domingo, 20 de febrero de 2011

“Los medios se alinearon sin vacilar”

Tiempo Argentino
20 de febrero de 2011

Por Osvaldo Nieva
Periodista tucumano.


Cuál es el objetivo de un medio de comunicación? ¿Difundir noticias basadas en hechos, o instituir ideología aunque para ello haya que deformar la realidad hasta el disparate? Preguntas hoy vigentes, desde que las corporaciones periodísticas han desnudado su verdadero oficio de operadores políticos.
En 1975, el general Acdel Vilas montó una cruzada criminal, el Operativo Independencia y una campaña de propaganda con los medios alineados sin vacilar. Algunos porque compartían las ideas. Otros, por terror: en julio de 1975 fue secuestrado Maurice Jeger, periodista de La Gaceta. La empresa no movió un dedo para averiguar qué le ocurrió a su empleado. Un año después el periodista de Canal 10 Eduardo Ramos desapareció para siempre. Ya no estaba el “peronista” Vilas, sino el “liberal” Antonio Bussi.
Desde entonces, no hubo más periodismo –qué paradoja– en los medios periodísticos. Bussi aparecía en el diario y el noticiero con uniforme de combate pero sin armas, como si bastara su mirada de tigre para acobardar al enemigo más templado.
Y cada mañana se publicaba una nómina de muertos en combate, con los nombres de los que anoche habían sido fusilados a sangre fría. ¿Quién entregaba esos informes? Y, ¿quién los recibía y publicaba sin siquiera averiguar, y confirmar –como enseñan en las escuelas de comunicación– al menos en tres fuentes?
El periodista Joaquín Morales Solá deberá responder varias preguntas mañana, como testigo de la megacausa “Operativo Independencia”. No vendrá a Tucumán, sino que declarará en los tribunales federales de Comodoro Py, a pedido del Tribunal Oral Federal de esta provincia.
Joaquín era en esa época cronista de La Gaceta y corresponsal de Clarín en Tucumán. Acompañaba a Vilas en sus operaciones, lo que revela una foto nada menos que en la Escuelita de Famaillá, el primer centro clandestino de detención y muerte de todo el país.
Las preguntas que preparó la Cámara Federal son: a) ¿Qué hacía en un centro de torturas por donde pasaron más de 1500 desaparecidos? ¿Qué vio allí? b) ¿Qué control ejercía La Gaceta sobre la información de enfrentamientos, cuando en realidad eran secuestros seguidos de muerte? ¿Alguien chequeaba esos datos? ¿Qué disponía la línea editorial sobre estas cuestiones? c) ¿Conocía el destino de su compañero Maurice Jeger? d) ¿Se recibían denuncias de violaciones a los derechos humanos? Si así era, ¿qué tramite se les daba?
Morales Solá alegará, seguramente, que era un simple cronista que cumplía órdenes. Pero su eficiente tarea le valió la mudanza a la sede porteña de Clarín. Hoy, desde La Nación y TN se indigna tanto, pero tanto, como no lo hacía cuando iba de visita a la Escuelita de Famaillá.

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