sábado, 22 de enero de 2011

Papel Prensa: Bignone confirmó su relación con Noble y con Magnetto

Tiempo Argentino
22 de enero de 2011

Por Juan Alonso
El dictador declaró ante la fiscalía de La Plata que investiga la apropiación ilegal de la empresa, que hasta 1976 perteneció a la familia Graiver. Los almuerzos de “camaradería” entre el CEO de Clarín y el genocida.


El ex presidente de facto Reynaldo Bignone, preso en la cárcel de Marcos Paz, condenado por delitos de lesa humanidad en la dictadura militar, se presentó ayer ante la Unidad Fiscal, a cargo de Rodolfo Marcelo Molina, para atestiguar en la causa que investiga la apropiación ilegal de Papel Prensa tras el golpe de 1976.
A pedido de la querella, encabezada por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, Bignone fue citado por Molina y el fiscal subrogante Hernán Schapiro, a raíz de una carta que el dictador le envió a la dueña del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble, el 15 de mayo de 2002.
Allí, Bignone había admitido que mantenía conversaciones habituales con el CEO de Clarín, Héctor Magnetto, en las oficinas del diario sobre la calle Tacuarí, y en la sede del Ejército. Y que se había reunido –mientras era presidente de facto– con la viuda de Noble, quien le pidió una audiencia para hablar sobre Papel Prensa.
La misiva de 2002 comienza así: “A la directora del diario Clarín, Sra. Ernestina Laura Herrera de Noble. De mi mayor consideración: Desde hace mucho tiempo, yo sé quién es Ud., y Ud. sabe quién soy yo. Sin embargo, sólo nos conocimos personalmente en la entrevista que tuvimos en la residencia presidencial de Olivos, en que Ud. pidió tratar un tema referido a Papel Prensa.”
El escrito está firmado por “Reynaldo B. A. Bignone General de División (R) Ex Presidente de la Nación Argentina” y se refiere a una serie de errores sobre la vida y situación procesal del dictador que se cometieron en la publicación de un fascículo de la Enciclopedia Visual de la Argentina que Clarín difundió el martes 23 de abril de 2002.
En ese escrito donde realiza un raconto de yerros, Bignone confirmó sus antiguas relaciones con los directivos del diario fundado por Roberto Noble y presidido por su viuda Ernestina Herrera.
“Eran otros tiempos –dijo en la carta–. Como eran otros tiempos cuando siendo yo Secretario General del Ejército era invitado por el Sr. Héctor Magneto (sic) y sus colaboradores inmediatos a almuerzos en la redacción del diario a los que concurría yo también con mis colaboradores. Por supuesto, esos ágapes eran correspondidos con otros similares en la sede de la Secretaría General del Ejército. Pasábamos momentos muy gratos y se conversaba con absoluta libertad”, concluía en el primer párrafo.
Bignone, de 83 años, fue citado por la justicia de la democracia para que aclare esos dichos de hace nueve años. Llegó vistiendo una prolija camisa azul a cuadros, campera de tela ligera al tono, con las manos esposadas, bajo custodia del Servicio Penitenciario Federal.
El que fuera un hombre fuerte de Videla, comenzó su declaración reconociendo la autenticidad del documento que lleva su firma. Sostuvo que la envió a Clarín como “carta-documento”. Y rememoró cada uno de los ascensos que tuvo y los cargos que desempeñó en la dictadura genocida. Dijo que el 1 de julio de 1982 asumió la presidencia de facto, hasta que entregó el poder el 10 de diciembre de 1983 a Raúl Alfonsín.
Cuando se le preguntó –teniendo en cuanta el rol clave que ocupó en el llamado Proceso de Reorganización Nacional desde el 24 de marzo de 1976– si todas esas afirmaciones eran realmente suyas, dijo haber conocido a Herrera de Noble en 1982, siendo él presidente, habiéndola recibido en la Residencia de Olivos, “a pedido de la Señora de Noble para hablar de Papel Prensa”, respondió.
