jueves, 2 de junio de 2011

“Con los Derechos Humanos, Argentina logró saldar su deuda con Occidente”

Tiempo Argentino
2 de junio de 2011

Por Hernán Brienza Enviado especial a Roma.

Cristina Fernández recibió ese mensaje del presidente italiano, Giorgio Napolitano. La mandataria argentina anunció el relanzamiento de las relaciones bilaterales y mantuvo un encuentro con Berlusconi.


La frase la pronunció el presidente italiano Giorgio Napolitano, ayer, en el señorial Palacio del Quirinale. La presidenta de la Nación, Cristina Fernández, vestida de riguroso luto, sonrió satisfecha. “Con el tema de Derechos Humanos y de deuda externa, Argentina saldó su deuda con Occidente”.
Las palabras del anciano mandatario –reseñadas por fuentes del gobierno argentino– semejaban una música maravillosa: los dos temas principales de conflicto con la Unión Europea parecen haber sido resueltos después de ocho años de negociaciones, de tires y aflojes, de un proceso de desendeudamiento por parte de la Argentina que alcanzó al 93% de aceptación por parte de los acreedores.
La jornada de la presidenta comenzó a las 11 de la mañana, cuando se produjo el encuentro en el Quirinale con Napolitano, a quien todos reconocen como un “re sin potere”, ya que el sistema político italiano es parlamentario, con un presidente con algunas pocas atribuciones más características de un rey que de un Poder Ejecutivo con funciones plenas.
En un breve saludo frente a la prensa, Napolitano le agradeció a la presidenta su presencia en el aniversario 150 de la República Italiana, frase que Cristina Fernández contestó con un “para nosotros, Italia es un país importante, ya que los apellidos que no son españoles en la Argentina son italianos”.
Flanqueados por dos Coraceros, de una altura superior al metro noventa, y vestidos de impecable casaca blanca y casco con cola de caballo azabache, ambos presidentes mantuvieron una reunión de más de 40 minutos en el despacho de Napolitano.
Cerca de las 13:30 hora italiana, la presidenta se trasladó al Palacio Chigi, sede de gobierno del presidente del Consejo de Ministros italiano, donde mantuvo una reunión de casi tres horas con Silvio Berlusconi, un hombre que, además de un sospechoso tono de color de cabello, afronta una verdadera batalla con la justicia y los medios de comunicación que no le son afines.
Allí, siempre según el relato de las fuentes oficiales, ambos políticos establecieron un diálogo que incluyó desde el precio de las materias primas que exporta la Argentina hasta la política del G-20 o el G-77 más China, y que no dejó de lado la integración de América Latina ni las posibilidades de desarrollar tecnología de punta en materia de clonación animal o de energía sustentable.
Quienes participaron del cónclave –tanto el canciller Héctor Timerman como el ministro Julio de Vido o el vocero Alfredo Scoccimarro– aseguraron que ni se planteó la exigencia de los bonistas que quedaron afuera del canje de deuda que se cerró el año pasado.
En el almuerzo –que consistió de ensalada caprese, pasta tricolor y helado, todo en una itálica combinación verde blanco y colorada, adornado con un centro de mesa floral albiceleste–, Fernández y Berlusconi intercambiaron obsequios: ella recibió un chal negro y él un bolso de cuero. Luego, se pusieron de acuerdo en la fabricación de contenidos coproducidos para la televisión digital y abrieron el marco para los acuerdos comerciales de los próximos años.
La presidenta definió la misión en Roma como un “relanzamiento de las relaciones bilaterales entre Italia y Argentina”, luego de más de nueve años sin visitas oficiales de parte de ninguno de los dos países.
Al mismo tiempo que la presidenta se entrevistaba con los mandatarios italianos, una comisión de 120 empresarios de los rubros de alimentos, biocombustibles, construcción, metalmecánica, muebles, software, textil, vinos y turismo celebró una ronda de encuentros con industriales italianos que consistió en casi 40 reuniones de trabajo con el objetivo de “no sólo incrementar el comercio bilateral, sino contribuir a diversificar las exportaciones argentinas mediante la incorporación de productos de mayor valor agregado y complejidad tecnológica”, como explicó el secretario de Comercio Internacional argentino, Luis María Kreckler.
El funcionario, de pie en la Piazza Colonna, anticipó que “la Cancillería argentina presentó un plan de promoción de inversiones, con 43 proyectos distintos, para los sectores de energías renovables, turismo, producción audiovisual y agronegocios que podrían movilizar unos 3000 millones de dólares”.
Por la tarde, en el lujoso Hotel Edén, muy cerquita de la Vía Veneto, Timerman informó que firmó un memorándum con su par Franco Frattini, para que Italia facilite información de la red diplomática consular –los documentos desclasificados– que involucre la temática de la violación de los Derechos Humanos durante la última dictadura militar.
Quien también se mostró activo fue el ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, Julio De Vido, quien firmó cuatro convenios con empresas italianas para proyectos de energía e infraestructura. Los acuerdos impulsarán una expansión del sistema energético argentino, financiación para el Túnel Internacional Agua Negra del Corredor Bioceánico del Conosur y, a través de ENARSA, un plan de evaluación de generación de energía eléctrica a partir de fuentes eólicas y solares.
Por su parte, el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, en la tarde romana se reunió con su par italiano, Francesco Romano, y ambos evaluaron la posibilidad de ampliar el comercio bilateral en el área, que alcanza los 3000 millones de dólares, con un superávit comercial en favor de la Argentina, que exporta por un total de 1600 millones, y cuyo 82% proviene del rubro agroalimentario y es la soja la que se lleva la mitad de ellas.
Luego de la conferencia que por la tarde noche italiana la presidenta ofreció en el Hotel Excelsior (ver aparte), el titular de la UIA, Ignacio de Mendiguren, dijo a Tiempo Argentino que “la misión empresarial fue un éxito. Los italianos están entusiasmados con los números macro que muestra nuestro país –afirma con claro contenido político–. Mientras Italia crece al 1%, la Argentina lo hace al 6 o 7% , con un creciente proceso de desendeudamiento. Los italianos ven mercados muy tentadores en América Latina, y la Argentina es uno de los principales. Tienen algunas dudas electorales, por la inflación, pero al lado de la crisis italiana, la Argentina es una fiesta de señoritas. Encontramos una fuerte receptividad entre el sector industrial italiano y se abrió una oportunidad importante, sobre todo, para las pequeñas y medianas empresas que esperemos sean el motor de la economía en los próximos años”.
Hasta aquí la crónica fría de los hechos y de la visita de la presidenta en Italia. De aquí en más, todo es especulación. ¿Es posible que el gobierno argentino –luego de la reconstrucción económica, política y social del país– haya decidido iniciar una nueva estrategia diplomática y comercial hacia los países centrales? ¿Es posible que se haya abandonado la política de repliegue hacia el interior y comience una etapa de mayor agresividad comercial en busca de nuevos mercados para los sectores dinámicos de la economía como la industria de las pequeñas y medianas empresas? La actitud de la dirigencia política nacional y empresarial, por lo que se vio en la templada Roma de estos días, permite elucubrar estas hipótesis.

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