domingo, 22 de mayo de 2011

La celebración de la otra Historia

Tiempo Argentino
22 de mayo de 2011

Por Pacho O’Donnell
Escritor y político.

La cita fue en Navarro, en el mismo predio en el que fue asesinado el general Manuel Dorrego. Dos mil personas se congregaron para participar del Encuentro de Revisionismo Histórico, un movimiento que cobró vigor tras largos años de persecución y marginación.


No serán más de 200 personas, opiné
–Te apuesto una cena a que superamos las 400, retrucó Luis.
–Acepto.
Afortunadamente perdí la apuesta. Mi cálculo se basaba en que el lugar que habíamos elegido para el Encuentro de Revisionismo Histórico, Navarro, a 100 kilómetros de la Capital y de difícil acceso por pavimentos muy deteriorados, iba a ser una criba de interesados. Por otra parte, nuestra capacidad de difusión fue escasa no sólo por razones económicas sino también porque algunos medios importantes son reacios a todo lo que huela a revisionismo y antimitrismo.
Finalmente fueron 2000 los asistentes, ¡2000!, a pesar del inconveniente agregado de que ese sábado 14 de mayo amaneció lluvioso y los pronósticos meteorológicos no auguraban nada bueno para el resto de la jornada. Vinieron historiadores y estudiantes de Historia desde Formosa, Santa Fe, Entre Ríos y de otras provincias, además de distintas regiones bonaerenses y de la Capital. Alumnos de profesorados y de cátedras de varias universidades ávidos de conocer de primera mano el revisionismo histórico, esa orientación nacional y popular de interpretación historiográfica que confronta al liberalismo autoritario, elitista, porteñista y antipopular de la historia oficial que siempre nos enseñaron y contaron, la que escribió la oligarquía librecambista del puerto al final de las guerras civiles que no podían perder pues disponían de los ingresos de la Aduana y el apoyo de Gran Bretaña y de la entonces poderosa masonería internacional.
Ese movimiento que en los últimos tiempos cobró vigor, luego de largos años de persecución y marginación, gracias a dos factores predominantes: el primero, el favor de la gente que respondió generosamente a publicaciones y filmaciones basadas en esta corriente historiográfica debido a que le permite ahondar en nuestra verdadera identidad, en discriminar quiénes eran los verdaderos civilizados y quiénes los verdaderos bárbaros. Embistiendo contra causas y consecuencias del Proceso de la Organización Nacional que consistió en desnacionalizar sobre la base de abstracciones ampulosas como “progreso” y “civilización” en nombre de las cuales se cometieron tropelías y genocidios. El segundo, la toma de partido del actual gobierno que lleva a su cabeza a la señora presidenta Cristina Fernández, alguien que sabe de historia verdadera y que toma acción en ese sentido. De allí la formidable reivindicación de la epopeya de la Vuelta de Obligado, el ascenso a generala de Juana Azurduy, la puesta en valor de Manuel Dorrego, etcétera. Es que, como parte del modelo de transformación social, política, económica y cultural en curso, se hacía necesario ahondar en ese terreno, pues como expresó Arturo Jauretche: “Véase entonces la importancia política del conocimiento de una historia auténtica; sin ella no es posible el conocimiento del presente, y el desconocimiento del presente lleva implícita la imposibilidad de calcular el futuro, porque el hecho cotidiano es un complejo amasado con el barro de lo que fue y el fluido de lo que será, que no por difuso es inaccesible e inaprensible.”
Es que no puede construirse un futuro venturoso sobre la base de un pasado falsificado. Esa convicción fue la que movilizó a tanta gente hasta Navarro. Fue emocionante ver cómo ese predio donde fuera asesinado (no fusilado) el gran Manuel Dorrego iba llenándose de gente entre los que se mezclaban Granaderos, Colorados del Monte, Patricios de la Vuelta de Obligado, centros tradicionalistas montados sobre criollos enjaezados. Y, sobre todo, nuestra mayor alegría, muchos jóvenes, el 80% de los concurrentes.
No era difícil imaginar a Pepe Rosa, a Arturo Jauretche, a Scalabrini Ortiz, al Colorado Ramos, a William Cooke, a Ortega Peña, A Fermín Chávez y otros “padres” del revisionismo histórico, paseándose entre nosotros, felices al comprobar que sus semillas habían germinado, que su marginación cobraba un sentido vigoroso, que sus voces que pretendieron ser apagadas con el ninguneo habían resonado con fuerza a lo largo del tiempo.
La convocatoria de expositores fue amplia, pues la propuesta era dar espacio a la mayor cantidad de oradores identificados con el revisionismo, por lo que todos debieron ajustarse a los 15 minutos de exposición establecidos, lo que no impidió que fueran, todas, muy interesantes, y no pocas de ellas, fascinantes. Alberto González Arzac, Enrique Manson, Hugo Chumbita, Araceli Bellota, Marcelo Gullo, Andrés Rodríguez, Vergara Bertiche, Eduardo Luis Duhalde, Francisco Pestanha, Martín García, Ceferino Reato, César Trejo, entre otros. Se turnaron para desarrollar temáticas como “La dimensión sudamericana de Malvinas”, “El tango y la denuncia social”, “Rosas y la Constitución Nacional”, “La inclusión de la mujer en la historiografía nacional”, “El gaucho en la formación del país”, etcétera.
Es de destacar la excelente participación de dos personas ligadas a Tiempo Argentino: su director, Roberto Caballero (“Periodismo revisionista. Cuando la Historia es ahora”) y el editorialista Hernán Brienza (“Dorrego, el primer líder popular”).
La carpa con 600 asientos fue desbordada por la concurrencia y muchos siguieron las ponencias desde afuera. Fue notable la silenciosa atención con que se escucharon, hasta el final, las exposiciones de los panelistas y las respuestas a las atinadas preguntas del público.
Es de destacar el clima de alegría y camaradería que reinó a lo largo de todo el sábado, primando en todos la convicción de que inesperadamente era ese un día histórico, coronado en su final por las palabras del ministro de Educación de la provincia de Buenos Aires, el también revisionista Mario Oporto, y la actuación de la folklorista Suna Rocha.
El encuentro contó con la invalorable colaboración del Instituto Cultural dependiente del gobierno de Daniel Scioli. Nuestro agradecimiento a su presidente Juan Carlos D´amico y a su vice Sebastián Berardi. También fue fundamental lo aportado por la intendencia de Navarro y su titular, Alfredo Castellani.
Hoy voy a pagar la apuesta perdida con Luis Launay. Será una forma también de expresarle, junto al otro secretario Ejecutivo del Encuentro, Víctor Ramos, hijo del gran Colorado, mi reconocimiento porque ambos se echaron al hombro la laboriosa organización del Encuentro de Revisionismo Histórico Gobernador Manuel Dorrego, del que tuve el honor de ser presidente. Y lo bien que lo hicieron.

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