Por Viviana Mariño
Para Tiempo Argentino
17 de diciembre de 2010
Las sospechas estaban instaladas en el gobierno desde el crimen de Mariano Ferreyra. El asesinato del joven militante del Partido Obrero en una marcha de trabajadores tercerizados del ex Ferrocarril Roca puso a la Policía Federal en el centro de atención de la Casa Rosada. El cuadro de una emboscada armada por una patota supuestamente vinculada a la Unión Ferroviaria y frente a la presencia de efectivos de la fuerza era motivo suficiente para generar esas primeras luces de alerta. El impacto político de la muerte de Ferreyra fue uno de los temas de mayor preocupación del ex presidente Néstor Kirchner en los días previos a su muerte. Tanto como la posible vinculación de la Federal con la recreación de una posible “zona liberada” en las calles de Barracas, escenario del asesinato de Ferreyra.
En las últimas horas, la presidenta Cristina Fernández dio crédito a aquella lectura de mediados de octubre, signada luego por la sorpresiva muerte de Kirchner, apenas una semana después del crimen del joven de 23 años. El miércoles, con la asunción formal de Garré al frente del flamante Ministerio, la fiscal Cristina Caamaño también quedó confirmada como nueva secretaria de Seguridad. Se trata de la mujer que instruyó la investigación por el asesinato de Ferreyra y que, entre las primeras medidas de ese proceso, decidió apartar a la Policía Federal de las pesquisas.
La represión en el Parque Indoamericano en Villa Soldati terminó de configurar el cuadro que empujó a la presidenta a crear el Ministerio de Seguridad y poner el control de la Policía Federal, la Gendamería y Prefectura en manos de Garré. Las señales de gestos “autónomos” de la fuerza habían hilvanado una secuencia que encendió el alerta oficial, incluso en las horas posteriores a los anuncios de la nueva cartera.
En las áreas del gobierno que tienen relación directa con las organizaciones sociales críticas del kirchnerismo habían observado gestos llamativos en cuestiones operativas sencillas como la organización del tránsito en las últimas movilizaciones de esos sectores en el centro de la ciudad.
En el Ministerio de Desarrollo Social también causó sorpresa un episodio ocurrido el sábado en una de las entradas del Indoamericano, un día después de los anuncios de Cristina, y cuando ya estaba decidida la intervención de Gendarmería para rodear el parque de Villa Soldati. Una movilización de militantes del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), trabajadores de Kraft, la ex Zanon y un grupo de tercerizados del Roca partió desde la estación Constitución hacia Soldati sin que la policía diera aviso. Una vez en el predio, el grupo realizó un acto de respaldo a los ocupantes del Indoamericano y sus reclamos por una vivienda. “De manera inexplicable cuando se estaban desmovilizando, el hidrante de la policía los mojó con tres chorros”, explicó uno de los funcionarios que trabajaba en el predio.
La saga de indicios sirve para entender la lógica de la renovación dispuesta por Garré en la fuerza que comandaba Néstor Valleca desde hacía casi siete años. Esa larga permanencia es analizada en el gobierno como uno de los posibles motivos de la cadena de conflictos que terminó de sacar el control de la fuerza de manos del Ministerio de Justicia, responsable en términos formales, y de la jefatura de Gabinete, real conducción política de la Federal, y trasladarlo a una nueva cartera a cargo de Garré.
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