jueves, 23 de diciembre de 2010

Sólo se arrepiente de no haber matado a más

Por María Seoane
Periodista y escritora.
Para Tiempo Argentino
23 de diciembre de 2010


No sorprende que Videla haya dijo lo que dijo. De lo único que se arrepiente es de no haber matado más argentinos. Videla fue el inquisidor militar del bloque agrario que encabezó Martínez de Hoz, quien quería reformatear la Argentina en función de la destrucción del Estado y de modificar la matriz distributiva del Estado de bienestar.
Si en 1976, antes del golpe, los trabajadores percibían casi el 50% del ingreso nacional a través del salario, un año después sólo percibían el 22%. El golpe consistió en esencia, en una brutal transferencia de ingresos de los que menos tenían a los que más tenían. Ese modelo que implantaron a sangre y fuego, basado en el pacto sangriento Videla-Martínez de Hoz, requería la matanza de quienes pelearon contra ese modelo.
En ese momento también se planteaba, como siempre a lo largo del siglo XX en la Argentina y como se plantea ahora, qué modelo capitalista tener: uno inclusivo y democrático o uno exclusivo y autoritario. Esa contradicción coexiste bajo distintas formas hoy cuando se discute qué modelo de país queremos. La sociedad ya no tolera la matanza de ciudadanos como la toleró por miedo o interés.
Videla es la esencia de lo que Hannah Arendt llamó “la banalidad del mal”. Un burócrata de las clases dominantes que mata para defender los intereses de 4000 familias.
La matanza fue por plata, para quedarse con una importante porción de la riqueza nacional y Videla fue su mejor espadachín, un ser anómalo que sólo existe si mueren otros y en especial si para que mueran otros él los manda matar.
Por eso Videla no se arrepiente de nada más que de no haber exterminado hasta el último argentino opositor.

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