domingo, 20 de febrero de 2011

Morales Solá declara sobre el rol de los medios en la represión tucumana

Tiempo Argentino
20 de febrero de 2011

Por Felipe Yapur

Fue citado a partir de la publicación de una fotografía donde aparece junto al jefe del Operativo Independencia en el primer centro clandestino del país. Aquel episodio fue la prueba piloto de la estrategia de difusión de la dictadura.


Mañana, sobre el escritorio de un funcionario judicial, el periodista Joaquín Morales Solá regresará en el tiempo. Le mostrarán la foto que data de 1975 donde aparece, más joven y más delgado, junto al entonces jefe del Operativo Independencia de la provincia de Tucumán, el general Acdel Edgardo Vilas. Le preguntarán si se reconoce en ella, si reconoce al militar, si el lugar donde están es la Escuelita de Famaillá y, casi al final de la cita con la justicia, querrán saber si conoció al periodista Maurice Jeger. Todas preguntas que apuntan a una sola dirección: saber cuál fue el rol y el compromiso que periodistas y medios de prensa tuvieron con la persecución político-militar que sufriera la sociedad tucumana previo al golpe de Estado de 1976.
No corre riesgo la libertad de Morales Solá. Lo convocaron en calidad de testigo en el marco de lo que se conoce como la primera parte de la causa Operativo Independencia que se desarrolla en el juzgado federal tucumano. En todo caso, lo que está en riesgo es la tan cacareada independencia periodística, la ética y el compromiso con la verdad. Tres conceptos que los aciagos días de 1975 comenzaron a escasear en Tucumán.
En aquel tiempo, el hoy columnista del diario La Nación hacía sus primeras armas con las letras de imprenta en el diario tucumano La Gaceta. También trabajaba como corresponsal del diario Clarín, y Tucumán era uno de los centros más importantes de generación de noticias relacionadas con el combate a las organizaciones guerrilleras del ERP y Montoneros. Allí se desarrollaba el Operativo Independencia ordenado por el débil gobierno constitucional de María Estela Martínez. Ergo, Morales Solá se encontraba en el lugar indicado, trabajando para empresas periodísticas importantes y con los contactos necesarios para la recolección de información.
El peso político de los patrones de Morales Solá le permitían tener de primera mano lo que pensaban los conductores del Operativo Independencia, como fue el caso Acdel Vilas. El general tenía debilidad por aparecer en los medios, pero también los consideraba estratégicos para transformar las matanzas nocturnas en triunfantes batallas militares. Muchos de esos fraguados enfrentamientos se transcribían al día siguiente en La Gaceta. Con el tiempo, esos crímenes se fueron descubriendo, y quedaron reflejados para siempre en el informe de la Comisión Bicameral Investigadora de las Violaciones a los Derechos Humanos que conformó la Legislatura tucumana en 1984. Allí se pueden leer varios relatos de personas arrancadas de sus casas por fuerzas militares, torturadas y posteriormente asesinadas, y cuyos nombres aparecían luego en las crónicas que publicaba La Gaceta sobre las falsas batallas de los cruzados de Vilas.
El general había puesto en marcha el primer centro clandestino en una escuela de la sureña localidad de Famaillá. Era tanta la impunidad con que se movía este militar (fallecido en 2010), que no dudaba en llevar a periodistas, como lo demuestra la foto que publicó el semanario Miradas al Sur, a un recorrido por las instalaciones.
Hoy, en ese edificio funciona la escuela Diego de Rojas. Muchos de los vecinos del ’75 relataron ante los legisladores tucumanos en 1984 cómo era la vida cuando funcionaba el centro clandestino de detención. En ese tiempo los obligaban a cerrar las ventanas a partir de las 22, lo que no evitaba que se pudieran oír “…gritos desgarradores, pidiendo por favor que los maten, sintiendo en una oportunidad silencio después de haber escuchado la detonación de tiros…”. Como este, hay decenas de testimonios que se pueden leer en el informe de la Bicameral tucumana. Nadie en Famaillá ignoraba lo que allí sucedía.
El columnista deberá responderle a la justicia qué hacía allí, en un centro de torturas por donde pasaron cientos de seres humanos, incluso un compañero de trabajo: Maurice Jeger. “Morís”, como lo llamaban sus amigos había nacido en Francia y desde los 14 vivía en Tucumán. En la noche del 8 de julio de 1975, Jeger estaba en su casa junto a su segunda esposa, Olga González, que estaba embarazada. Seguramente habrán escuchado los chirridos de las gomas al frenar enfrente de su vivienda. La patota, integrada por civiles y militares, los sacó a la rastra. A Maurice lo vieron en muy mal estado, vomitando sangre, en una de las aulas de la Escuelita de Famaillá. Ambos continúan desaparecidos.
Lo curioso es que La Gaceta nunca dio cuenta de lo que le sucedió a uno de sus empleados. Ni siquiera se quejó cuando desconocidos vaciaron los cajones de su escritorio de trabajo. La primera esposa de Jeger, Graciela González, supo que varios de sus compañeros de redacción hicieron infructuosas gestiones por Morís incluso ante Acdel Vilas. Morales Solá no estaba entre ellos.
El fiscal tucumano que entiende en la causa, Pablo Camuña, espera que las respuestas de Morales Solá le permitan determinar qué control ejercían las autoridades de La Gaceta sobre la información falsa de enfrentamientos. Le preguntará cómo chequeaba esos datos y quién era el encargado de difundirlos. Incluso Camuña espera que Morales Solá le cuente cuál era la orden que había desde la dirección del diario sobre cómo actuar frente a casos de denuncias por violaciones a los Derechos Humanos.
El columnista de La Nación podrá responder que era un empleado y que como tal no decidía ni definía la línea editorial. Para esta etapa de la investigación, que se ocupa de la conducción de Vilas al frente del Operativo Independencia, este descargo puede resultar suficiente.
Habrá que ver qué piensa el fiscal Camuña, cuando le pregunte por qué escribía, esta vez en 1976, esas columnas con su firma en la portada de La Gaceta, en las que justificaba la necesidad de que Antonio Bussi fuera confirmado como el gobernador de facto de la dictadura. Una denuncia que realizaron los periodistas Marcos Taire y Hernán López Echagüe y que Morales Solá prefiere olvidar

No hay comentarios:

Publicar un comentario