y me la mostraron, pero toda disfrazada de Papá Noel, mientras gritaban que había nacido la roja”, agregó la testigo. Pasó once días detenida en el Hospital Militar luego del parto, hasta que sus captores la liberaron: la llevaron en un auto hasta le estación de trenes de Morón con 100 pesos para el taxi y la nena en brazos.
Guiada por las preguntas del Tribunal Oral Federal 6, del fiscal Martín Niklisson y las querellas, la testigo relató detalladamente sus días de cautiverio en Campo de Mayo. Contó que logró ver a su hija sólo en dos ocasiones, que monjas que trabajaban en el hospital se encargaban de llevarle la comida y que muy cerca de su habitación había un grupo de mujeres jóvenes que también habían dado a luz en condiciones similares y que gritaban pidiendo por sus hijos.
“Un día entró a mi habitación una chica que me dijo que había escuchado llorar a mi bebé y que pronto las iban a trasladar con sus hijos. Tenía una cruz de madera que le habían dado ahí”, detalló Galeano sobre el encuentro.
Cuando la presidenta del TOF le anunció que había terminado su testimonio, la mujer quiso recordar el caso de una amiga que continúa desaparecida, Teresa Trotta de Castelli, quien dio a luz en cautiverio, y cuya hija, Verónica Castelli Trotta, recuperó su identidad recién en 2008. Como la joven era catequista, Galeano fue a ver al párroco de la catedral de Morón, Raúl Trotz, que le advirtió: “No te preocupes que tuvo una nena. Está en buenas manos, en una familia católica y ella está en España. No preguntes más porque es peligroso.”

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