domingo, 19 de diciembre de 2010

Batalla de Villa Soldati: todas las pistas

Por Ricardo Ragendorfer
Para Miradas al sur
19 de diciembre de 2010

Cómo fue urdida la operación xenofobia. El legislador Cristian Ritondo en el ojo de la tormenta

En junio de 2008, el ministro de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro, recibió a Miradas al Sur en su despacho de la avenida Patricios. En esa oportunidad se ufanó de que la Policía Metropolitana –la cual por entonces se encontraba en su primera fase de gestación– estaría basada en el modelo de los Mossos d’Esquadra, nombre con el que se conoce a la agencia policial autónoma de Cataluña. Cuando se le aclaró que la especialidad de esa fuerza es la persecución a indocumentados, el funcionario enarcó las cejas, y su respuesta fue: “Bueno, eso es lo que allá la gente pide”. Lo que se dice, una frase profética.
El 9 de diciembre pasado, a 48 horas de que la represión a los ocupantes del Parque Indoamericano causara dos muertes, Mauricio Macri expuso en una conferencia de prensa su versión de la masacre con un discurso casi hitleriano –avalado luego por cada uno de sus más estrechos colaboradores–, en el que no dudó en responzabilizar de los hechos a “la inmigración descontrolada de los países limítrofes”. Ya se sabe que ello propiciaría un pogrom, con más de cien heridos y un nuevo asesinato.
Lo cierto es que la actitud del hijo de Don Franco fue significativa: no es que éste haya haya perdido la compostura; por el contrario, sería la primera vez en su vida que se mostraba tal cual es: un cavernícola racista. Ahora también se sabe que semejante explosión de sinceridad sería fruto de una maniobra finamente urdida con el siguiente propósito: poner en práctica iniciativas bestiales para así captar en 2011 al electorado más rancio del país. De aquella estrategia, por cierto, no fue ajeno su guía espiritual, Jaime Durán Barba.
La escena –contada por un dirigente del PRO a Miradas al Sur– tuvo lugar a principios de diciembre en el comedor principal de Bolívar 1. Uno de los comensales que acompañaba a Macri era, justamente, el gurú ecuatoriano; el otro, nada menos que el secretario general Marcos Peña. Ambos observaban en silencio al mandatario, quien permanecía absorto en la lectura de unas hojas. Se trataba de un sondeo de la consultora Ibarómetro sobre índices nacionales de xenofobia; sus cifras eran reveladoras: un 37,9 por ciento de los porteños y un 31 por ciento de los argentinos cree que los inmigrantes no deben gozar del derecho al trabajo, a la educación y a la salud pública. En otras palabras, esa masa de compatriotas tenía una cosmovisión similar a la suya. Cuando Macri cayó en la cuenta de tamaña coincidencia, Durán Barba esbozó una sonrisa. Es que la toma del Indoamericano, iniciada por unas 20 familias sin vivienda durante la mañana del 28 de noviembre, ofrecía una oportunidad inmejorable para por fin plasmar en público sus sueños secretos de orden y pureza.
En ese marco, tal vez no haya sido casual que en el transcurso del domingo 5 de diciembre el Gobierno de la Ciudad anunciara la entrega de títulos de propiedad a los habitantes de los barrios marginales. Ello hizo que algunos punteros del PRO –entre ellos, El Comandante Miguel Angel Rodríguez y Marcelo Chancalay, ambos ligados al diputado Cristian Ritondo– hayan incentivado entre los habitantes de la Villa 20 la ocupación masiva de ese inmenso parque.
En paralelo, desde Estados Unidos –en donde estuvo de visita en su calidad de precandidato presidencial– Eduardo Duhalde comenzó a efectuar declaraciones en las que no sólo anticiparía una situación de caos sino que también señalaría la “urgente necesidad de restablecer el orden”. Ello sucedió en la mañana del martes 7. Unas horas después, se desataría la represión en Soldati.

Soldados del espacio público. El jueves declaró ante el juez Eliseo Otero el ya célebre Julito Capella, quien fue televisado durante los incidentes con una pistola. En su descargo dijo que en realidad era “un arma de juguete”. Sin embargo, en su figura está la punta del ovillo de una trama que merece ser esclarecida. Barrabrava de Huracán, hijo y sobrino de reputados punteros macristas y guardaespaldas de Genaro Trovato, el tercero en la cúpula del sindicato municipal (Sutecba), su presencia en la desigual batalla de Lugano es sin duda un caso testigo, al igual que la de Alejandro Pastore, otro “pesado” del Sutecba, quien también fue filmado con un arma en su poder.
Es que, mientras los movileros deslizaban su estupor ante el carácter “espontáneo” de esa puja de “pobres contra pobres”, lo cierto es que, para aplastar la “invasión extranjera al espacio público”, el PRO hizo uso de su propia versión de las SA, la milicia de choque del Partido Nacionalsocialista Alemán que desde 1921 a 1934 realizó actos violentos contra grupos de izquierda. En este caso, la falange macrista estuvo compuesta por barrabravas, matones sindicales y punteros oscilantes entre el duhaldismo y el PRO.
Algunos de ellos fueron reclutados por Esther Niti Iglesias y Eva Ferraro, dos referentes partidarias de la zona vinculadas al legislador Ritondo. También a él se vinculan personajes como Juan Carlos Salerno –quien participó en los incidentes en el Club Albariño–, Eduardo Manzana Santoro –hermano de un ex jefe de la hinchada de Boca y actual presidente del club Nueva Estrella–, su ladero, un tal Luis –quien comandó los ataques en el Albariño–, además de otros tantos simpatizantes caracterizados de Boca, Huracán, Deportivo Español y Nueva Chicago. A ellos se les sumaría un módico contingente del Club Sacachispas, cedido por su presidente, Norberto Larrosa –un ex dirigente radical condenado en su momento por el caso de los ñoquis en el Concejo Deliberante–, además de algunos micros con muchachos “de apoyo” enviados desde el Gran Buenos Aires nada menos que por Luis Barrionuevo. En total –según testigos que presenciaron la trifulca– el batallón de falsos vecinos habría estado compuesto por unas 200 personas. Sobre su presencia en el escenario de los hechos se asoma de manera recurrente la sombra de Ritondo.
Ante tal versión, el legislador apeló al silencio, sólo roto por una lluvia de cartas documento enviadas a diversos medios. Miradas al Sur no ha sido una excepción. Según la misiva telegráfica dedicada a este seminario, a Ritondo le molestó de sobremanera una frase publicada el domingo pasado: “A Niti se la vio reclutando muchachos del gremio para integrar la milicia macrista; en tales menesteres también estaba Eva Ferraro, quien –junto al delegado Chacho Álvarez– recibía instrucciones telefónicas del propio Ritondo”. Con respecto al resto de la nota, el hombre elegido como Parlamentario del Año no manifestó enojo alguno.

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