Por Leticia Allega
Becaria doctoral de CONICET - UBA - IIGG.
Para Tiempo Argentino
El análisis de los discursos políticos nos permite comprender cómo un Estado se sitúa frente a una determinada cuestión, de qué manera responde frente a ella. Los discursos participan de la vida política y en tal sentido, tienen efectos preformativos, orientan la política de un gobierno e intentan justificarla ideológicamente.
Es una herramienta, una forma de entender cómo un Estado se habla y se piensa a sí mismo. Y por ello nos permite llegar a conclusiones políticas.
Los discursos pronunciados por el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, revelan una manera de entender el Estado.
Esto es así porque los discursos “construyen” Estado o, si se prefiere, el Estado se habla a través de sus palabras.
Si bien es posible diferenciar –y es necesario hacerlo– los hechos de las palabras, también es cierto que las palabras son hechos.
Y las palabras dichas por un jefe de Estado son, en este sentido, un “hecho político” que refleja un problema del Estado que el mismo Estado, en cuanto tal, no puede resolver. Y aquí no se trata de una “inmigración descontrolada”, sino de la falta de una política habitacional diseñada por el gobierno de la Ciudad.
Se trata de dos hechos políticos: uno, el intento de desalojo en el barrio de Villa Soldati, que tiene consecuencias sobre el propio cuerpo social, más concretamente sobre el cuerpo –y la vida- de tres personas; el otro, tiene un reflejo sobre el Estado mismo, porque de alguna manera crea un ideologema sobre lo que ese Estado se cree que es, o lo que pretende ser.
El jefe de gobierno porteño, a través de sus intervenciones públicas, puso en evidencia la dimensión racializadora de la política. Ausente en su discurso estuvo la referencia al problema de fondo que reside en la falta de una política de vivienda para la Ciudad de Buenos Aires. Por el contrario, responsabilizó a la “aperturista” Ley de Migraciones 25.871 de generar una “inmigración descontrolada”. Otra vez, como en la década de 1990, son los inmigrantes los causantes de la inseguridad, la delincuencia y hasta el narcotráfico.
Por último, el actual Jefe de Gobierno llamó “a recuperar el espacio público”. ¿Pero con qué fines? ¿Qué tipo de espacio público es el pensado por el gobierno porteño? ¿Y para el disfrute de quiénes? Automáticamente el espacio público queda asociado a una nacionalidad, a un color de piel y, por qué no, a una clase social.
Una ecuación muy sencilla: “usurpadores” (que además son pobres, negros, bolivianos, paraguayos, indocumentados, delincuentes y narcotraficantes) que pretenden “apropiarse” del espacio público “ilegalmente” contra los “vecinos” que se ven imposibilitados de hacer uso del mismo.
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