lunes, 27 de junio de 2011

Un ejercicio de inoculación

Tiempo Argentino
27 de junio de 2011

Por Mario Riorda
Consultor y profesor de Comunicación Política.

Con la frase “saber cambiar cuando el mundo cambia” que usó para destacar los atributos de su compañero de fórmula Amado Boudou, la presidenta hizo uso de una de las herramientas más fascinantes pero a la vez más difíciles de la comunicación política.


Saber cambiar cuando el mundo cambia”, fue la frase con la que Cristina Fernández hizo público el nombre de su compañero de fórmula, Amado Boudou. Fue ese mismo encuadre comunicacional que situó a esa pieza de oratoria como un ejercicio de inoculación.

La inoculación es una de las herramientas más fascinantes pero a su vez más difíciles de usar en la comunicación política. La complejidad de su aplicación viene dada en la idea del “decir para” motivar al elector y consolidar sus actitudes para hacer menos susceptible posteriores intentos de persuasión. Básicamente, el “decir” trabaja sobre argumentos en contra de algún probable ataque antes de que el ataque haya sido realizado.

La inoculación puede también tener la ventaja de hacer que aumente la simpatía hacia la víctima del ataque, ya que puede ser vista como sinceridad. El candidato expone sus debilidades, que pueden convertirse en activos; también da la impresión de que se tiene que defender con lo cual transmite la impresión de que su adversario está dispuesto a utilizar cualquier cosa contra él.

De modo implícito o explícito, quien utiliza la inoculación trata de poner en evidencia el tono negativo y agresivo de las campañas de sus adversarios para cuestionar reputaciones pasadas y capacidades futuras.

Queda absolutamente claro –y es imposible dejar de considerar– que la inoculación debe ser una acción previa y de antelación, sin lo cual perdería toda su eficacia. Pero precisamente es ahí en donde aparece su riesgo, pues tempranamente quién intenta inocular podría instalar temas o atributos en campaña que tal vez los opositores no iban a usar.

Por eso es un juego de cálculos y estimaciones basadas en las estrategias posibles de los opositores. Cuando antes del inicio formal de la campaña existan negatividades en los discursos dominantes, es seguro que las mismas perdurarán en el proceso electoral y es ahí cuando sí se recomienda su uso.

“En 2008, Boudou es el que me dijo que el mundo estaba cambiando y sugirió la estatización”, repetía Cristina Fernández. “Lo importante no es haber tenido la misma orientación toda la vida… es saber cambiar cuando el mundo cambia y saber decodificar las novedades y adoptar otros paradigmas.” Con esta frase intentará acallar las críticas sobre su pasado liberal, y a su vez potenciar un atributo asociado a un pragmatismo transformador, tanto como una fortaleza para abrazar grandes decisiones, políticas y personales.

Asimismo, como la inoculación forma parte de las categorías de la comunicación negativa, normalmente cada vez que alguien se inocula o inocula a otro, también usa este instrumento como plataforma de diferenciación. “Se ha puesto en valor la necesidad de atributos inescindibles. Uno es el de la lealtad. Pero no sin contenido, porque no somos una cofradía sino un proyecto político. La lealtad es la valentía para tomar los instrumentos para realizar este modelo con números que, en medio de un mundo que se derrumba, nos dan un 9,1% de crecimiento y un mejoramiento de los índices sociales… necesito a mi lado alguien que no les tenga miedo a las corporaciones, que no les tenga miedo a los preconceptos, a las cosas establecidas”. Claramente está inoculando, a la vez que realizando simultáneamente un proceso de comparación implícita con el actual vicepresidente Julio Cobos. Junto a ello reafirma un modelo ideológico (algo transversal y por eso Boudou forma parte de él, aun cambiando) y reafirma políticas claves que referencian a la gestión de Néstor Kirchner y a la de ella misma, pero destacando el peso del actual ministro de Economía en la concepción y gestión de las mismas.

Por eso, la inoculación de Amado Boudou –habrá que ver en los resultados a futuro– por parte de Cristina Fernández, desde lo discursivo, fue notable porque tiene el intento de inocular en un quíntuple sentido: como defensa frente a agravios; como diferenciación frente a otros y catapultando atributos positivos de Boudou; como pedido de disculpas por la selección del vicepresidente en ejercicio; como modo ad hoc de seguir priorizando una transversalidad de nombres más que de partidos; y como reafirmación ideológica a través de políticas claves como renegociación de la deuda, inclusión jubilatoria y asignación universal.

No es novedad el uso de la inoculación a alta escala en Argentina, independientemente de lo ambicioso –en términos de contenido– que la acción en boca de la presidenta resultara. El “dicen que soy aburrido de Fernando de la Rúa” fue un ejemplo inoculador allá por 1999. De igual manera, Carlos Menem en 2003 repetía en su spot: “Yo sé que hay gente enojada conmigo, porque sienten que no les di todo lo que les podía dar… y tienen razón. Pero yo también estuve enojado. Dios me enfrentó al dolor, yo me enfrenté a la adversidad. Estuve de rodillas, estoy de pie.”

Un ejemplo provincial muy interesante fue José Manuel de la Sota cuando en su reelección como gobernador de Córdoba, pidió disculpas tempranas por el pésimo desempeño gubernamental como intendente de su ex socio político, Germán Kammerath.

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