Tiempo Argentino
23 de marzo de 2011
Por Gerardo Aranguren
A 35 años del golpe militar, el Espacio para la Memoria abrió a la prensa las puertas del lugar donde funcionó el núcleo de la represión de la Marina, bajo la dirección del “Tigre” Acosta. Las pruebas de los asesinatos y torturas, a simple vista.
A pesar del paso del tiempo y de los intentos de la dictadura por tapar los delitos cometidos en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), las marcas del terror todavía son visibles en las paredes descascaradas de uno de los principales centros clandestinos de detención.
Con motivo del 35 aniversario del 24 de marzo de 1976, por primera vez en varios años los organismos que conforman el Espacio para la memoria abrieron a medios gráficos y audiovisuales las puertas del Casino de Oficiales, núcleo de la represión en la ESMA.
La recorrida por el edificio, ya constituido en museo, comienza por el Salón Dorado, donde funcionó la central de operaciones del Grupo de Tareas que dirigía Jorge “Tigre” Acosta, y continúa por los diferentes sitios de detención: Sótano, Capucha y Capuchita, por donde pasaron la mayoría de los 5000 detenidos en ese centro clandestino.
A partir de los testimonios de sobrevivientes y el trabajo de conservación que realizaron los organismos de Derechos Humanos, todavía se pueden observar las pruebas de los crímenes: marcas dejadas en las paredes por los presos políticos, y las reformas edilicias que realizó la Armada ante la llegada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1979 para refutar los testimonios de las víctimas.
Para ingresar al Sótano se debe dar un rodeo por un patio interno ya que la escalera de acceso continúa tapada como parte de las ‘reformas’ del año 1979. Lo mismo sucedió con el ascensor. El Sótano era el primer lugar que pisaban los detenidos y también el último, ya que allí funcionaba la enfermería, donde eran inyectados con Pentotal antes de los “vuelos de la muerte”. Allí también fueron fotografiadas las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon, en un burdo intento de vincular su secuestro con Montoneros.
Carlos Muñoz recuerda que, como la mayoría de los detenidos, ingresó al edificio por el Sótano. “Luego de ser picaneado me llevaron en un ascensor hasta el piso 3. Muchos detenidos teníamos el recuerdo del ruido que hacía ese ascensor y por eso lo sacaron cuando llegó la Comisión en 1979. Quedó como un mito hasta hace ocho meses, cuando el Espacio por la Memoria logró encontrar los resortes luego de demoler una pared falsa que habían levantado”, relató el sobreviviente, quien trabajó en ese mismo sótano falsificando documentos para la Armada. En ese ascensor, Muñoz fue conducido al tercer piso, donde funcionaba Capucha. “Lo más cercano al infierno”, describieron sobrevivientes al declarar ante la justicia.
Una de las principales tareas de conservación en el Casino de oficiales consistió en el secado de la humedad de las paredes para no perder los testimonios que las víctimas dejaron allí. “Acá hicimos incisiones para secar la humedad y cuidar a Marta Díaz”, cuenta en Capucha una de las encargadas de la preservación y señala con una linterna una pequeña y casi imperceptible marca que una detenida gastó en la pared.
Otras pruebas fueron halladas tras una minuciosa limpieza de las juntas de las baldosas. En Capucha encontraron cigarrillos, papeles de caramelos y boletos de colectivos, y en el Pañol, lugar de depósito de los bienes robados por los marinos, restos de joyas, transistores y copas.
“Habíamos tomado la decisión de no abrir el Casino a la prensa porque están en marcha los juicios y queríamos preservar las pruebas concretas que pueden aparecer usadas por la justicia. Las marcas que han dejado los prisioneros se pueden ir borrando con los flashes de las cámaras. Pero al cumplirse 35 años del golpe fue una decisión de todos abrirlo a los medios gráficos y audiovisuales para difundir de manera masiva lo que sucedió aquí”, contó a Tiempo Argentino Lilia Ferreyra, pareja del periodista desaparecido Rodolfo Walsh, quien integra el Ente Público que gestiona el predio de la ex ESMA.
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