Tiempo Argentino
1 de febrero de 2011
Por Andrea Recúpero
Ambas mandatarias destacaron los lazos que unen a ambos países y el rol protagónico de la mujer en la región. Intercambio de elogios.
Amiga y compañera”, con esas palabras, simples pero cargadas de significación, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, se dirigió a su par argentina Cristina Fernández durante el mensaje que transmitió ante los políticos, dirigentes sociales y empresarios invitados al almuerzo que –en su honor– ofreció el gobierno argentino en la Cancillería. Dilma, como la llaman en Brasil, había destacado los lazos de amistad entre ambas naciones aun antes de pisar suelo argentino, en las declaraciones y entrevistas que concedió al dejar atrás el Planalto. El “compañera”, en cambio, evocó entre los presentes aquella definición de su antecesor en el cargo, Luiz Ignacio Lula da Silva, quien hace unos años afirmó en una entrevista que si hubiera nacido en la Argentina “seguramente hubiera sido peronista”. Y también aludió a la militancia.
La ex jefa de la Casa Civil durante el gobierno de Lula trazó, a grandes rasgos –poco antes de pedir un brindis por un “futuro común para brasileños y argentinos– un futuro de inclusión, prosperidad y paz”, las principales líneas de la agenda bilateral en materia económica y tecnológica. Destacó los acuerdos firmados ayer en la Casa Rosada y resaltó el rol del ex presidente Néstor Kirchner en la “consolidación de la Unasur”. La mandataria brasileña ratificó la intención de su gobierno de continuar trabajando por la integración de América del Sur, y también se refirió al papel que desempeñará la presidenta argentina en el G-77, en particular a la política de ambos gobiernos tendiente a “combatir el proteccionismo de los países ricos”.
Las palabras de Rousseff fueron interrumpidas varias veces por cálidos aplausos, en especial cuando se refirió a la importancia de que dos mujeres encabecen el gobierno de los dos países con mayor PBI de la región. “El nivel de avance de una sociedad se puede medir por el grado de participación de la mujer”, dijo al referirse a su condición, y la de Cristina Fernández, de ser las primeras presidentas surgidas del voto popular en Brasil y en la Argentina.
Ni bien Dilma terminó de hablar, tomó la palabra Cristina. Elegante y de buen humor, la presidenta argentina destacó: “Nuestro destino y el de la región está indisolublemente unido a Brasil, así como el de Brasil está vinculado al de la Argentina y toda la América del Sur.” Cristina aseguró que ambas se identifican con la idea de que “el crecimiento económico solamente es bueno si puede llegar a todos los hombres y mujeres a través de la educación, la salud, el trabajo y la vivienda”, y destacó que “el desarrollo no puede desvincularse del desarrollo social. Luego, en sintonía con Rousseff, se refirió a la importancia del rol de la mujer en el continente. En ese sentido, destacó que el papel protagónico alcanzado por ambas demuestra que “es posible tener sueños y llevarlos a cabo”. Y luego bromeó: “Ni las feministas podían haber imaginado que dos mujeres iban a conducir la Argentina y Brasil.”
Las mujeres presentes en el Salón Libertador del Palacio San Martín aplaudieron de pie a las presidentas, que llegaron tardísimo al almuerzo (pasadas las 15:30) porque se prolongó la agenda previa en la Casa de Gobierno. Una de las razones de la demora fue el encuentro con otras mujeres grandes de la historia nacional y regional; las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto llegaron al Palacio San Martín junto a Dilma y Cristina y se ubicaron en las mesas, donde compartieron el almuerzo con ministros de ambas naciones. La presidenta le agradeció a Rousseff “el maravilloso gesto de haber solicitado una entrevista con Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”, y dijo que esa actitud “la distingue como mujer, como política, como madre y fundamentalmente como sujeto histórico”.
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