martes, 10 de mayo de 2011

Ratifican que en el Pozo de Banfield se practicaban partos ilegales

Tiempo Argentino
10 de mayo de 2011

Era un lugar de transición entre la vida y la muerte”. Así calificó Diego Barrera al centro clandestino de detención Pozo de Banfield, donde pasó los 100 peores días de su vida, cuando estuvo detenido desaparecido. En agosto de 1978, Barrera se cruzó en esas mazmorras con la uruguaya María Asunción Artigas Milo, quien permanece desaparecida luego de que diera a luz a la hoy nieta recuperada Victoria Moyano Artigas. El relato de ese encuentro fue parte del testimonio que prestó ante el tribunal que juzga la causa que se conoce como Plan Sistemático de robo de bebés.
En julio de 1978, Barrera trabajaba como albañil porque por su militancia sindical lo habían dejado cesante de los Astilleros Río Santiago, en Ensenada. En julio de ese año, una patota lo secuestró y lo trasladó hacia el CCD Pozo de Banfield. Ante los jueces que integran el Tribunal Oral Federal Nº 6, Barrera confirmó ayer que allí se producían partos ilegales, por lo que se está juzgando a los represores Jorge Rafael Videla, Reynaldo Benito Bignone, Jorge “El Tigre” Acosta, Santiago Omar Riveros, Rubén Franco, Antonio Vañek, Juan Azic, y el médico Jorge Magnacco, a quien se le imputa su intervención profesional en los partos.
Barrera relató su encuentro con María Asunción Artigas Milo, quien había sido secuestrada en diciembre de 1977 junto a su compañero Alfredo Moyano. Ambos eran militantes tupamaros que habían llegado al país huyendo de la dictadura uruguaya y que fueron secuestrados por un operativo conjunto entre el Ejército argentino y uruguayo. En el momento de la detención estaba embarazada de María Victoria, quien a poco de nacer fue entregada a uno de los represores, que la cedió a un hermano, con quien se crió.
Barrera recordó que había escuchado los llantos de la bebé pero que después de ello, los que allí estaban detenidos con él “nunca más” volvieron a ver a la parturienta. Poco antes de que Artigas Milo fuera trasladada, tuvo para con Diego Barrera una actitud que este nunca pudo olvidar. Los represores lo habían dejado desnudo y sufría el intenso frío de esos días. Fue así que Artigas Milo se quitó una manta que tenía, “la rompió por la mitad y con ella me hizo una especie de chaleco”, recordó Barrera ante los jueces. Ese chaleco hoy forma parte del museo de las Madres de Plaza de Mayo de La Plata.
María Victoria recuperó su identidad en 1987. Hasta ese momento había permanecido apropiada por el matrimonio Víctor Penna y María Elena Mauriño. Oscar Penna, el hermano de su apropiador, era comisario de la Brigada de San Justo y les había entregado la bebé poco después de nacer. La recién nacida fue “legalizada” en su partida de nacimiento por el médico de la Policía Bonaerense Héctor Vidal.
La denuncia original ante Abuelas de Plaza de Mayo la hizo su maestra de primer grado, Olga Fernández, quien conocía a la familia y sabía que María Victoria no podía ser su hija biológica como figuraba en el acta de nacimiento. El 31 de diciembre de 1987, el juez Juan Ramos Padilla le comunicó su verdadera identidad y a partir de allí comenzó a reconstruir la historia familiar con sus abuelas, sus familiares y quienes compartieron cautiverio con sus padres, como Adriana Chamorro.
El testimonio de Barrera se dio en la misma jornada en la que la camarista María del Carmen Roqueta comunicó la decisión del tribunal de citar, en calidad de testigo, al cardenal Jorge Bergoglio, quien había sido mencionado por una testigo que dijo haber reclamado su colaboración para encontrar a su hermana y su sobrina desaparecidas.

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