viernes, 15 de abril de 2011

Nostalgias

Tiempo Argentino
15 de abril de 2011

Por Hernán Dearriba Secretario de Redacción.

La condena al represor Luis Patti es otra muestra del extraordinario momento de riqueza política por el que atraviesa el país. Mientras algunos sectores denuncian que la democracia pasa por su punto más bajo, otros celebraron ayer la condena a perpetua por secuestros, torturas y asesinato. Quienes tienen nostalgias añoran esa época de “fortaleza democrática” en la que Patti se paseaba por los medios masivos predicando su código de moral forjado a golpe de picana. Esos años en los que la democracia se construía sobre los huesos de la exclusión social y la destrucción del Estado. Erigido en ejemplo de rectitud, este convicto a reclusión perpetua no sólo fue elegido intendente, sino que llegó con el sufragio hasta el umbral del Congreso de la Nación. Y se desató entonces otro riquísimo debate entre el derecho que da el respaldo del voto popular y la violación de las más elementales garantías de los Derechos Humanos. Ese círculo se cerró ayer con la sentencia para Patti, ícono del intento de un grupo de represores por mimetizarse en las instituciones democráticas para infectarlas con el virus más autoritario. No pudieron, y esta democracia se construye sobre la Memoria, Verdad y Justicia, pero también sobre la base del debate que parió a la nueva Ley de Medios y la del matrimonio igualitario. Unos creen que es el momento de mayor fragilidad institucional y, sin ningún prurito, lo ponen por escrito en documentos políticos y notas periodísticas. Otros se emocionan hasta las lágrimas por la reparación que implica un fallo judicial luego de 35 años de espera. Y lo más maravilloso de todo, es la libertad que impera para que cada uno haga lo que le dicta su conciencia sin que en ello le vaya la vida.

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