jueves, 16 de diciembre de 2010

El principio de realidad

Por Roberto Caballero
Director.
Para Tiempo Argentino
16 de diciembre de 2010


Hay un principio básico del periodismo: uno no se enoja ni se pelea con la realidad. Voy a usar una metáfora futbolera para que se entienda. Si Boca golea a River 4-1, Boca ganó y Ríver perdió. Se puede debatir, claro, si el resultado es justo o si el técnico acertó en los cambios, pero no titular “River le ganó a Boca”. Porque sería consagrar una falsedad.
La tapa de la edición de ayer de Clarín es un ejemplo de esta invención que atenta contra este principio. A ver, después de que la toma del Parque Indoamericano derivara en un conflicto violento, la Casa Rosada citó a Macri. Lo obligó a dialogar con los referentes de la toma del parque. Envió a Gendarmería y Prefectura para evitar el caos en la zona. Censó a los ocupantes para conocer sus demandas, es decir, buscó información para destrabar por la vía política y no represiva (recordemos que la represión inicial se debió a que el macrismo judicializó el reclamo habitacional) y finalmente logró el desalojo pacífico del predio. Después de todo eso, Clarín tituló: “Marcha atrás oficial: acordaron con Macri”. Insólito. Es de ciencia ficción. Se puede discutir si el gobierno hizo mal o bien, si fue lerdo o actuó con urgencia. Hasta si Macri tuvo nada, un poco o algo de razón. Todo eso es legítimo. Incluso, Clarín puede pelearse con el gobierno, como lo viene haciendo, pero cuando comienza a hacerlo con la realidad, deja de ser un diario. Eso es lo que sucede.
El martes 14, también en Clarín, el editorialista Julio Blanck, analizando el estallido en Villa Soldati, escribió “ahora, sin Kirchner, Cristina empezó a gobernar (…) Sin la turbulenta usina de decisiones que era Kirchner, el Gobierno (es decir, Cristina) reaccionó tarde y mal. Y sigue sin encontrar el rumbo (…) Ella y sus colaboradores se mostraron en estos largos días, como ausentes de la realidad”. En defensa de Blanck, hay que decir que se trata de un “análisis”, no camuflado como información, pero es evidente que la tapa de ayer de Clarín es tributaria del enfoque editorial del día previo.
En verdad, en estas jornadas calientes, Cristina desplazó a los policías investigados por la represión, le sacó a Julio Alak el manejo de las fuerzas federales, nombró a Nilda Garré en Seguridad, mandó a Sergio Berni –el segundo de Desarrollo Social– al territorio para que censara a los ocupantes, instruyó a Randazzo y Fernández para que sentaran a dialogar con Macri y abrió la Casa Rosada a los referentes de la toma para que el país conociera sus reclamos. Esto puede ser mucho o poco, acertado o desacertado, gustar más o menos. Pero se parece bastante a gobernar.
Presentar a Cristina, tras la muerte de Kirchner, como una mujer sin brújula que mira el techo de Olivos sin saber qué hacer, revela que el “ausente de la realidad” en toda esta historia es Clarín.
A no ser que el diario de Magnetto llame “ausencia de realidad”, simplemente, a que alguien (Cristina, en este caso) se anime a gobernar sin consultarle previamente lo que debe hacer.

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