lunes, 23 de mayo de 2011

La presidenta reforzó su rol de armadora política

Tiempo Argentino
23 de mayo de 2011

Por Viviana Mariño
Periodista


Por ahora, que florezcan mil flores”. Entre cómplice y risueña, la presidenta soltó la frase ante un inquieto grupo de colaboradores. Corrían los primeros días del calendario 2011 y en la Casa Rosada generaba inquietud la idea de diseñar la estrategia en un distrito históricamente adverso al PJ con tres candidatos al ruedo. “¿A quién fortalecemos?”, preguntaban los asesores. “Que florezcan mil flores”, insistía Cristina. A cinco meses de las elecciones nacionales, la consagración de la fórmula Filmus-Tomada traduce tanto la firme decisión del gobierno de disputar poder en la Ciudad de Buenos Aires como la posición de articuladora política que la mandataria concentró en su figura en los meses posteriores a la sorpresiva muerte de Néstor Kirchner. El caso porteño es paradigmático, pero la dinámica de su intervención es aplicable también a la secuencia que dibujaron elecciones como las de Catamarca y Chubut.

En el distrito porteño, Cristina dejó correr a los aspirantes hasta el límite de los plazos legales. Amado Boudou se ilusionó con ser el “favorito”, se calzó traje de candidato y fatigó la lógica de todo proselitismo. Daniel Filmus penduló entre la ventaja de las encuestas y la sospecha de un veto, alimentada en dos antecedentes: la negativa a ser candidato “testimonial” en 2009 y su posición crítica en el debate por la ley de glaciares. El senador recorrió despachos de la Casa Rosada para confirmar las hipótesis de la distancia presidencial. Siempre recibió como respuesta la célebre frase del líder de la revolución china, apropiada por el ex presidente y luego reactualizada por Cristina. Carlos Tomada jugó a fortalecer los lazos con las organizaciones militantes. Ese trabajo y su antecedente como uno de los ministros más antiguos del kirchnerismo lo proyectaron como el elegido para “potenciar” la fórmula.

La presidenta terminó por bendecir al más “competitivo”. Ni Boudou ni Tomada pudieron torcer la posición preferencial de Filmus a los ojos del electorado de la Capital Federal. La disputa de votos con el jefe de Proyecto Sur, Fernando “Pino” Solanas y el casi seguro horizonte de un ballottage terminaron de madurar la decisión. En el primer test del año, la elección de Catamarca también funcionó como ejemplo de esa lógica. La presidenta visualizó la proyección de un crecimiento en la figura de Lucía Corpacci y ordenó al secretario Juan Carlos Mazzón trabajar en un acuerdo de unidad de todos los sectores del PJ catamarqueño detrás de la senadora. Fue la llave para romper con los 20 años de hegemonía del Frente Cívico y Social en el distrito.

Con la mesa de construcción electoral abierta al secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, y al secretario de Comunicación Pública, Juan Manuel Abal Medina, (Mazzón ya cumplía con parte de esas tareas junto a Kirchner), la presidenta tiene también reservada para sí las definiciones sobre los tiempos de la campaña nacional. A sus más cercanos colaboradores no les inquieta que no hable de anuncios o que incluso haya amenazado con un paso al costado. “Hay que mirar lo que hace. Y todo lo que hace es para competir, para quedarse a profundizar lo realizado”, razonan.

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