En la audiencia estuvieron presentes los abogados de la querella, Pablo Barbuto e Inti Pérez Aznar, y el defensor de Bartolomé Luis Mitre y de Héctor Magnetto, Alejandro Pérez Chadía.
Ante la insistencia de la fiscalía para conocer los detalles de la reunión con Herrera de Noble, Bignone se excusó y dijo no recordar el contenido de lo conversado, suponiendo que derivó el tema “a alguien” por “no estar demasiado en autos del tema Papel Prensa”.
En relación a Héctor Magnetto, dijo “que fue invitado a almorzar junto a sus colaboradores, entre los que recuerda al General Bayón y Minicucci, en la sede del diario Clarín; que en esa reunión estaba el Sr. Magnetto”. Agregó que los vínculos con los diarios, eran por medio “de los periodistas acreditados” y expresó que “Clarín tenía a un periodista de primera, el Sr. Andino (Ramón, padre de Guillermo) que murió en Brasil en un accidente”, con el cual tenía “muy buena relación”, como la tuvo “con todos los periodistas en los tres años en que fue Secretario General del Ejército”.
Bignone señaló que se reunió varias veces con directivos de Clarín en los años del terrorismo de Estado. Recordó que una vez fue “a un almuerzo de camaradería en la sede del diario Clarín, y otra vez lo recibió a Magnetto, junto a sus colaboradores en la Secretaría General en reciprocidad a la reunión anterior”. Esos cónclaves se realizaron entre octubre de 1977 y diciembre de 1980, cuando Bignone fue secretario general del Ejército. Por entonces, el dictador recibió a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y le negó toda ayuda para salvar la vida de su hija Laura. “Tiene las manos manchadas con sangre –escribió Estela en este diario– me estaba diciendo de alguna manera que iban a matar a mi hija”.
Con estos datos, el fiscal Molina intentó saber por qué habló de la “hipocresía del Diario Clarín” en la carta de 2002. Bignone dijo que lo hizo “por las inexactitudes de determinados datos sobre su persona consignados en una Enciclopedia que publicaba el Diario Clarín”.
Tal como publicó Tiempo Argentino el 9 de enero, el oficial elegido por la dictadura para despojar a los Graiver de todos sus bienes fue el general de brigada Oscar Bartolomé Gallino. Era mucho más que el inquisidor de los Graiver. Con él, los tres diarios, Clarín, La Nación y La Razón, “acordaron” la transferencia accionaria a manos del grupo oligopólico. Gallino ostentaba poder suficiente incluso en los centros clandestinos de detención, en donde interrogó a Lidia Papaleo y a los empleados de familia Graiver que fueron salvajemente torturados.
Sin embargo, Bignone declaró que no recordaba a Gallino. En cambio, destacó más de una vez, “la camaradería entre él y los directivos de Clarín”. La declaración produjo escozor en el abogado de Magnetto, quien intentó minimizar esa “camaradería” de sus contratantes con los dictadores. Pero Bignone remarcó que “las reuniones que mantenía con otros medios no eran de la misma magnitud, sino mucho más informales”.
Hay que recordar que por eso años, según el biógrafo de Magnetto, José Ignacio López (ahora empleado de La Nación), el CEO de Clarín se reunía no sólo con Bignone, sino con el jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, el torturador Ramón Camps.
Lo cierto es que con este nuevo testimonio de un ex alto oficial del Ejército que ocupó múltiples cargos en la dictadura y ofició de enlace con los medios de prensa cuando era secretario general del arma, la justicia evalúa llamar a indagatoria a Magnetto y a Herrera de Noble. Ambos fueron imputados por el Estado Nacional, como partícipes necesarios de la comisión de delitos de lesa humanidad, en la adquisición de Papel Prensa.
Fueron los años en que despojaron a los Graiver y se asociaron con los genocidas.
Ahora hablan de libertad de prensa.

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