viernes, 25 de marzo de 2011

La Plaza de Mayo se llenó de pibes que tomaron las banderas

Tiempo Argentino
25 de marzo de 2011

Las Madres ya no están solas en la lucha por imponer la justicia. Una nueva generación teje nuevas utopías y la batalla cultural está ganada, pero sería mezquino no reconocer en esta explosión de militancia el accionar de un hombre que reivindicó el valor de la política.


La Plaza estaba llena de pibes. De chicos que no habían nacido aquel trágico 24 de marzo de 1976, cuando los militares le dieron un furibundo golpe a la historia. Tuvieron la suerte de crecer en democracia. Pueden leer los libros que quieran, usar el pelo largo, la ropa que se les antoje y besarse por las calles sin ser condenados. Muchos de ellos creen que son libertades naturales, como el aire que respiran. Pero en la Argentina, los derechos civiles son el producto de mucha sangre y esfuerzo. Fueron muchos los que dieron su vida para que pudiera ser así.
Para algunos chicos fue su primera marcha. Iban con sus compañeros de colegio y hasta lo vivían como una salida más, un sitio donde juntarse que no era la esquina del barrio. En los ’70, muchos jóvenes se sumaban a la militancia atraídos por un asado, una guitarreada o un debate sobre una película. No eran todos héroes de acero. La militancia formaba parte indivisible de la vida social. No pocos amores se tejieron entre panfleto y pintada. Todo el entorno contribuía a sumarse a alguna organización política. En esos encuentros se fue consolidando un sueño colectivo.
Los chicos de hoy recién empiezan. Una nueva generación teje nuevas utopías. Pero además de los móviles personales que llevaron a los chicos a la Plaza, todos reconocen algo del espíritu de verdad y justicia que supieron insuflar en la sociedad las Madres de Plaza de Mayo, en momentos en que marchar no era tan sencillo. Y también los veteranos de los organismos de Derechos Humanos, que resistieron por años al olvido y la indiferencia.
Quienes lucharon por imponer la verdad, la memoria y la condena a los que asesinaron masivamente y jodieron a la Argentina, tienen esta batalla cultural ganada. Ya no estarán solos en las manifestaciones que sirven para azuzar la memoria. Los chicos han tomado las banderas y las llevarán adelante. Pero sería mezquino no reconocer que en esta explosión de militancia juvenil, algo ha tenido que ver un hombre que reivindicó el valor de la palabra política, que dijo que no dejaría sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada y que se animó a ordenarle a un general que bajara los cuadros de los dictadores de un muro del Colegio Militar.
Nadie puede adjudicarse totalmente el triunfo de esta batalla cultural de condena a la dictadura. Pero en un momento de alza, es al menos justo reconocer los aportes de los que tuvieron algo que ver para llegar hasta esta plaza llena de pibes.

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