viernes, 3 de junio de 2011

El día que aparecieron con vida

Tiempo Argentino
3 de junio de 2011

Por Demetrio Iramain director de Sueños Compartidos.

Los enemigos de las Madres están perdiendo la batalla que creían ganada para siempre. Por eso actúan así. Cavilan que si el pañuelo blanco quedara asociado a alguna mínima mugre siquiera, nuestro pueblo perdería ese hilo conductor que lo reencuentra con lo que fuimos socialmente, y queremos ser todavía. Es proporcional la relación entre lo que puede profundizarse esta experiencia a partir de octubre y las operaciones políticas y mediáticas que tendremos que soportar todavía.
Pocas veces la Plaza fue testigo de esta certidumbre: no lo lograrán. Con las Madres no, fascistas. Ellas son el límite. El acto en apoyo a los pañuelos blancos se convirtió en gesto vital de autopreservación. De defensa propia. Un poco de aquella definitoria seña de confianza que las Madres tuvieron con su pueblo el 30 de abril de 1977 les fue devuelto. Algo cambió para siempre en el amplio segmento de lo popular: la unidad empieza a ser concreta. Se manifiesta en la calle y más allá. “Gracias a la CGT”, dijo Hebe, y agregó: “yo nunca creía que podía pasar”. Y pasó. No hubo marcha peronista al final del acto, y sí el Himno Nacional, entonado con los dedos en V y las manos en puño, ambos en dirección de donde debiera haber estado el sol de una tarde luminosamente gris.
Los desaparecidos han regresado a la lucha. Definitivamente. Son la carnadura del proyecto en curso. Su razón de ser. Ayer marcharon en la Plaza. Y yo estuve allí. Se lo contaremos a nuestros hijos cuando crezcan y tomen a su tiempo su lugar en esta posta, larga y dura como los siglos: hacer grande y justa esta Patria, humano al hombre, al país digno del hermoso pueblo que lo habita y trabaja todos los días. Todos los días.

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