domingo, 3 de abril de 2011

“Nada más grave ha sucedido que el propio Grupo Clarín”

Tiempo Argentino
3 de abril de 2011

Por Víctor Hugo Morales

Si la tapa en blanco de Clarín es el lado “bueno” del mundo, el mundo es un asco. Si los defensores de Clarín, los políticos, los artistas y –lo que es peor– los trabajadores del periodismo que respaldan a Magnetto en su pretensión de victimizarse, están hablando de verdad de libertad de expresión, este periodista no entendió nada de su profesión. Y lo peor es que puede jurar que la ama, por lo cual ha vivido equivocado y duele aceptarlo.
Por eso, quizás, la mirada es exactamente la contraria. Nada más grave ha sucedido desde hace bastante más de diez años, sostiene el firmante, que el propio Grupo Clarín. No hay ideal, postulado, aspiración ética, que no haya sido triturada al paso de este gigante corrupto, que aplasta a su paso todo lo que toca, robándolo, o poniéndolo a su servicio.
En tiempos de dictadura, los comportamientos humanos recorren un amplio espectro de grises que deja en las orillas a los contendientes. Sólo estos y ni siquiera ellos, porque hasta entre ellos, mientras esquivaban el fuego cruzado, hubo quienes fueron más resistentes a la tortura y no confesaron; y otros sí. Algunos lo hicieron apenas los tocó la picana y otros se murieron aguantando, sólo ellos estuvieron alerta para que el comportamiento fuera extremo.
Hace unos días en Un Caño, Pablo Llonto recordó una frase de este relator que en un gol de presentación en la Argentina, mencionó una canción emblemática de las luchas populares (“A Desalambrar” de Viglietti). Travesuras hubo muchas, de muchos, pero también repliegue, resignación, miedo, y hasta formas inevitables de convivencia con los usurpadores del poder.
La búsqueda de mimetizarse en la sociedad de los militares de entonces es una parte del plan. Para las personas públicas aún más. Son convocados, halagados. Dan un chirlo y un mimo los que detentan el poder. Si te hacés el loco ya sabes a dónde vas a parar, pero mirá que en el fondo somos buenos y te estamos haciendo un gran favor, ya vas a ver.
Pocos, salvo los que estaban en el fragor de la lucha, y sus familiares y más directos amigos, mantenían la guardia en alto y nada concedieron. Vivieron las profundidades del miedo, del odio y de la valentía. El resto, convivió, convivimos, con márgenes de dignidad que hubiésemos querido más enfáticos. Cualquiera que mire sinceramente aquellos años sabe lo que esta nota intenta decir. No hay héroes en la población “civil”, la que no participa de la lucha. En todo caso, sólo alguna excepción.
En ese contexto puede entenderse la debilidad de muchos medios. Las limitaciones para decir la verdad, para cuestionar al poder, para enfrentarlo. Pero algunos fueron mucho más allá de la comprensible debilidad humana. Y fueron cómplices, y lucraron con el apañamiento de esos gobiernos. Robaron papel, máquinas, hijos y construyeron un poder que fue un rebenque furioso a la hora de la libertad. Y a rebencazo limpio, sobre la base de lo conseguido en los tiempos de sangre, se quedaron con el país. No es necesario ni mencionar a Clarín, para que se sepa que de ellos estamos hablando.
Que tengan la desvergüenza de atreverse a esa tapa en blanco para quejarse de la falta de libertad de expresión, quienes cantaron “normalidad” en el país un aciago día del ’76, ofenden la historia. ¿Cuánta libertad si de verás la hubiesen anhelado, tenían ese día, cuando sí llegaron a los kioscos? Sin embargo a ellos, a los de Clarín, se los puede entender. Están defendiendo sus intereses. Pueden hasta ir presos mientras van cayendo a pedazos varios de sus privilegios. Magnetto, Ernestina, sólo aspiran a “irse” antes de que los alcance la justicia. ¿Pero los otros, los clarineros, los clarinetistas, los clarines, qué defienden? A estos cuesta entenderlos mucho más. Clarín usa esa tapa o lo que sea para lograr que cada una de sus estafas a la sociedad, queden bajo la protección de la libertad de expresión.
Muy bien Clarín. Nadie duda de la inteligencia de quienes a la luz del día se roban un país y luego lo custodian con la propia gente a la que estafaron. Pero, ¿cómo entender a los defensores?. Y no se habla aquí tan sólo de los políticos, que al menos transparentan sus ambiciones y ofrecen indicios de cómo piensan concretarlas.
Hay artistas, hay periodistas, hay trabajadores que no pueden ignorar el origen del conflicto y dejar de solidarizarse con esos trabajadores que gritaron con desesperación sin que nadie los escuchase mucho antes de la tapa blanca de Clarín. Carnerear de esta forma quienes están en el mundo del trabajo es una razón más valedera que la consabida mentira de Clarín, para apenarse.

Nota publicada en simultáneo por la revista Un Caño.

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